Becarios: ?estudiantes o mano de obra barata?
El soci¨®logo Richard Sennett reflexiona en 'El artesano' sobre la relaci¨®n entre maestro y aprendiz a lo largo de la historia
Durante siglos, el lugar del oficio, el taller, fue la casa. El hogar un¨ªa familia y trabajo. As¨ª, la familia medieval era jer¨¢rquica, pero el parentesco no era necesariamente biol¨®gico. En el ensayo El artesano (Anagrama), el soci¨®logo norteamericano Richard Sennett recuerda la figura de in loco parentis (en el lugar legal de los padres) con respecto a oficiales, aprendices y cualquier subordinado. ¡°Un padre confiaba sus hijos al maestro artesano como padre sustituto, lo que resultaba sobre todo evidente en la atenci¨®n, transferencia del derecho a castigar con violencia f¨ªsica el mal comportamiento¡±.
El padre laboral, vamos a llamarlo, era el maestro. Y ten¨ªa la obligaci¨®n de mejorar las habilidades de las personas a su cargo. Ese compromiso se establec¨ªa por juramento religioso, cosa, recuerda Sennett, que ning¨²n padre deb¨ªa realizar.
Si alguien piensa que el juramento religioso es algo retr¨®grado, que lo es, que recuerde, por favor, c¨®mo se jura un puesto en la c¨²spide pol¨ªtica ¡ªun ministerio¡ª antes de considerarlo anacr¨®nico. Sennett cree que este juramento ¡ªel compromiso de mejorar el conocimiento del aprendiz¡ª proteg¨ªa a los aprendices del oportunismo de sus maestros y evitaba que fueran explotados como mano de obra barata.
?Ser¨¢ eso lo que ha pasado? ?Ser¨¢ que los becarios ya no aprenden y solo trabajan en los despachos y, por lo tanto, los maestros est¨¢n faltando a la propia etimolog¨ªa de su nombre y no son maestros sino empresarios? ?Ser¨¢ que entre las lecciones que deben aprender est¨¢ la de las jornadas laborales sin l¨ªmite horario y averiguarlo se convierte en un jarro de agua fr¨ªa? ?Ser¨¢, por el contrario, que los aprendices se consideran con derecho a aportar, y por lo tanto a cobrar, nada m¨¢s graduarse, sin formaci¨®n pr¨¢ctica? ?O ser¨¢ que el aprendizaje del sistema gremial medieval ¡ªel mismo que siguieron modernos como Le Corbusier mientras otros, como Adolf Loos se pon¨ªan a trabajar en la construcci¨®n¡ª solo es posible cuando una familia adinerada se hace cargo de los gastos cotidianos?
?Ser¨¢ que los becarios ya no aprenden y solo trabajan en los despachos y, por lo tanto, los maestros est¨¢n faltando a la propia etimolog¨ªa de su nombre y no son maestros sino empresarios?
A lo largo de mi vida como periodista especializada en arquitectura, y mucho m¨¢s a lo ancho de los tres ¨²ltimos lustros, he escuchado a maestros (arquitectos establecidos) y a aprendices (arquitectos reci¨¦n licenciados) quejarse de la misma situaci¨®n inc¨®moda e improductiva desde puntos de vista contrapuestos. Hasta aqu¨ª todo normal: no ve el mundo igual el que tiene que el que quiere tener. S¨®lo que, desde una posici¨®n objetiva, la postura de ambos puede resultar comprensible. Y una tiende a pensar que es la relaci¨®n la que falla, no los relacionados.
¡°Hay meses que despu¨¦s de pagar a mis empleados no me queda nada. O que debo asumir la deuda del estudio¡±, me dijo una vez uno de los maestros arquitectos espa?oles con proyectos en varias ciudades extranjeras y todo tipo de reconocimientos. ?l entend¨ªa perfectamente (tiene un hijo arquitecto, por si hab¨ªa dudas) la necesidad de los j¨®venes de aprender, trabajar y cobrar. Pero se planteaba si no deber¨ªan establecerse salarios que, adem¨¢s de la experiencia, contemplaran la asunci¨®n de riesgos. El suyo era el riesgo absoluto: ¡°Cuando hay, gano m¨¢s; cuando no hay, pago a todos. Y pago siempre el despacho, haya o no haya, cobre o no cobre¡±.
Sennett habla de v¨ªnculos emocionales (adem¨¢s de legales y religiosos) en el aprendizaje medieval. Un aprendiz sab¨ªa que terminar¨ªa, si no como maestro, s¨ª como oficial. (?nicamente la d¨¦cima parte de los hijos de artesanos ocupaban el lugar de su padre. Los maestros no eran los poderosos, eran los que lo hac¨ªan mejor). Pero el progreso, asegurado tras el esfuerzo, cambiaba la vida. ¡°El honor rec¨ªproco entre el padre sustituto [maestro] y el hijo [aprendiz] era m¨¢s que la simple obediencia filial¡±. En esa voluntad de honrar el honor veo yo el quid de esta cuesti¨®n. Tambi¨¦n en el peligro de hacer del aprendizaje un negocio
¡°Es m¨¢s f¨¢cil reciclar como programador inform¨¢tico a un fontanero que a un vendedor¡±, afirma Sennett para lamentarse por la desaparici¨®n de los oficios. La ¡°flexible¡± econom¨ªa actual ha hecho que la mayor¨ªa debamos reinventarnos varias veces a lo largo de nuestra vida profesional. Pero ojo: ¡°Los trabajadores que una instituci¨®n ha reciclado tienen una vinculaci¨®n mucho m¨¢s fuerte con ella que los trabajadores temporales: trabajar¨¢n m¨¢s horas, e incluso aceptar¨¢n reducci¨®n de salarios antes que desertar. Mejorar la cualificaci¨®n no es una panacea colectiva ni individual. En la econom¨ªa moderna, la deslocalizaci¨®n es un hecho permanente¡±.
Espero que este texto les d¨¦ que pensar. Va dedicado al profesor de la Universidad Rey Juan Carlos Jos¨¦ Mar¨ªa Echarte, siempre velando por las condiciones laborales de los arquitectos (j¨®venes y no tan j¨®venes).
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