Lula entre rejas
Gracias a la valent¨ªa de jueces y fiscales como S¨¦rgio Moro se est¨¢ persiguiendo en Brasil la corrupci¨®n, el gran enemigo del progreso latinoamericano
Que Lula, el expresidente del Brasil, haya entrado a una prisi¨®n de Curitiba a cumplir una pena de 12 a?os de c¨¢rcel por corrupci¨®n ha dado origen a protestas masivas organizadas por el Partido de los Trabajadores y homenajes de gobiernos latinoamericanos tan poco democr¨¢ticos como los de Venezuela o Nicaragua, algo que era previsible. Pero lo es menos que mucha gente honesta, socialistas, socialdem¨®cratas y hasta liberales consideren que se ha cometido una injusticia contra un exmandatario que se preocup¨® mucho por combatir la pobreza y realiz¨® la proeza de sacar, al parecer, a cerca de 30 millones de brasile?os de la extrema pobreza cuando estuvo en el poder.
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Quienes piensan as¨ª est¨¢n convencidos, por lo visto, de que ser un buen gobernante tiene que ver s¨®lo con llevar a cabo pol¨ªticas sociales de avanzada, y que esto lo exonera de cumplir las leyes y de actuar con probidad. Porque Lula no ha entrado a la c¨¢rcel por las buenas cosas que hizo durante su gobierno, sino por las malas, y entre ¨¦stas figura, por ejemplo, la espantosa corrupci¨®n de la compa?¨ªa estatal de Petrobras y sus contratistas que cost¨® al diezmado pueblo brasile?o nada menos que tres mil millones de d¨®lares (dos mil millones de ellos en sobornos).
De otro, quienes piensan tan bien de Lula olvidan el feo papel de corre-ve-y-dile que jug¨® como emisario y c¨®mplice en varias operaciones de Odebrecht ¡ªen el Per¨², entre otros pa¨ªses¡ª corrompiendo con millones de d¨®lares a presidentes y ministros para que favorecieran a aquella transnacional con multimillonarios contratos de obras p¨²blicas.
El expresidente ha tenido todos los derechos de defensa existentes en un pa¨ªs democr¨¢tico
Es por esta raz¨®n y otros casos que Lula tiene no uno, sino siete procesos por corrupci¨®n en marcha y que decenas de sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos durante su gobierno, como Jo?o Vaccari o Jos¨¦ Dirceu, su jefe de gabinete, hayan sido condenados a largas penas de c¨¢rcel por robos, estafas y otras operaciones delictuosas. Entre las ¨²ltimas acusaciones que se ciernen sobre su cabeza est¨¢ la de haber recibido de la constructora OAS, a cambio de contratos p¨²blicos, un departamento de tres pisos en la playa de Guaruj¨¢ (S?o Paulo).
Las protestas por la prisi¨®n de Lula no tienen en cuenta que, desde que se produjo la gran movilizaci¨®n popular contra la corrupci¨®n que amenazaba con asfixiar a todo el Brasil, y en gran parte gracias a la valent¨ªa de los jueces y fiscales encabezados por S¨¦rgio Moro, juez federal de Curitiba, centenares de pol¨ªticos, empresarios, funcionarios y banqueros han ido a la c¨¢rcel, o est¨¢n siendo investigados y tienen procesos abiertos. M¨¢s de ciento ochenta han sido ya sentenciados y hay varias decenas de ellos que lo ser¨¢n en un futuro pr¨®ximo.
Jam¨¢s en la historia de Am¨¦rica Latina hab¨ªa ocurrido nada parecido: un levantamiento popular, apoyado por todos los sectores sociales, que, partiendo de S?o Paulo se extendi¨® luego por todo el pa¨ªs, no contra una empresa, un caudillo, sino contra la deshonestidad, las malas artes, los robos, los sobornos, toda la gigantesca corruptela que gangrenaba las instituciones, el comercio, la industria, el quehacer pol¨ªtico, en todo el pa¨ªs. Un movimiento popular cuya meta no era ni la revoluci¨®n socialista ni derribar a un gobierno, sino la regeneraci¨®n de la democracia, que las leyes dejaran de ser letra muerta y se aplicaran de verdad, a todos por igual, ricos y pobres, poderosos y gentes del com¨²n.
