Rajoy parece seguir su consigna: ¡°Mariano, s¨¦ fuerte¡±
El PSOE ha centrado la moci¨®n en la brecha entre un PP enriquecido y unos ciudadanos empobrecidos. S¨¢nchez promete estabilidad. Rajoy empieza a la defensiva y pasa al ataque
La pol¨ªtica ha vuelto. Si alguien hab¨ªa dado por muerto este deporte saludable relegado en estos a?os a la actividad de los tribunales (caso Catalu?a) o reducido a una mera actividad unidireccional del emisor (votante) frente a un receptor (Gobierno) que no se sent¨ªa concernido por sus fallos ni delitos, que se despierte. Hay noticias. La moci¨®n de censura que hoy est¨¢n librando Pedro S¨¢nchez y el PSOE puede poner fin a siete a?os de Gobiernos del Partido Popular marcados no solo por la corrupci¨®n, sino por la incapacidad de afrontar responsabilidades, de acometer la regeneraci¨®n democr¨¢tica y por la insolente defensa del argumento de que las urnas perdonaban los pecados. Ya no es as¨ª.
Cuando parec¨ªa que la corrupci¨®n estaba amortizada en las urnas, la pol¨ªtica resucita con la leg¨ªtima ambici¨®n de apartar a Rajoy
El PSOE ha centrado la moci¨®n en la herida que ha causado a los espa?oles el abismo entre un Partido Popular y sus dirigentes enriquecidos durante a?os a base de fondos y comisiones ilegales pagados en ¨²ltima instancia con el dinero de todos, y la precariedad y empobrecimiento que han sufrido los ciudadanos simult¨¢neamente. Mientras ellos inflaban sus cuentas, mientras algunos sacaban dinero a Suiza y el PP se instalaba en una trama de corrupci¨®n institucional, tal y como ha descrito la sentencia, otros sucumb¨ªan a la pobreza, los recortes y los sacrificios. En una intervenci¨®n mejorable en algunas formas e irregular en ciertos momentos, el secretario de Organizaci¨®n del PSOE, Jos¨¦ Luis ?balos, ha acertado en centrar el debate en esa herida hoy insuperable. Y en otras m¨¢s: el desprecio del PP al trabajo de los jueces. En un tiempo en que el Partido Popular ha cedido tanta pol¨ªtica a la actividad judicial, las proclamas ahora para poner en duda la sentencia de la Audiencia Nacional le pasar¨¢n factura.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, por su parte, se ha refugiado a la defensiva en los argumentos que ha esgrimido su partido estos d¨ªas: las urnas nos avalan, eso ocurri¨® hace 15 a?os, no hay condena penal (?balos ya ha explicado que la condena penal no era pertinente cuando se cometieron los hechos, antes de la reforma del C¨®digo Penal), y que esto afecta a "determinados militantes". Adem¨¢s, en el pobre argumento de que quien est¨¦ libre de pecado tire la primera piedra: "?Son ustedes Teresa de Calcuta"? Y "si no pueden dar lecciones, mejor callarse". En su correosa r¨¦plica a ?balos, no parece traer el presidente razones nuevas para mantener la mayor¨ªa en el Congreso ni en la calle, y las que ha tra¨ªdo son ralas.
Tras el estilo a ratos hooligan de ?balos, Pedro S¨¢nchez ha elevado el tono y ha situado la moci¨®n como exigencia en defensa del prestigio de las instituciones, de la higiene democr¨¢tica y la ejemplaridad. Estabilidad econ¨®mica, territorial y democr¨¢tica y consenso es su promesa. Manteniendo los presupuestos aprobados para garantizar la gobernabilidad. Derogando los art¨ªculos m¨¢s represivos de la ley mordaza. Impulsando la igualdad de g¨¦nero. Y abriendo la puerta al di¨¢logo con el nuevo Govern de Catalu?a, sin faltar un gui?o al Gobierno vasco. El list¨®n queda as¨ª, para s¨ª mismo y el PP, bien alto.
Desde la publicaci¨®n de los papeles de B¨¢rcenas que registraban los sobresueldos en dinero B a los dirigentes del PP y m¨¢s a¨²n desde que se conoci¨® el famoso SMS de ¨¢nimo de Rajoy a su extesorero -"Luis, s¨¦ fuerte"- el presidente del Gobierno deber¨ªa haber asumido su responsabilidad y haber dado paso en el PP a dirigentes o generaciones no contaminadas por el caso G¨¹rtel. No lo hizo entonces ni lo hizo tras la sentencia de la Audiencia Nacional, pero hoy son las dem¨¢s fuerzas parlamentarias las que pueden forzarle a salir. Cuando parec¨ªa que la corrupci¨®n estaba amortizada en las urnas, la pol¨ªtica est¨¢ resucitando con la leg¨ªtima ambici¨®n de sacarle de La Moncloa. Probable final sin honor para el presidente que m¨¢s hizo por no hacer. Ni en Catalu?a, ni contra la corrupci¨®n.
En su contrarr¨¦plica a Pedro S¨¢nchez, Rajoy ha recuperado el tono agresivo del dur¨ªsimo ataque personal. El presidente pareciera haberse dicho a s¨ª mismo: "Mariano, s¨¦ fuerte".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.