¡°No hemos venido aqu¨ª a rendirnos¡±
Si no impulsamos iniciativas que cambien la inercia de los ¨²ltimos 30 a?os antes o despu¨¦s Catalu?a se independizar¨¢

Lo confieso: soy una bestia con forma humana. Me miro al espejo y me pregunto cu¨¢ndo se torci¨® todo, porque hasta donde alcanza mi rastro geneal¨®gico, al menos siete de mis bisabuelos eran catalanes. Ganader¨ªa fet¨¦n, as¨ª que me barrunto yo que debi¨® ser mi octavo bisabuelo, de origen quiz¨¢ impuro, el portador de lo que Quim Torra llama mi ¡°desorden de ADN¡±. En mi caso esta tara gen¨¦tica ha provocado aut¨¦nticos estragos: hablo habitualmente en espa?ol, me emociona el himno de Espa?a y celebro las victorias del Real Madrid. Ello me convierte en una bestia sin remedio y en carne de gulag en la Catalu?a independiente.
La colecci¨®n de insultos de Torra ¨Cy del nuevo consejero Jordi Puigner¨®¨C contra Espa?a y los espa?oles pone al descubierto lo que siempre hemos sabido quienes los conocemos bien, que es que en ese mundo nacionalista que jam¨¢s fue moderado abundan los tipos en los que anida, al escarbar un poco, un supremacista de libro. Muchos con indudables problemas de miop¨ªa necesitaron de la primera entrega del culebr¨®n del proc¨¦s para caerse del caballo. Qued¨® entonces constatada la cala?a de las ¨¦lites pol¨ªticas catalanas al impulsar desde las instituciones un golpe de Estado, ilegal por definici¨®n, en contra de la voluntad de m¨¢s de la mitad de los catalanes y en base a un argumentario repleto de mentiras.
Y qued¨® latente tambi¨¦n su peligrosidad, pues el refer¨¦ndum del 1 de octubre, la aprobaci¨®n de las leyes rupturistas y la declaraci¨®n de independencia no fueron otra cosa que una llamada a la rebeli¨®n ciudadana en toda regla, con el t¨¢cito y perverso mensaje de que, una vez ejecutada la parte pol¨ªtica, correspond¨ªa a la ciudadan¨ªa tomar el testigo para defender la causa en las calles. Ahora, sin embargo, los exabruptos de Torra, Puigner¨® y dem¨¢s odiadores profesionales contra Espa?a quiz¨¢ sirvan para que los equidistantes habituales (brillantemente retratados por Fernando Savater en estas mismas p¨¢ginas) y quienes a¨²n miran para otro lado se convenzan al fin de que, como dijo Juncker, el nacionalismo es veneno.
En realidad, haber dado las riendas del gobierno catal¨¢n a pol¨ªticos xen¨®fobos y supremacistas supone una oportunidad de oro para invertir el relato. Urge hacerlo, desde luego, en el extranjero, donde perdemos la batalla de la opini¨®n p¨²blica por goleada. De hecho, no podemos en absoluto desvincular las decisiones de la justicia belga, alemana y suiza de una corriente de opini¨®n comprensiva con la causa independentista. A ese relato desvirtuado han contribuido tanto la campa?a propagand¨ªstica del separatismo como la tendenciosa cobertura de la prensa anglosajona, cuyo principal pecado ha sido omitir una parte fundamental de los hechos. Con Josep Borrell al frente de Exteriores, es momento de pasar a la acci¨®n y acabar con los a?os de incomprensible pasividad de Rajoy.
Ahora bien, siendo importante que el relato gire de rumbo en el ¨¢mbito internacional, es en Catalu?a donde m¨¢s urgente es dar la batalla. No es s¨®lo que all¨ª se trabaja a diario desde las instituciones y con dinero p¨²blico por la ruptura, es que ¨Cno lo duden¨C el golpe contin¨²a. El ¡°no hemos venido aqu¨ª a rendirnos¡± de Torra confirma que no renuncian a la v¨ªa unilateral y que siguen en el desaf¨ªo constante, en espera de tiempos pol¨ªticamente mejores para lanzar la siguiente ofensiva. Mientras, contin¨²a el adoctrinamiento en las aulas, el agitprop medi¨¢tico y el despilfarro que alimenta la red clientelar separatista con el prop¨®sito de seguir sumando adeptos. Ahora, con el 47% son a¨²n minor¨ªa, su tal¨®n de Aquiles en t¨¦rminos de legitimidad. ?Pero por cu¨¢nto tiempo?
Porque con la eventual desmovilizaci¨®n del constitucionalismo, una dura condena a los pol¨ªticos encarcelados y un clima de agitaci¨®n social y crispaci¨®n pol¨ªtica permanente, no estamos tan lejos de que superen el umbral del 50%. ?Y entonces qu¨¦, c¨®mo pararemos la independencia? Es por ello que es urgente dise?ar de una vez por todas una pol¨ªtica de Estado sin complejos, que incluya iniciativas en todos los frentes, para que el Estado se haga visible otra vez en Catalu?a. Para acabar con la impresi¨®n de que Espa?a es algo ajeno. En defensa de, y como bander¨ªn de enganche para la mitad de catalanes hu¨¦rfanos de apoyo que no renuncian a su espa?olidad. Y para recuperar a quienes sucumbieron al relato victimista y mentiroso del separatismo.
El peligro es real. Si no impulsamos iniciativas que cambien la inercia de los ¨²ltimos 30 a?os y un relato que neutralice el desapego inoculado como un virus por los pol¨ªticos independentistas, antes o despu¨¦s Catalu?a se independizar¨¢. La ¨²nica batalla que no se gana es la que no se libra. Si renunciamos a defender lo que somos nuestra derrota ser¨¢ s¨®lo culpa nuestra.
Juan Pablo Cardenal es periodista e investigador asociado del Centro para la Apertura y el Desarrollo de Am¨¦rica Latina (CADAL).
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