Nueva pol¨ªtica social

La estabilidad econ¨®mica y social de un pa¨ªs depende de dos factores castigados durante los Gobiernos de Mariano Rajoy. Un mercado laboral con una contrataci¨®n estable es esencial para garantizar las expectativas de crecimiento y permitir el aumento de la productividad; la crisis financiera, la recesi¨®n subsiguiente y la pol¨ªtica econ¨®mica depresiva han hundido la productividad espa?ola hasta crear un vac¨ªo profundo en el equilibrio econ¨®mico. La recuperaci¨®n de los salarios es, adem¨¢s, una condici¨®n necesaria para la estabilidad social. Las retribuciones de los trabajadores tienen que seguir, con mayor o menor proximidad, al aumento de los beneficios y de las rentas de capital. Solo as¨ª se evita la percepci¨®n de una recuperaci¨®n asim¨¦trica y se cortan de ra¨ªz las causas de inestabilidad.

La proximidad de un acuerdo salarial entre la patronal y los sindicatos para este a?o y los dos pr¨®ximos ejercicios es un mensaje de tranquilidad social que ayudar¨¢ mucho a las expectativas de estabilidad pol¨ªtica, poco firmes hoy, durante la legislatura. Porque pone fin al alejamiento de las empresas y los sindicatos, porque instaura un horizonte de crecimiento salarial (2% m¨¢s otro punto de aumento por ajustes) que aleja el fantasma de los recortes salariales y de los ajustes basados solo en los recortes de rentas de los trabajadores y porque permite sentar bases m¨¢s firmes para el crecimiento de la econom¨ªa. M¨¢s demanda y m¨¢s consumo. No es asunto menor el que los trabajadores, que han pagado el coste m¨¢s elevado para salir de la recesi¨®n, obtengan una parte de los beneficios del crecimiento.

En clave pol¨ªtica, el nuevo Gobierno necesita una pol¨ªtica de rentas distinta, pactada y coherente con el programa econ¨®mico impl¨ªcito de la legislatura. Esa es la base que proporciona el acuerdo. Tiene que acompa?arse con un cambio veros¨ªmil en las leyes laborales. La reforma laboral de Rajoy debe interpretarse como una norma excepcional, quiz¨¢ necesaria para permitir la supervivencia de las empresas en una recesi¨®n profunda, pero que no es compatible con una fase de recuperaci¨®n. Los empresarios que mejor han reaccionado a la crisis saben que la estabilidad en el empleo aumenta la productividad, genera m¨¢s valor a?adido y fortalece a las empresas. Los negocios construidos sobre la temporalidad y los contratos precarios suelen ser ef¨ªmeros y su aportaci¨®n a la estabilidad econ¨®mica es irrisoria.

El Gobierno de S¨¢nchez ha experimentado en sus carnes el s¨ªndrome de la cruda realidad y ha tenido que admitir que carece de esca?os para derogar la reforma laboral. Quiz¨¢ la minor¨ªa parlamentaria pueda convertirse en este caso en una ventaja, porque no es necesario derogar la reforma laboral para mejorar el mercado de trabajo. Basta, por el momento, con reformar aspectos cr¨ªticos de la reforma. Las l¨ªneas de acci¨®n, lo que la ministra llama retoques, cuya exigencia m¨ªnima es que sean pactadas, se concretan en combatir la temporalidad a trav¨¦s de los incentivos adecuados y de las inspecciones laborales necesarias, debatir de nuevo la ultractividad y volver a la prevalencia de los convenios sectoriales sobre los de empresa. Son pr¨¢cticas que pueden mejorar las condiciones del mercado laboral en dos a?os.