El Alex Turner que ya no volver¨¢
El jovencito de Sheffield que te encandil¨® ya no existe, y eso no implica que sea peor
Es imposible no temblar ante la promesa de escuchar lo nuevo de Arctic Monkeys. No impregnar de sudor la pantalla del m¨®vil al darle al play en Spotify o YouTube o al pensar que vas a rayar el vinilo de Tranquility Base Hotel&Casino a la primera. Al menos si naciste a finales de los ochenta y principios de los noventa y te iniciaste con The Beatles, The Who, Pink Floyd y Oasis, en el caso del que escribe mediante influencias adultas varias y en una suerte de escapismo adolescente.
Hasta que todo cambi¨® y escuchaste I Bet That You Look Good On The Dancefloor. De pronto dejaste de ser ese viejoven que dec¨ªa, mirando al infinito y ante la burlona expresi¨®n de sus amigos amantes del poky: "Ya no existe la buena m¨²sica". Alguien te hablaba directamente y te comprend¨ªa. Era el grupo de tu generaci¨®n.
Y con la nostalgia de la adolescencia ¡ªun rid¨ªculo fantasma que creamos cuando la resaca pega m¨¢s duro u observamos la amenaza real del avance imparable de las entradas en la sien¡ª, llegan los recuerdos exagerados. Y qu¨¦ majo era ese primer Alex Turner introvertido que miraba al suelo y conquistaba al mundo con su sonrisa picarona. El criterio est¨¦tico de los monos no estaba del todo claro cuando arrasaban el mundo mainstream tras hacerse famosos en My Space y en descargas ilegales que ellos mismos fomentaban en Internet.
Cualquier cosa val¨ªa para que les conociesen. Aparec¨ªan en todo tipo de bolos y galas de premios, con diferentes atuendos, desde est¨¦ticas hipster a polos con los cuellos subidos, con un estilo mod propio de Quadrophenia, o lo que podr¨ªa haber ocurrido si hubiesen arramblado con el armario de Noel Gallaguer. Era 2007 y los Arctic hab¨ªan sacado dos discos en dos a?os, Whatever The People Say I Am That's What I'm Not y Favorite Worst Nightmare, salvando el segundo el tipo ante el primero, una obra maestra. Eras muy joven y cre¨ªas que vivir¨ªas para siempre.
Destacaba Turner, por su gusto a la hora de vestir, frente al resto de la banda. Al bater¨ªa Matt Helders le cost¨® abandonar sus caracter¨ªsticos pantalones de ch¨¢ndal a la hora de salir a tocar, en un momento en que en el trap estaba a¨²n lejos de darse a conocer al mundo en el Versace de Migos. Su af¨¢n por el c¨®modo e informal elemento lleg¨® a su c¨¦nit en la m¨ªtica ceremonia de apertura de los Juegos Ol¨ªmpicos de Londres de 2012, donde tocaron el Come Together de los Beatles. Aquel d¨ªa parec¨ªa que por fin sacaban el carnet de mayores de edad en el mundo del rock.
Para entonces giraban con Suck it and see (2011), quiz¨¢ su disco m¨¢s criticado por la vieja guardia de los inicios. De aquellos que se bajan del autob¨²s al grito de "antes molaban" y que sal¨ªan incr¨¦dulos de sus conciertos pensando que antes el repertorio no inclu¨ªa tantas lentas. Turner luc¨ªa un coqueto tup¨¦ corto en el que no se pod¨ªa aplicar m¨¢s gomina; a veces chupas de cuero, con las que promocion¨® AM (2013); y luego pas¨® a las americanas que ya no abandonar¨ªa en los conciertos. Se dejaba hacer fotos vestido al estilo a?os cincuenta en California. Lejos, muy lejos, quedaban aquellos pubs de Sheffield de los que se sal¨ªa para fumar en las interminables noches de juerga, y ya portaba una melena que, dicho sea de paso, le quedaba como un guante.
Nada volver¨ªa a ser lo mismo. La banda se tomaba un descanso indefinido. La mayor¨ªa para ser padres, Turner para seguir buscando la estela de aquel unicornio del rock n'roll que parec¨ªa perseguir. Y entonces se cruz¨® con su amigo de toda la vida, Miles Kane, y comenz¨® aquel a?o que vivieron peligrosamente. Sal¨ªan al concierto los Last Shadow Puppets con la actitud de g¨¢ngsters de los a?os veinte. Con plumaje y pedidos a sastres. Hoy parecen exclusivamente reservados a la gala del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Pero hab¨ªa mucha testosterona all¨ª. Turner sol¨ªa acabar en camiseta interior mostrando m¨²sculo, tir¨¢ndose al suelo a hacer la bicicleta extasiado en los solos de Kane y gateando por el escenario. Estaba sacando al animal que ten¨ªa dentro. Afortunadamente, lo del videoclip de Miracle Aligner en el que el cantante sacaba el contoneo y bronceado del mism¨ªsimo Trump se qued¨® en una broma.
Con 2018 llega Tranquility Base Hotel&Casino y un delgado Turner que a¨²n mantiene la melena pero se ha dejado una extra?a perilla. Ahora parece el mayor de la banda, cuando en su d¨ªa parec¨ªa aquel primo peque?o que te endosan con la panda del pueblo. Probablemente sientas que aquel Alex Turner no volver¨¢ y que este disco ya no habla a aquel adolescente que fuiste una vez. Es cierto. El mundo ha girado mucho desde entonces y ni Turner es aquel zagal que buscaba el estrellato mof¨¢ndose del sistema ni tu puedes comerte una pizza entera y echarte una siesta de tres horas sin mirarte con cargo de conciencia esa barriga incipiente.
El reloj avanza. Solo te queda cerrar los ojos, inspirar fuerte, pensar que todo va a salir bien y seguir danzando con tus zapatillas de andar por casa mientras decides con cu¨¢l te quedas, si con Batphone o con Four Out Of Five.
Solo dos oportunidades para verlos en Espa?a
La banda inglesa solo tiene dos fechas anunciadas en Espa?a en su gira Tranquility Hotel&Casino. Actuar¨¢n en Barcelona, en el festival Primavera Sound, el pr¨®ximo 2 de junio y en el Mad Cool, en Madrid, el 13 de julio. A¨²n quedan abonos (normales, los VIP est¨¢n agotados) para el Primavera Sound, que se pueden adquirir por 215 euros, mientras que las entradas de ese d¨ªa ya no est¨¢n disponibles. Los abonos del Mad Cool se agotaron hace tiempo, pero se pueden conseguir a¨²n entradas de d¨ªa por 94 euros.
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