Impaciencia
Los conductores impacientes que se saltan las normas de velocidad y no guardan las distancias de seguridad nos ponen a todos en peligro
?Qui¨¦n no ha notado alguna vez la impaciencia de otro conductor en el espejo retrovisor? Esa agresividad gratuita de un conductor desconocido que de pronto nos pisa los talones, y nos hace dudar de las se?ales que indican la velocidad de la v¨ªa. Nosotros estamos cumpliendo con las normas y l¨ªmites de velocidad m¨¢xima, pero tenemos al impaciente de turno dispuesto a embestirnos o hacer una maniobra espeluznante para adelantarnos en prohibido. El placentero viaje por unas carreteras secundarias llenas de curvas y sugerentes paisajes de las costas espa?olas se transforma en una pesadilla, y uno termina parando en uno de los miradores, para que el imb¨¦cil de turno que quiere jugarse la vida nos adelante. Sabemos que est¨¢ infringiendo las normas con alevos¨ªa, y vemos con indignaci¨®n como se aleja a toda velocidad.
?Qu¨¦ clase de neuronas se activan en la cabeza de aquellas personas que sistem¨¢ticamente se saltan las se?ales de velocidad m¨¢xima y transforman su viaje en una especie de rally? A veces me pregunto si soy yo la equivocada y me he colado en la carretera de alguna competici¨®n de coches de carreras. Pero son simplemente conductores inconscientes que sufren enajenaci¨®n mental transitoria al volante. Cuando se meten en su coche tal vez piensan que est¨¢n en un simulador de videojuego o proyectan su ansiedad cotidiana pisando el acelerador.
Este perfil de correcaminos impaciente se da en todas las geograf¨ªas que conozco. Es un fen¨®meno transnacional de estupidez inconsciente. He visto, en las llanuras del Medio Oeste americano, conductores adelantando sin visibilidad en plena nevada y con placas de hielo. Tambi¨¦n los he visto pasar casi rozando a los pobres ciclistas. ?Se han olvidado del metro y medio? ?Por qu¨¦ se enfadan tanto con los ciclistas o los amish en sus coches de caballos? Las carreteras secundarias est¨¢n llenas de la vida y las gentes de los pueblos que los habitan. Habr¨¢ tractores, ciclistas, reba?os y carromatos. Autobuses escolares que se detienen. Peatones que cruzan. Esos caminos son de todos, y tienen sus tiempos y sus velocidades. Los conductores impacientes que se saltan las normas de velocidad y no guardan las distancias de seguridad nos ponen a todos en peligro.
El debate de los coches aut¨®nomos me interesa. Aunque en realidad tal vez s¨®lo necesitamos una tecnolog¨ªa que ajuste los aceleradores e impida a los conductores alcanzar velocidades desmesuradas. Que cuando se est¨¦n pasando les llegue por un micr¨®fono interno la voz de los otros conductores grit¨¢ndoles ¡°?quita el pie del pedal!¡±.
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