Claudicaci¨®n sin dignidad
ETA no reconoci¨® los errores ni el fracaso de su proyecto y, lo que es peor, no pidi¨® perd¨®n a las v¨ªctimas
En el documental que coprodujeron las televisiones p¨²blicas de Espa?a y Francia sobre el rey Juan Carlos (y que TVE sigue sin emitir cuatro a?os despu¨¦s), el todav¨ªa jefe del Estado respond¨ªa as¨ª a la pregunta de cu¨¢l hab¨ªa sido el peor momento de su reinado: ¡°Han sido 850 momentos terribles; los espa?oles asesinados por ETA en estos a?os¡±. Con los ojos brillantes, el Rey se quedaba mirando a c¨¢mara sin saber como acabar la frase.
Aurora Intxausti, periodista de EL PA?S a la que ETA intent¨® asesinar en 2002, junto a su marido y a su hijo de 18 meses, pon¨ªa tambi¨¦n ayer el dedo en la llaga en un art¨ªculo titulado Los olvidados. Hablaba de las v¨ªctimas y de una sociedad aterrorizada que ¡°viv¨ªa sin querer saber qu¨¦ les ocurr¨ªa a sus vecinos y buscaba explicaciones a cualquier atentado¡±.
Cuando se van a cumplir 50 a?os de la primera v¨ªctima mortal de ETA (el Guardia Civil Jos¨¦ Pardines, asesinado el 7 de junio de 1968), los l¨ªderes de la banda han declarado su disoluci¨®n con el mismo nivel de mezquindad con el que han actuado durante cinco d¨¦cadas: sin reconocer los errores ni el fracaso de su proyecto y, lo que es peor, sin pedir perd¨®n a las v¨ªctimas y a sus familiares. Han claudicado sin dignidad, hablando de ¡°cerrar el ciclo de violencia pol¨ªtica¡± y de abrir una nueva etapa que avance hacia la independencia del Pa¨ªs Vasco.
ETA empez¨® siendo una organizaci¨®n pol¨ªtica, en seguida se convirti¨® en una banda terrorista despiadada y acab¨® siendo una forma de vida para cientos, o miles, de mafiosos que cobraban la extorsi¨®n y sembraban el terror por donde iban. Pero en 2011 no tuvieron m¨¢s remedio que reconocer su derrota frente al Estado y anunciar el cese definitivo de su actividad armada. Desde entonces, han intentado sacar ventaja de su rendici¨®n, apoyados por supuestos mediadores internacionales (se media en los procesos de paz, no en la elaboraci¨®n del relato) y por otras organizaciones nacionalistas y de la izquierda radical.
La banda ha desaparecido y hoy todos estamos algo mejor. Pero ni el Gobierno, ni los partidos pol¨ªticos vascos y del resto de Espa?a deben conceder nada a cambio de una disoluci¨®n tan indigna. Las 854 personas asesinadas por ETA y las m¨¢s de 10.000 afectadas por su actuaci¨®n criminal se merecen la firmeza del Estado para mantener su memoria e impedir cualquier tipo de impunidad a los bandoleros. Yo ech¨¦ ayer de menos a los principales l¨ªderes pol¨ªticos acompa?ando al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en su declaraci¨®n institucional.
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