Agradezcamos la dicha
Mientras algunos prefieren el silencio c¨®mplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar
¡°Se tom¨® la molestia¡±, reza la leyenda en la tumba de Willie Brandt. Es el epitafio favorito de Fernando Savater, seg¨²n ¨¦l mismo explica en el art¨ªculo Perdonen las molestias . Puede comprenderse la predilecci¨®n de Savater por ese epitafio. Sin duda, tomarse la molestia por infinidad de causas justas es una constante a lo largo de su trayectoria. Y encima, los costes de ese compromiso siempre los ha asumido con humildad, sentido del humor y profunda altura de miras. Qu¨¦ m¨¢s puede pedirse.
Si el Cantar del M¨ªo Cid da cuenta de un reproche (¡°lengua sin manos, c¨®mo osas fablar¡±), Savater encarna discurso y acci¨®n: imprescindible voz que no se queda de brazos cruzados. Tambi¨¦n por eso ha sido un extraordinario educador cuando ejerc¨ªa como profesor universitario, y lo sigue siendo a trav¨¦s de sus escritos y comparecencias p¨²blicas. Si la aut¨¦ntica educaci¨®n requiere del ejemplo, si una de las claves educativas es el hacer hacer, la lengua con manos de Savater ha eludido el c¨®modo toreo de sal¨®n. Sus palabras invitan a la acci¨®n, y sus acciones hablan por s¨ª solas. Dentro y fuera del aula, maestro siempre. Una admirable simbiosis de brillantez intelectual y coraje c¨ªvico. Y todo ello envuelto en ese tono cercano, comprensible, desenfadado y jovial que tanto le caracteriza. Es sabidur¨ªa (sin petulancias), grandeza (sin postureos) y ejemplaridad (de la que reconforta).
En uno de sus textos, Savater explica un significativo pasaje de su infancia. En los circos de aquella ¨¦poca, las jaulas de las fieras se dispon¨ªan en las proximidades de la carpa, de modo que en los horarios en que no hab¨ªa funci¨®n, los animales resultaban bastante accesibles para el p¨²blico. Un d¨ªa, aquel peque?o Savater se top¨® con un tigre de Bengala dormido, y no pudo resistirse a acariciar su testuz; gan¨¢ndose, claro, la bronca posterior de su abuelo Antonio.
Aquello debi¨® resultar premonitorio, puesto que Savater, ya crecido, toda su vida ha seguido colocando la mano al otro lado de los barrotes. Ya no porque esas otras fieras estuvieran dormidas (sino porque sab¨ªa, precisamente, que estaban m¨¢s que despiertas), y desde luego ya no para acariciarlas (sino para plantarles cara con decidida convicci¨®n). Nunca ha abandonado ese arrojo. Y de ah¨ª que se buscase complicaciones en la dictadura franquista (y eso le llev¨® a la c¨¢rcel, y eso supuso que le apartaran de la Universidad); y de ah¨ª que estuviera en el punto de mira de los asesinos etarras durante a?os y a?os; y de ah¨ª que los nacionalistas de todo signo le consideren un indeseable; etc¨¦tera.
Son m¨²ltiples los charcos en los que ha entrado. No entra de forma caprichosa. Entra con la veracidad de los hechos y el argumento racional
Son m¨²ltiples los charcos y jardines en los que Savater ha entrado. No entra de forma caprichosa. Entra con la veracidad de los hechos y el argumento racional. Entra para defender derechos y libertades individuales; para denunciar atropellos contra las instituciones democr¨¢ticas; para salvaguardar el concepto de ciudadan¨ªa; o para combatir zafias simplezas, populistas monsergas, manipuladores enga?os y fan¨¢ticas enajenaciones.
"No hay p¨¢gina de Chesterton que no contenga un deslumbramiento", apunt¨® Borges. Pues bien, igual sucede con Savater: siempre hay deslumbramiento, siempre hay hallazgo, siempre te suministra aprendizaje. Aunque no compartieras lo que te est¨¢ diciendo, con Savater siempre puedes aprender: aprendes por lo que dice, aprendes por c¨®mo lo dice, y aprendes porque lo dicho te va a conducir a otro autor, a otro libro, a una determinada pel¨ªcula, a una determinada m¨²sica, a un determinado c¨®mic... Savater es una invitaci¨®n a seguir buscando.
No har¨¢ falta enumerar su excepcional y extenso curr¨ªculum. Esa enumeraci¨®n, por exhaustiva que sea, nunca reflejar¨ªa cuanto de meritoria resulta su carrera en t¨¦rminos creativos, pedag¨®gicos y democr¨¢ticos. Ninguna enumeraci¨®n alcanzar¨ªa a plasmar el inmenso magisterio de su actitud: una actitud implicada y vital, a pesar de todas las penas y dificultades que toque afrontar.
Mientras algunos prefieren el silencio c¨®mplice y acomodaticio, Savater siempre ha optado por no callar. Mientras algunos escurren el bulto, Savater siempre ha optado por mirar de frente. Mientras algunos se decantan por interesados y rentables disimulos, Savater siempre ha optado por no esconderse. As¨ª son las personas libres. Y es de justicia que el Premio Internacional COVITE (Colectivo de V¨ªctimas del Terrorismo) haya reca¨ªdo en ¨¦l este a?o: este 23 de junio recogi¨® en San Sebasti¨¢n el merecido galard¨®n. No es que tengamos que disculparle las molestias. Es que deber¨ªamos mostrarle una inmensa gratitud por abrirnos los ojos en tantas y tantas ocasiones. Agradezcamos la dicha de tenerle.
?scar S¨¢nchez-Alonso es doctor en Comunicaci¨®n y profesor universitario (Facultad de Comunicaci¨®n, UPSA)
@osanchezalonso
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