Yihadistas europeos
Los perfiles de los terroristas j¨®venes difieren tanto en funci¨®n de la comunidad de origen como de la historia y la cultura nacionales
El retorno de la violencia religiosa a Europa es un traumatismo para nuestras sociedades secularizadas. Si las v¨ªctimas del yihadismo en el Viejo Continente representan menos del 2% de los aproximadamente 170.000 muertos relacionados con el terrorismo islamista, esa amenaza se ha instalado en las cabezas. El atentado de Lieja, de posibles motivaciones islamistas, viene a recordarlo: es una ¡°urgencia que dura¡± para las fuerzas del orden y el ej¨¦rcito. Y una gran preocupaci¨®n para los Gobiernos. En el momento de las primeras puestas en libertad de combatientes del Daesh condenados por la justicia, del retorno de los decepcionados por el salafismo conquistador, la respuesta de los Estados, ya sea policial, judicial o militar, ya no basta. Mientras que las tentativas de desradicalizaci¨®n y la lucha contra la radicalidad a¨²n no han demostrado su eficacia.
Con el Daesh, el atractivo del salafismo combatiente en Europa se ha multiplicado por diez y el terrorismo islamista se ha hecho end¨®geno. Nuestros pa¨ªses ya no hacen frente a algunos individuos de largo recorrido yihadista llegados de fuera sino a centenares de sus ciudadanos que, a veces sin antecedentes, cometen asesinatos en su propio pa¨ªs.
Las circunstancias hist¨®ricas (la guerra en Siria y la creaci¨®n de un neocalifato entre Irak y Siria) han impulsado a la acci¨®n directa a estos j¨®venes a disgusto en su tierra o en larvada rebeld¨ªa, consagr¨¢ndose a una utop¨ªa mort¨ªfera hasta el sacrificio ¨²ltimo. Sus perfiles var¨ªan seg¨²n los pa¨ªses y dicen mucho acerca de lo que somos. Veamos, por tanto.
Sus frustraciones sociales y su dilema identitario les empujan a la radicalidad
Diversos estudios se han interesado por el origen, el recorrido y las motivaciones de esos yihadistas europeos. Esos datos muestran que el euroyihadismo es un hecho social total, como lo defini¨® el antrop¨®logo Marcel Mauss. Los perfiles de esos j¨®venes combatientes difieren tanto en funci¨®n de la comunidad de origen como de la historia y la cultura nacionales. Es sorprendente que los suizos que se fueron a luchar a Siria no mantengan un discurso hostil hacia su pa¨ªs ni que no se haya cometido hasta ahora ning¨²n atentado sobre suelo helv¨¦tico. En Francia, en cambio, la exclusi¨®n social, sentida como una humillaci¨®n que prolonga la del pasado colonial y un laicismo percibido como antimusulm¨¢n, producen un discurso de odio y de atentados en el Hex¨¢gono, se?ala Farhad Khosrokhavar en La nueva yihad en Occidente.
Su malestar, que adquiere en ocasiones apariencias psic¨®ticas, puede nacer tambi¨¦n de una ausencia de referencias familiares y de perspectivas de integraci¨®n social, en ¨¢mbitos pobres y convertidos en guetos. Muchos han crecido en el seno de familias rotas y vivido una adolescencia marcada por la ausencia de autoridad paterna en sociedades cuyas utop¨ªas colectivas se han desacreditado. Sus frustraciones sociales y su dilema identitario, en plena flor de la edad, les empujan a una radicalidad que encuentra en el salafismo un campo de realizaci¨®n personal, incluso de hero¨ªsmo.
Si el pasado colonial o el compromiso militar contra el Daesh es com¨²n en Francia, en las comunidades brit¨¢nicas, paquistan¨ªes y banglades¨ªes la religi¨®n est¨¢ m¨¢s integrada en las familias y es mejor aceptada en el espacio p¨²blico. No hay legislaci¨®n sobre el velo en Reino Unido, al contrario de en Francia o en B¨¦lgica. En Alemania, la comunidad musulmana m¨¢s fuerte, la de los turcos, es menos porosa al fundamentalismo. Son en general los reci¨¦n llegados (refugiados) o inmigrantes de primera generaci¨®n los que toman las armas. Mientras que en Francia m¨¢s bien proceden de la segunda o tercera generaci¨®n. Si en el Hex¨¢gono o en B¨¦lgica las redes se organizan por su origen, en Alemania las c¨¦lulas mezclan a individuos de todas las procedencias. En Italia, los migrantes de primera generaci¨®n viven m¨¢s bien en ciudades medianas. As¨ª, el efecto gueto y comunitario est¨¢ en ellas menos presente y, de hecho, hay menos italianos en las filas del Daesh que franceses o alemanes. En Espa?a es el barrio de El Pr¨ªncipe, en Ceuta, puerta de entrada del Magreb, y Catalu?a, donde 30 mezquitas predican el salafismo, los que concentran los candidatos a la yihad. En Europa, en fin, los convertidos salidos de las clases medias son una minor¨ªa, mientras que son mayoritarios en Am¨¦rica del Norte.
Si los Gobiernos europeos no hacen frente a las ra¨ªces sociales, culturales y urbanas del mal mediante una pol¨ªtica proactiva con las comunidades musulmanas, podemos apostar a que el retroceso del Daesh en el Levante no ser¨¢ suficiente para un agotamiento de las vocaciones en Occidente.
Olivier Bot es redactor-jefe adjunto de La Tribune de Gen¨¨ve.
Traducci¨®n de Juan Ram¨®n Azaola.
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