La leyenda del peor portero del mundo
El portero salvadore?o Luis Ricardo Guevara pas¨® a la historia de los mundiales de f¨²tbol por el 10-1 encajado contra Hungr¨ªa en Espa?a'82
Cada cuatro a?os, cuando el f¨²tbol estalla, alguien se acuerda de ¨¦l, lo va a buscar, lo cuenta. Luis Ricardo Guevara Mora tiene un m¨¦rito raro: nadie, en la historia del f¨²tbol, lo hizo peor.
Guevara hab¨ªa nacido en San Salvador, El Salvador, en septiembre de 1961, un chico pobre de un pa¨ªs muy pobre que intentaba ¨Cadolescente, alto, atl¨¦tico, moreno¨C, jugar al baloncesto, al b¨¦isbol. Cuando le propusieron ser arquero de un equipo de f¨²tbol le pareci¨® gracioso y lo intent¨®.
Le sal¨ªa bien. Ten¨ªa 17 a?os cuando debut¨® en la selecci¨®n de su pa¨ªs; dos a?os despu¨¦s fue su arquero en las eliminatorias para el Mundial ¡¯82. El Salvador viv¨ªa en guerra civil: los combates se suspend¨ªan para ver los partidos. Fueron cinco, Guevara se llev¨® solo un gol y su pa¨ªs lleg¨®, por segunda vez en su historia, a la ronda final.
Llegar a Espa?a fue un problema: la Federaci¨®n salvadore?a era pobre pero ca¨®tica y los mand¨® en muchos aviones. Aquellos jugadores tardaron tres d¨ªas en llegar hasta Elche ¨Cdonde viv¨ªa todav¨ªa una se?ora que hab¨ªa sido, tantos a?os antes, una morena de altas torres, alta luz y ojos altos: Josefina Manresa, viuda de Miguel Hern¨¢ndez. No les importaba: todo su inter¨¦s estaba en ganar su primer partido contra Hungr¨ªa, que parec¨ªa m¨¢s f¨¢cil que Argentina o B¨¦lgica.
As¨ª que decidieron intentarlo, ir al ataque, pero a los cinco minutos ya perd¨ªan. Cuando iban 0-5 un delantero salvadore?o, ¡°Pel¨¦¡± Zapata, hizo un gol ¨Cque despu¨¦s llamar¨ªan del honor¨C y sus compa?eros le cortaron el festejo para no irritar a esos hunos sedientos. Quiz¨¢ no se irritaron; los siguieron goleando con sonrisas. Guevara podr¨ªa haber sufrido menos: cuando le hab¨ªan metido s¨®lo seis su t¨¦cnico decidi¨® cambiarlo, pero el arquero suplente se neg¨® a entrar y tuvo que seguir. Al fin, los h¨²ngaros construyeron el resultado m¨¢s tremendo de la historia de los mundiales: 10-1. En el millar de partidos que se llevan jugados desde que el torneo empez¨®, en 1930 y en Montevideo, nunca hubo nada igual.
Tiene m¨¦rito, se reconoce poco. El arte de triunfar es f¨¢cil, casi obvio; el arte del fracaso es m¨¢s complejo. Aquel d¨ªa, Ricardo Guevara levant¨®, como sin querer, su monumento: el hecho que inscribir¨ªa en las memorias. Ten¨ªa veinte a?os y ya era lo que ser¨ªa para siempre: el hombre que m¨¢s goles sufri¨® en un partido de un Mundial, un triunfador inverso.
Guevara era el s¨ªmbolo del desastre: el enemigo p¨²blico que todos quer¨ªan atacar y, tambi¨¦n, la pobre piltrafa que les gustaba compadecer
El deporte se ha transformado en el hecho cultural m¨¢s difundido de nuestros tiempos porque es simple. Parece complejo, lleno de matices, pero en ¨²ltima instancia ofrece una facilidad que la vida escamotea: un resultado. En un deporte est¨¢ claro qu¨¦ es ganar y qu¨¦ perder, qui¨¦n triunfa y qui¨¦n no. Por eso es raro cuando aparecen estos casos confusos: aquel que se hace inolvidable por su derrota.
El Salvador volvi¨® a perder sus otros dos partidos, m¨¢s discreto. Unos dias despu¨¦s, cuando ¡°la Selecta¡± ¨Cas¨ª la llaman¨C lleg¨® a San Salvador, la esperaban miles y miles de compatriotas para insultarlos por las calles. Y Guevara era el s¨ªmbolo del desastre: el enemigo p¨²blico que todos quer¨ªan atacar y, tambi¨¦n, la pobre piltrafa que les gustaba compadecer; ¨¦l no sab¨ªa qu¨¦ le dol¨ªa m¨¢s. Pero tampoco le dejaron elegir: ya en la aduana le rompieron la maleta, y una semana despu¨¦s balearon el coche donde iba. Fueron 22 tiros y no ataj¨® ninguno.
Luis Ricardo Guevara Mora debi¨® empezar su vida cuando ya la hab¨ªa definido para siempre. Se fue de su pa¨ªs, sigui¨® jugando al f¨²tbol dos d¨¦cadas m¨¢s, sobrevivi¨®. Ahora trabaja, modesto, entrado en kilos, en un polideportivo de una ciudad salvadore?a y, cada cuatro a?os, alguien recuerda que fue el peor de todos. ?l, seguramente, nunca supo olvidarlo.
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