Cristianos, paganos y pactos fiscales

Gran inquietud reina en el entorno jur¨ªdico-fiscal de Cristiano Ronaldo, ese jugador para el que cualquier culto y adoraci¨®n hacia su persona, por extremo y obsecuente que sea, resulta siempre escaso. La secuencia de los hechos es la siguiente: Hacienda acusa a Cristiano Ronaldo de fraude tributario por importe de 14,7 millones de euros; la fiscal¨ªa tramita la acusaci¨®n; los abogados del jugador forcejean ofreciendo un acuerdo a Hacienda con el fin de evitar la c¨¢rcel a su representado; en ¨²ltima instancia, consiguen un preacuerdo con la Abogac¨ªa del Estado (defensora de los intereses de la parte perjudicada, que es Hacienda) consistente, en resumen, en el pago de 18 millones y una pena inferior a dos a?os de c¨¢rcel, de forma que la star lusa no visite las mazmorras. Pero entonces la fatalidad pol¨ªtica interfiere en el zurcido legal cosido con tanto esfuerzo. Al cambiar el Gobierno, cambia el director de la Agencia Tributaria; y es el nuevo director (el viernes fue nombrado Jes¨²s Gasc¨®n) quien decidir¨¢ si acepta el preacuerdo o la situaci¨®n vuelve a su posici¨®n inicial. ?Aprobar¨¢ el nuevo responsable de la Agencia el preacuerdo con la Abogac¨ªa? El destino fiscal de Cristiano pende de ese hilo.

Y ya que de sanci¨®n y restituciones tributarias hablamos, hay un misterio en el citado preacuerdo. El expediente fiscal imputa al jugador una deuda de 14,7 millones. Si el preacuerdo o pacto de conformidad impone un pago de 18 millones, como se supone, tal cantidad implicar¨ªa, restando intereses y sanciones, que se reconoce o se acepta una deuda del jugador equivalente a unos 5,7 millones. ?C¨®mo, en virtud de que mejunje, descuento o elucubraci¨®n fiscal se puede reducir una deuda de 14,7 millones a otra de 5,7 millones? La p¨®cima para conseguir tal merma deber¨ªa estar ya en las farmacias. Porque los 14,7 millones calculados por Hacienda no son una cantidad aleatoria ni medida por cuartas; antes bien, procede de un expediente fiscal, revisado y aprobado por la Unidad Central de Coordinaci¨®n en Materia de Delitos contra la Hacienda p¨²blica, est¨¢ confirmada por el delegado central de Grandes Contribuyentes y enviada a la fiscal¨ªa una vez que est¨¢ comprobado de forma exhaustiva que lo reclamado corresponde a hechos ciertos y las cantidades se han contrastado una y otra vez.

Si se aceptan los 18 millones, ello equivaldr¨ªa a una refutaci¨®n poco corriente del trabajo de la Inspecci¨®n Tributaria. Una rebaja as¨ª pedir¨ªa a gritos una explicaci¨®n detallada de quien patrocine el pacto, supuestamente elaborado a partir de las penas solicitadas por la fiscal¨ªa. Porque si no media explicaci¨®n habr¨ªa motivos para sospechar que en Espa?a hay cristianos y hay paganos.

De pasada, parece oportuno indicar, en beneficio del debate en lugares p¨²blicos (cafeter¨ªas, barras de bar) o en concentraciones familiares, que hay diferencias entre el fraude imputado a Cristiano y el atribuido y sentenciado en el caso Messi. El jugador de Portugal se acogi¨® a la ley Beckham, tribut¨® al 24% y solo por el 20% de sus ingresos publicitarios, los correspondientes a lo que supuestamente obtuvo en Espa?a; Messi tribut¨® en todo momento al marginal m¨¢ximo y por la totalidad de sus rentas mundiales. Aunque desde lejos parezca lo mismo, no es igual.