Una sentencia regresiva
La decisi¨®n del Constitucional sobre segregaci¨®n escolar abre dudas sobre los valores educativos
La educaci¨®n es un fen¨®meno que nos concierne a todos desde que nacemos y por ello todos y todas tenemos opini¨®n, juicio e incluso ideolog¨ªa educativa. La sentencia que acaba de pronunciar el Tribunal Constitucional (TC) ante un recurso presentado contra la LOMCE evidencia este sentir, ya que deja claro que, sobre cuestiones educativas, hay claras discrepancias incluso entre los miembros del alto tribunal.
La educaci¨®n puede definirse como el proceso de socializaci¨®n de los individuos. Al educarse, una persona asimila y aprende, de ah¨ª la necesidad de la coeducaci¨®n: ni?os y ni?as aprendiendo, socializando juntos y juntas desde las edades m¨¢s tempranas, en el espacio id¨®neo para ello que es la escuela. La coeducaci¨®n es fundamental para afianzar la convicci¨®n en la igualdad efectiva, para la prevenci¨®n de actitudes machistas y violencia de g¨¦nero, para aprender a convivir m¨¢s democr¨¢ticamente.
La sentencia del TC con motivo del recurso del PSOE contra la LOMCE es una mala noticia para la sociedad espa?ola porque supone una regresi¨®n en la lucha por una sociedad democr¨¢tica, libre de la lacra del sexismo, y no nos puede dejar impasibles. Es un paso atr¨¢s en la historia, retornando a un momento anterior a 1970, cuando se implant¨® en el Estado la educaci¨®n mixta preconstitucional.
El reconocimiento plasmado en la sentencia de la existencia de ¡°potencialidades propias de cada uno de los sexos¡± que justifican que las ense?anzas de los ni?os, ni?as y adolescentes, se impartan en establecimientos escolares o en aulas separadas, en todas o en algunas materias, no se sustenta en base cient¨ªfica alguna; no existen diferencias biol¨®gicas entre hombres y mujeres en relaci¨®n a sus capacidades intelectuales. Es inconcebible que en la actualidad se planteen estos argumentos y se omitan los reales, que las diferencias principales de g¨¦nero son meramente culturales.
Y no es que simplemente se avale la segregaci¨®n por sexos, sino que se ratifica el derecho a que este ¡°modelo pedag¨®gico¡± sea subvencionado con fondos p¨²blicos, excediendo la interpretaci¨®n de la Constituci¨®n en relaci¨®n a la libertad de ense?anza y proporcionando una cobertura a los centros concertados que debe venir solo por la v¨ªa legislativa.
La coeducaci¨®n es fundamental para afianzar la convicci¨®n en la igualdad efectiva, para la prevenci¨®n de actitudes machistas y violencia de g¨¦nero
Considero privativo, excluyente y contraproducente para la formaci¨®n integral de nuestros j¨®venes que la sentencia ratifique la obligaci¨®n de elecci¨®n entre religi¨®n o valores. A pesar de que la Constituci¨®n y la misma sentencia recogen que los valores constitucionales deben ser objeto de estudio, la realidad es que en nuestros centros los alumnos y sus familias deben elegir, por lo que no se garantiza la formaci¨®n en valores c¨ªvicos y democr¨¢ticos para todos y todas. En una sociedad como la que vivimos es imprescindible una educaci¨®n c¨ªvica para comprender mejor lo que nos rodea y actuar con respeto y tolerancia de acuerdo a nuestros principios comunes como sociedad.
La participaci¨®n democr¨¢tica debe ser igualmente un principio que se trabaje desde las edades tempranas, de tal manera que nuestros ni?os y ni?as aprendan valores practicando la democracia en el aula, con m¨¦todos de trabajo que promuevan la b¨²squeda del consenso y la participaci¨®n activa. En mi opini¨®n, la sentencia del TC descafe¨ªna el valor de la participaci¨®n. No parece razonable que despu¨¦s de a?os de haber experimentado altos niveles de participaci¨®n escolar, de desarrollo de escuelas democr¨¢ticas y participativas, se restrinjan derechos que van en contra de principios contemplados en la Constituci¨®n. No es un buen ejemplo para nuestros ni?os y ni?as, y resulta poco o nada motivador para los padres y madres, cuya cooperaci¨®n es muy demandada por el profesorado.
Tampoco estoy de acuerdo con ning¨²n tipo de segregaci¨®n educativa, ni por sexo, ni por itinerarios ni por rendimiento educativo; es una cuesti¨®n de principios y de convicciones educativas. No es positivo un modelo que separa y estigmatiza. Tampoco es bueno que siga existiendo un modelo educativo que pone barreras a la formaci¨®n.
El Constitucional ha dictado sentencia, pero ha generado serias dudas sobre los argumentos esgrimidos y cuatro votos particulares muy discrepantes dejan claro las diferencias ideol¨®gicas existentes. Nuestra Constituci¨®n es una norma amplia que permite distintas interpretaciones y, lamentablemente, un modelo educativo como el de la segregadora LOMCE; pero tambi¨¦n otros modelos orientados hacia una mayor igualdad y progreso social.
Mar¨ªa Luz Mart¨ªnez Seijo es secretaria de Educaci¨®n y Universidades del PSOE.
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