El momento del PSOE

La fortuna ha colocado al PSOE en una situaci¨®n ideal. Los partidos con los que m¨¢s directamente compite comienzan a pon¨¦rselo m¨¢s f¨¢cil. Por utilizar el lenguaje del tenis, algunos por errores no forzados, como Podemos o Ciudadanos; y otro, el PP, por el permanente error de haber mirado siempre hacia otro lado cuando las se?ales de corrupci¨®n en el seno de su partido eran ya m¨¢s que evidentes. El caso Zaplana y la demoledora sentencia del caso G¨¹rtel no han hecho m¨¢s que recordar esta certeza.

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Aunque a m¨ª personalmente la decisi¨®n de Iglesias y Montero de comprarse un chal¨¦ me deja indiferente, es indudable que el recurso ¡°exculpatorio¡± a las bases ha debilitado su posici¨®n en el tablero. M¨¢s dudoso es ya cu¨¢l sea el efecto del ¡°giro patri¨®tico¡± de Ciudadanos en las encuestas. Probablemente les permita seguir ara?ando votos en la derecha, ahora adem¨¢s con el viento a favor que les proporciona Zaplana. Pero tambi¨¦n frenar¨¢ el flujo hacia ellos de los votos socialistas.

La gran pregunta es si el PSOE conseguir¨¢ recuperar los votos perdidos hacia Podemos y Ciudadanos o si estos seguir¨¢n sumando al ya grueso contingente de exvotantes socialistas que se colocan en la abstenci¨®n. La ocasi¨®n para recobrarlos est¨¢ ah¨ª, falta saber aprovecharla. Ahora m¨¢s que nunca este partido depende de s¨ª mismo. ?Seguir¨¢ viendo venir las bolas o se atrever¨¢ a subir a la red?

La clave de las pr¨®ximas elecciones ser¨¢ la cuesti¨®n identitaria, algo que nunca es bueno para la izquierda. Pero, parad¨®jicamente, aqu¨ª es donde el PSOE puede presentar propuestas que nos saquen de las polarizaciones en las que estamos inmersos. Tiene la ventaja, adem¨¢s, de que nadie puede poner en duda su sentido de Estado. Le falta por incorporar una idea de la naci¨®n espa?ola, que inevitablemente se conjuga en plural. Y esto solo es factible a partir de una revisi¨®n federal profunda en la que lo m¨¢s importante no es la distribuci¨®n de competencias, sino la naturaleza de la Federaci¨®n, la organizaci¨®n de las instancias centrales y los factores simb¨®licos que encarnen.

Ahora que tanto se habla de patriotismo, el buen patriota espa?ol no es el que se envuelve en la bandera, sino el que sabe acoger en su idea de pa¨ªs la gran diversidad de sensibilidades nacionales y lenguas que alberga. Sin querer liar m¨¢s la disputa sem¨¢ntica, dir¨ªa que lo que necesitamos son patriotas posnacionales, ciudadanos en cuyo Estado nos reconocemos todos porque todos participamos de lo que tenemos en com¨²n a pesar de las grandes diferencias, y sabemos mirar a Europa como parte de ese destino compartido.

No es f¨¢cil liderar algo as¨ª, pero m¨¢s tarde o m¨¢s temprano alguien tendr¨¢ que hacerlo. Y si el PSOE se anima, puede que no consiga un ¨¦xito inmediato, pero estar¨¢ inmejorablemente situado cuando las otras opciones hayan mostrado su inviabilidad y la racionalidad se imponga a las emociones primarias.