Democracia e identidad
Resulta dif¨ªcil deshacer este camino una vez se emprende, porque los partidos responsables logran maximizar su porci¨®n del pastel electoral
Las democracias modernas viven en una constante crisis existencial entre identidad y pluralismo. En ellas, el voto, y en realidad cualquier acto de participaci¨®n pol¨ªtica, es al mismo tiempo individual y colectivo: queremos expresar nuestras preferencias, deseos, quejas y anhelos, pero sabemos que no tienen sentido si no lo hacemos en conjunto con otros. Y esta agregaci¨®n funciona particularmente bien cuando no se basa tan solo en la expresi¨®n de intereses concretos, en qu¨¦ queremos, sino que se remonta al qui¨¦nes somos.
As¨ª, la aspiraci¨®n l¨®gica de cualquier partido es que se le asocie con el m¨ªnimo com¨²n denominador identitario. Que, en un mundo hecho de Estados-naci¨®n, suele coincidir con la propia identidad nacional. ?Pero qu¨¦ sucede cuando se trata de un pa¨ªs como el nuestro, que contiene m¨¢s de una aspiraci¨®n de pertenencia?
Aqu¨ª hay dos alternativas. Podr¨ªa ser que uno o varios partidos logren construir una identidad plural, y que en ella basen su acogida y ¨¦xito electoral. Pero este equilibrio se antoja precario: los incentivos para que al menos uno de los dos lados se sienta tentado de sembrar la divisi¨®n son muy altos. Al fin y al cabo, con la estrategia del unitarismo identitario, que tambi¨¦n podr¨ªamos llamar de ¡°un solo pueblo¡±, uno puede so?ar con mayor¨ªas casi permanentes.
Evidentemente, cuando uno de los lados se decide definitivamente por el unitarismo, la estrategia l¨®gica para el rival es hacer exactamente lo mismo. De esta manera se pasa al otro tipo de equilibrio, uno basado en un conflicto nacional identitario, mal disimulado tras una contradicci¨®n: ambos frentes se atribuir¨¢n la capacidad de incluir a todos bajo una misma bandera, pero ambos tambi¨¦n definir¨¢n al otro como enemigo.
Resulta dif¨ªcil deshacer este camino una vez se emprende, porque los partidos responsables logran maximizar su porci¨®n del pastel electoral. El pluralismo, eso s¨ª, sale perdiendo. La democracia est¨¢ llena de estos ejemplos, en los que lo que es bueno para una parte perjudica al propio funcionamiento del sistema. Pero este, sin duda, se cuenta entre los m¨¢s peligrosos. @jorgegalindo
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