A vosotras, ah¨ª arriba
La autora malague?a recuerda a las mujeres de ¡°mo?os blancos y zarcillos negros¡± que le ense?aron a apreciar la belleza de las palabras.
QUERIDAS M?AS: No pasa d¨ªa que suba la cuesta del Barranquillo que no me acuerde de ti, mi querid¨ªsima Pito?a. De ti y de todas vosotras, mi Tata, tan hacendosa; mi Dolores Teresa, tan sabia; mi abuela, Mar¨ªa Mar¨ªn, tan severa y elegante.
Una vez se cay¨® una viga de la sala baja, justamente al lado de la mecedora donde mi abuela, conmigo en brazos, me contaba un cuento. No se inmut¨®.
¡ªPrimero acabamos el cuento y luego le contamos a tu madre lo de la viga.
Vosotras me ense?asteis a hablar, a deslizarme por el tobog¨¢n de las palabras para llegar a cualquier sitio. Os recuerdo con los mo?os blancos y los zarcillos negros, tejiendo primores con las manos y relatos con la sintaxis, precisa y gr¨¢cil del habla popular andaluza, un puro terciopelo de met¨¢foras e hip¨¦rboles, vergel ed¨¦nico, a¨²n no tocado por la rigidez de la escritura.
Hab¨ªa historias que ven¨ªan de lejos:
¡°Grandes guerras se publican
por Espa?a y Portugal,
y al Conde Sol me lo mandan
de capit¨¢n general¡¡±.
Algunas, de m¨¢s cerca. De la peque?a aldea de Macharaviaya brotaban las leyendas de los G¨¢lvez, los hijos de un porquero que llegaron a virreyes. Qu¨¦ sobresalto tremendo fue encontrar a Bernardo de G¨¢lvez en un libro de texto en octavo de EGB y descubrir que su persona pertenec¨ªa a ese territorio de la confusi¨®n que llamamos historia y no al reino de palabras brillantes y sangre de ambros¨ªa de vuestros cuentos. Muchos relatos hab¨ªan nacido tan cerca que sal¨ªan de la ventana de la casa de enfrente o de aquel que acababa de pasar por la calle, o de su padre, o de su abuelo, que en realidad no era su abuelo.
¡ª?C¨®mo que no era su abuelo?
Cu¨¢ntos significados tuvo la palabra ¡®servicio¡¯ para m¨ª, antes de fallecer sepultada por el artificio riguroso de las denotaciones y las connotaciones en los estudios de Ling¨¹¨ªstica
¡ªNi?a, t¨² escucha y calla.
El ciclo ¨¦pico de los Condes de Castilla. La saga de Egil Skallagrimsson. De cuando las palabras estaban sin domesticar y sab¨ªan, como las jinetas, subirse a los ¨¢rboles. Pero al conjuro de vuestra voz obedec¨ªan las palabras a la orden superior de detener el tiempo y quedaba abolida la tristeza contractual de la palabra escrita, sin alma y sin sonido, y en aquella fluidez de frase y verso, de verso y canto, el pasado, el presente y el futuro descubr¨ªan su falsedad, desenmascarados por una fuerza mucho m¨¢s poderosa.
¡°Gerineldo, Gerineldo,
Gerineldito pulido,
?qui¨¦n te tuviera esta noche
dos horas a mi servicio?¡±.
Cu¨¢ntos significados tuvo la palabra ¡®servicio¡¯ para m¨ª, antes de fallecer sepultada por el artificio riguroso de las denotaciones y las connotaciones en los estudios de Ling¨¹¨ªstica, que vienen a ser como la ciencia forense del lenguaje. Quiz¨¢ solo se puede estudiar lo que est¨¢ muerto o hay que matarlo para que admita estudio.
Como dec¨ªa la canci¨®n del viejo Moustaki, todos los dem¨¢s me rodean, pero vosotras me esper¨¢is. Ojal¨¢ un d¨ªa merezca el honor (hago todo lo que puedo) de sentarme a tejer con vosotras, libre ya de las angustias del tiempo.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.