Paz incivil
La historia del siglo XX y la m¨¢s actual ense?a tambi¨¦n que las guerras civiles son conflictos de largo alcance, muy dif¨ªciles de acabar
La historia de las guerras civiles est¨¢ cargada de mitos y m¨²ltiples explicaciones. M¨¢s all¨¢ de eso, sin embargo, siempre aparece la misma realidad: las guerras civiles son operaciones quir¨²rgicas que se saldan con miles de asesinatos, violaciones, exilios masivos y, en los casos m¨¢s extremos, genocidios.
Pero la historia del siglo XX y la m¨¢s actual ense?a tambi¨¦n que las guerras civiles son conflictos de largo alcance, muy dif¨ªciles de acabar. Pocas han visto su final en medio de negociaciones y con una aparente conciliaci¨®n. Lo m¨¢s com¨²n es que terminen con la completa victoria militar de un bando sobre el otro, en una paz acompa?ada de violencia atroz e incesantes violaciones de derechos humanos.
La paz incivil que sigui¨® a la guerra civil espa?ola resulta desde ese punto de vista paradigm¨¢tica. A partir del 1 de abril de 1939, la destrucci¨®n del vencido se convirti¨® en prioridad absoluta. La cultura pol¨ªtica de la violencia y de la divisi¨®n entre vencedores y vencidos, ¡°patriotas y traidores¡±, se impuso al menos durante dos d¨¦cadas despu¨¦s del final de la guerra. Los vencidos tuvieron que adaptarse a las formas de convivencia impuestas por los vencedores. La amenaza de ser perseguido, humillado, la necesidad de disponer de avales y buenos informes para sobrevivir, pod¨ªa alcanzar a cualquiera que no acreditara una adhesi¨®n inquebrantable al Movimiento o un pasado limpio de pecado republicano.
Un paso esencial de esa violencia vengadora sobre la que se asent¨® el franquismo fue la Ley de Responsabilidades Pol¨ªticas, de 9 de febrero de 1939. La puesta en marcha de ese engranaje represivo y confiscador caus¨® estragos entre los vencidos, abriendo la veda a una persecuci¨®n arbitraria y extrajudicial que en la vida cotidiana desemboc¨® muy a menudo en el saqueo y en el pillaje. Los afectados, condenados por los tribunales y se?alados por los vecinos, quedaban hundidos en la m¨¢s absoluta miseria.
La posguerra fue en Espa?a larga, con la negaci¨®n del perd¨®n y la reconciliaci¨®n, y con Franco, los militares y la Iglesia cat¨®lica mostrando un compromiso firme y persistente con la venganza. Franco y los vencedores de la guerra tuvieron la gran fortuna de poder construir su paz en un momento en que casi toda Europa estaba bajo la bota nazi. La situaci¨®n internacional, en verdad, fue muy propicia para el franquismo, desde sus or¨ªgenes hasta el final. Muertos Hitler y Mussolini, a las potencias democr¨¢ticas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial les import¨® muy poco que all¨¢ por el sur de Europa, en un pa¨ªs de segunda fila que nada contaba en la pol¨ªtica exterior de aquellos a?os, se perpetuara un dictador sembrando el terror e incumpliendo las normas m¨¢s elementales del llamado derecho internacional.
En Siria las cosas podr¨ªan ser diferentes y las democracias deber¨ªan evitar la paz incivil que pretende y que construir¨¢, sin duda, si tiene la oportunidad, Bachar el Asad. Pero dado el fracaso rotundo de la v¨ªa diplom¨¢tica y el apoyo de Rusia e Ir¨¢n al dictador, lo predecible es que Siria sufra una victoria absoluta, incondicional, inclemente. As¨ª fue la historia y as¨ª parece ser el presente.
Juli¨¢n Casanova es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea en la Universidad de Zaragoza.
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