Maduro: destruir y mentir
El presidente habla de ¡®democracia¡¯ cuando encabeza un r¨¦gimen que es una dictadura abierta y activa
De las 1015 palabras que contiene el art¨ªculo de Nicol¨¢s Maduro, Nuestra democracia es proteger, publicado en el Diario EL PA?S el pasado 3 de mayo, no hay una que no sea mentira. Conviene detenerse y analizar el car¨¢cter de la pieza, en lo fundamental, un ejercicio en el que falacia, cinismo y ridiculez, se combinan a partes iguales.
Que el art¨ªculo no contenga ni un trazo de verdad, es revelador: ratifica que el r¨¦gimen ha cruzado la frontera de lo real, que vive a espaldas del extremo sufrimiento que padecen millones de familias en todo el territorio, y que, adem¨¢s de robar, reprimir y violar las leyes protegido por una inmensa estructura de impunidad institucional y militar, su otra gran pol¨ªtica p¨²blica es la de falsear. Se trata de mentiras alucinantes, radicales y envueltas en la m¨¢s manida fraseolog¨ªa izquierdista.
Maduro habla de ¡®democracia¡¯ cuando encabeza un r¨¦gimen que es una dictadura abierta y activa, que mantiene presos pol¨ªticos, persigue y cierra a medios de comunicaci¨®n, ilegaliza partidos pol¨ªticos, asesina en las calles a personas que protestan de forma pac¨ªfica, somete a los presos pol¨ªticos y a sus familias a una serie de procedimientos torturantes de aislamiento y desinformaci¨®n, y niega el derecho a la atenci¨®n m¨¦dica a quienes la necesitan. No dice Maduro que en sus calabozos han muerto personas por falta de medicamentos. No dice que hay presos a los que, bajo tortura, han obligado a ingerir pasta mezclada con excrementos. No hace menci¨®n de los civiles detenidos que, violando la propia Constituci¨®n vigente en Venezuela desde 1999, son procesados por tribunales militares, especie de caja negra, regida bajo un ¨²nico precepto: impedir la justicia por todas las v¨ªas posibles.
Curiosamente, y esto es esencial, la tribuna no tiene cifras. Ni una. Tras veinte a?os en el poder, el jefe del r¨¦gimen no tiene ni un solo argumento que exhibir. Una frase de la falacia publicada por Maduro dice: ¡°La econom¨ªa es el coraz¨®n de nuestro proyecto revolucionario¡±. Veamos: en 1999, cuando el r¨¦gimen se hizo con el poder, en Venezuela se produc¨ªan 3.2 millones de barriles de petr¨®leo por d¨ªa. Hoy la cifra no llega a 1.4 millones. Esto equivale a una ca¨ªda superior a 56% en casi 20 a?os, en una econom¨ªa cuya dependencia del petr¨®leo se ha ampliado en estas dos d¨¦cadas.
M¨¢s cifras: casi 70% de las industrias que exist¨ªan en 1999 han cerrado sus operaciones. El volumen de producci¨®n de alimentos no llega al 35% del que era en 1997. Maduro no habla de las expropiaciones y ocupaciones, de la destrucci¨®n de empresas, de la persecuci¨®n de empresarios, del acoso policial, paramilitar y legal al que ha sido sometido y se somete al comercio. Todav¨ªa m¨¢s sorprendente: ni una l¨ªnea sobre la escasez extendida de todo, incluyendo medicamentos, insumos hospitalarios, art¨ªculos para el aseo personal, para el mantenimiento del hogar, y de todos, absolutamente todos los bienes que son necesarios para vivir. Hay que a?adir que m¨¢s de 50% de las unidades del transporte p¨²blico se encuentra paradas por falta de repuestos.
