Nicaragua protesta
Las manifestaciones contra Ortega reflejan el hartazgo de un r¨¦gimen
Desde la semana pasada Nicaragua vive una oleada de protestas contra el Gobierno de Daniel Ortega que han sido sangrientamente reprimidas por la polic¨ªa y las huestes motorizadas del oficialista Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional. Hasta el momento los disturbios se han cobrado al menos 30 muertos, incluyendo un periodista alcanzado de un disparo en la cabeza.
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El detonante de la masiva muestra de rechazo al Gobierno sandinista ha sido una dr¨¢stica reforma del sistema de seguridad social ¡ªimpuesta por decreto ¡ª aprobada el 16 de abril, que establec¨ªa un recorte del 5% a las pensiones y aumentaba las contribuciones de la patronal y los trabajadores. El repudio ha sido un¨¢nime: jubilados, empresarios, trabajadores y universitarios.
Ortega trat¨® de justificar la medida en la necesidad de rescatar el Instituto Nicarag¨¹ense de Seguridad Social (INSS), quebrado tras 11 a?os de administraci¨®n desastrosa que corresponden a su segunda presidencia. La primera transcurri¨® entre 1985 y 1990. La prensa independiente local ha denunciado la utilizaci¨®n de fondos de INSS para financiar proyectos de inversi¨®n de personas ligadas al mandatario.
Subiendo la apuesta, el presidente nicarag¨¹ense orden¨® a mediados de la semana pasada el despliegue del Ej¨¦rcito en las ciudades m¨¢s importantes del pa¨ªs que adem¨¢s amanecieron vigiladas por miembros de la llamada Juventud Sandinista y seguidores del Gobierno. Escuadrones listos para amedrentar o reventar las manifestaciones contra las reformas. No es la primera vez que Ortega recurre a esta fuerza paramilitar. Ya la utiliz¨® en 2013, cuando reprimi¨® una protesta de ancianos que exig¨ªan el pago de una jubilaci¨®n por vejez y antes lo hizo en 2008.
Adem¨¢s, el presidente culp¨® a los manifestantes de v¨ªnculos con el narcotr¨¢fico y el terrorismo internacionales con el objetivo de manchar la imagen de Nicaragua en el mundo. Al tiempo, dejaba la gesti¨®n de la crisis en manos de la vicepresidente, que es su mujer, Rosario Murillo. Finalmente, Ortega ha retirado el decreto y aceptado que su propuesta no era viable y ha creado ¡°una situaci¨®n dram¨¢tica¡±.
Aun as¨ª, las manifestaciones han continuado. El presidente nicarag¨¹ense debe entender que el descontento popular va mucho m¨¢s all¨¢ de una medida concreta. En la ¨²ltima d¨¦cada ha creado una estructura de Gobierno en la que se mezclan el Estado, su partido, su familia y su persona. Y todo financiado por ayudas de Venezuela y acuerdos con algunas familias de empresarios a cambio de contratas. Un sistema econ¨®mico y pol¨ªtico que antes o despu¨¦s solo pod¨ªa quebrar.
Ayer, al recoger su Premio Cervantes, el escritor Sergio Ram¨ªrez ¡ªvicepresidente de Nicaragua con Ortega entre 1985 y 1990¨C se salt¨® el protocolo del acto presidido por los Reyes de Espa?a y, tocado con un lazo negro en la solapa, describi¨® muy acertadamente la situaci¨®n que atraviesa su pa¨ªs: ¡°Perm¨ªtanme dedicar este premio a la memoria de los nicarag¨¹enses que en los ¨²ltimos d¨ªas han sido asesinados en las calles por reclamar justicia y democracia, y a los miles de j¨®venes que siguen luchando sin m¨¢s armas que sus ideales porque Nicaragua vuelva a ser rep¨²blica¡±.
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