La coacci¨®n de la verdad
Ocurre que, a veces, los ciudadanos no podemos darnos el lujo de menospreciar la realidad y se produce el milagro
?Recuerdan la abyecta guerra de Irak y las razones esgrimidas para la invasi¨®n? C¨®mo no hacerlo: la afirmaci¨®n sobre las inexistentes armas de destrucci¨®n masiva por parte de los Gobiernos de Bush y Blair ¡ªy su aliado de las Azores¡ª permanece como una de las grandes mentiras de nuestra historia reciente. La sensaci¨®n de d¨¦j¨¤ vu regres¨® con la conexi¨®n de ETA con el 11-M y el descaro de Aznar al insistir en la burda mendacidad cuando ya no era posible ocultamiento alguno. Del enga?o fabricado, incluso con cierta sofisticaci¨®n, se pas¨® a la mentira tosca, pues ya era imposible el disimulo: todo suced¨ªa a plena luz del d¨ªa.
Ocurre que, a veces, los ciudadanos no podemos darnos el lujo de menospreciar la realidad y se produce el milagro. Al mentiroso se le cobran las deudas porque, al final, la realidad es demasiado amplia como para cubrirla o adaptarla a los intereses personales de dominio o perpetuaci¨®n en el poder. Aquel cinismo del aznarinato le cost¨® el Gobierno al PP, pero parece que Rajoy no tom¨® nota. Como por influjo de una iron¨ªa hist¨®rica, no ha sido la corrupci¨®n, ni siquiera la p¨¦sima gesti¨®n de la crisis catalana, lo que ha terminado con su reinado. Lo ha hecho la negaci¨®n de la realidad, pues a fuerza de refutar sistem¨¢ticamente, durante casi una d¨¦cada, lo que por fin apareci¨® en una sentencia, termin¨® emergiendo la verdad judicial como un corcho a la superficie del agua, pero con la fuerza de una bofetada en la cara.
El pasado siempre acaba reapareciendo, y nuevamente Rajoy intent¨® regresar al resbaladizo terreno de la conspiraci¨®n, perge?ando elementos paranoides hasta distorsionar la realidad incluso con sa?a. Frente a las interpretaciones dignas de Cuarto milenio, lleg¨® la hora de reivindicar los hechos como ¨²nico basti¨®n contra el canalla, contra quien pretende imponernos su interesada descripci¨®n de la realidad. Porque no es la moci¨®n de censura la que lo ha desalojado del mando. Simplemente sucede que, a veces, el peso de la realidad se vuelve coactivo. Por eso, para esperanza nuestra, la impunidad de los embusteros nunca ser¨¢ total. @MariamMartinezB
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