La falacia llega a su m¨¢s demencial expresi¨®n cuando omite mencionar la realidad de la hiperinflaci¨®n, que ya ha cruzado toda previsi¨®n. En diciembre de 2017, la Agencia EFE publicaba una informaci¨®n aportada por la consultora Ecoanal¨ªtica, que estimaba que la inflaci¨®n acumulada durante ese a?o fue de 2.375%. Hoy, cuando apenas ha comenzado el mes de mayo, las previsiones m¨¢s conservadoras hablan de 18.000% de tasa inflacionaria para el 2018. A la pregunta de por qu¨¦ EFE tuvo que apelar al dato de una reputada empresa de consultor¨ªa econ¨®mica y no a cifras de alguna entidad oficial, espec¨ªficamente al Banco Central de Venezuela, hay que recordar: porque en Venezuela no hay cifras oficiales. No se publican indicadores de nada, como si ello fuese suficiente para ocultar al pa¨ªs arruinado y de vida cada vez m¨¢s miserable.
Maduro titula el art¨ªculo, Nuestra democracia es proteger, cuando en realidad, los hechos en toda crudeza, se?alan exactamente lo contrario: Caracas se ha convertido en la ciudad con la m¨¢s alta tasa de mortalidad del mundo. Otras 6 ciudades venezolanas forman parte del ranking de las 50 ciudades m¨¢s peligrosas en los cinco continentes. Pero hay m¨¢s: epidemias que hab¨ªan sido erradicadas hace 40 o 50 a?os, han vuelto. Los indicadores epidemiol¨®gicos han sufrido una regresi¨®n de casi 80 a?os. Estudios realizados por la Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Sim¨®n Bol¨ªvar en el 2017, aportan datos demoledores: 9 de cada 10 personas ¡ªel horror: 90% de los venezolanos¡ª no tiene ingresos suficientes para alimentarse. Otro m¨¢s: 6 de cada 10 personas ¡ª60% de la poblaci¨®n¡ª hab¨ªa perdido, hasta finales del 2017, 10 kilos de peso promedio.
M¨¢s cifras: 90% de las escuelas ha cerrado el Programa de Alimentaci¨®n Escolar ¡ªPAE¡ª, lo que deja sin ni siquiera un desayuno a cientos de miles de ni?os de los barrios pobres del pa¨ªs. La tasa de deserci¨®n escolar en el sistema escolar p¨²blico, alcanza casi un 50% de los escolares que inician la escuela: los padres retiran a sus hijos de la escuela porque no tienen ni siquiera dinero para transportarlos, ni mucho menos para adquirir cuadernos y l¨¢pices. El 60% de los estudiantes universitarios ha abandonado sus estudios para buscar trabajo o abandonar el pa¨ªs, buscando un mejor futuro.
Maduro delira. Habla de la Venezuela de hace veinte a?os de forma despectiva, tuerce la realidad, enmudece ante cuestiones como los v¨ªnculos de su Gobierno con el narcotr¨¢fico, la corrupci¨®n que atraviesa en todos los sentidos a todos los organismos de la administraci¨®n p¨²blica, el cada vez m¨¢s evidente enriquecimiento de sus funcionarios. Maduro no menciona a la Asamblea Nacional Constituyente, su abyecta, ilegal, ileg¨ªtima y fraudulenta creaci¨®n, desconocida por casi 50 pa¨ªses en el mundo. No habla de los v¨ªnculos que su Gobierno tiene con pa¨ªses que violan los derechos humanos. No dice que los venezolanos est¨¢n huyendo del pa¨ªs: casi dos millones en los ¨²ltimos cinco a?os.
Pero el tono de su tribuna, a fin de cuentas, lo delata: no es m¨¢s que una tapadera, un mont¨®n de prosa insulsa, est¨¦ticamente barata, un n¨ªtido ejercicio de su ruin catadura. Un mont¨®n de mentiras que vienen a sumarse al expediente de una oligarqu¨ªa delincuente, que ahora mismo est¨¢ al borde de su ca¨ªda.
Miguel Henrique Otero es presidente y editor del diario El Nacional.
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