Se ha demostrado que la decencia y la honestidad son posibles tambi¨¦n en el tercer mundo
Lo extraordinario es que este movimiento plural encontr¨® jueces y fiscales como S¨¦rgio Moro, que, envalentonados con aquella movilizaci¨®n, le dieron un cauce judicial, investigando, denunciando, enviando a la c¨¢rcel a un abanico de ejecutivos, comerciantes, industriales, parlamentarios, autoridades, hombres y mujeres de toda condici¨®n, mostrando que es realizable, que cualquier pa¨ªs puede hacerlo, que la decencia y la honestidad son posibles tambi¨¦n en el tercer mundo si hay la voluntad y el apoyo popular para hacerlo. Cito siempre a S¨¦rgio Moro, pero su caso no es ¨²nico, en estos ¨²ltimos a?os hemos visto en Brasil c¨®mo su ejemplo era seguido por incontables jueces y fiscales que se atrev¨ªan a enfrentar a los supuestos intocables, aplicando la ley y devolviendo poco a poco al pueblo brasile?o una confianza en la legalidad y en la libertad que casi hab¨ªa perdido.
Hay muchas gentes admirables en Brasil; grandes escritores como Machado de Assis, Guimar?es Rosa o mi muy querida amiga N¨¦lida Pi?on; pol¨ªticos como Fernando Henrique Cardoso, que, durante su presidencia, salv¨® de la hecatombe a la econom¨ªa brasile?a e hizo un modelo de gobierno democr¨¢tico, sin ser acusado jam¨¢s de una acci¨®n punible; y atletas y deportistas cuyos nombres han dado la vuelta al mundo. Pero, si tuviera que escoger uno de ellos como modelo ejemplar para el resto del planeta, no vacilar¨ªa un segundo en elegir a S¨¦rgio Moro, ese modesto abogado natural de Paran¨¢, que, luego de recibirse de abogado, entr¨® a la magistratura haciendo oposiciones en 1996. Seg¨²n ha confesado, lo ocurrido en Italia en los a?os noventa, el famoso proceso de Mani Pulite, le dio ideas y el entusiasmo necesario para combatir la corrupci¨®n en su pa¨ªs, utilizando instrumentos parecidos a los de los jueces italianos de entonces, es decir, la prisi¨®n preventiva, la delaci¨®n premiada y la colaboraci¨®n de la prensa. Han tratado de corromperlo, por supuesto, y sin duda es un milagro que est¨¦ todav¨ªa vivo, en un pa¨ªs donde los asesinatos pol¨ªticos no son por desgracia excepcionales. Pero all¨ª est¨¢, formando parte de lo que viene siendo una verdadera, aunque nadie la haya denominado todav¨ªa as¨ª, revoluci¨®n silenciosa: el retorno de la legalidad, el imperio de la ley, en una sociedad a la que la corrupci¨®n generalizada estaba desintegrando e impidi¨¦ndole pasar de ser el ¡°gran pa¨ªs del futuro¡± que ha sido siempre a ser el gran pa¨ªs del presente.
El gran enemigo del progreso latinoamericano es la corrupci¨®n. Ella hace estragos en los gobiernos de derecha o de izquierda y un enorme n¨²mero de latinoamericanos ha llegado a convencerse de que aquella es inevitable, algo as¨ª como los fen¨®menos naturales contra los que no hay defensa: los terremotos, las tormentas, los rayos. Pero la verdad es que s¨ª la hay, y?precisamente Brasil est¨¢ demostrando que es posible combatirla, si se tienen jueces y fiscales gallardos y responsables, y, por supuesto, una opini¨®n p¨²blica y unos medios de informaci¨®n que los apoyen.
Por eso es bueno, para la Am¨¦rica Latina, que gentes como Marcelo Odebrecht o Lula da Silva hayan ido a la c¨¢rcel luego de ser procesados, concedi¨¦ndoles todos los derechos de defensa que existen en un pa¨ªs democr¨¢tico. Es muy importante mostrar en t¨¦rminos pr¨¢cticos que la justicia es igual para todos, los pobres diablos del mont¨®n que son la inmensa mayor¨ªa, y aquellos poderosos que est¨¢n en la c¨²spide gracias a su dinero o a sus cargos. Y son precisamente estos ¨²ltimos los que tienen mayor obligaci¨®n moral de acatar las leyes y mostrar, en su vida diaria, que no hace falta transgredirlas para ocupar esas posiciones de prestigio y poder que han alcanzado, que ellas son posibles dentro de la legalidad. Es la ¨²nica manera en que una sociedad crea en las instituciones, rechace el apocalipsis y las fantas¨ªas ut¨®picas, sostenga la democracia y viva con la sensaci¨®n de que las leyes existen para protegerla y humanizarla cada d¨ªa m¨¢s.
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? Mario Vargas Llosa, 2018.
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