Paz ol¨ªmpica
?Qu¨¦ ha pasado? Simplemente que el equipo de f¨²tbol espa?ol acaba de marcar en Kaz¨¢n el gol de la victoria contra Ir¨¢n
Donald Trump enjaula a los ni?os mexicanos que han cruzado la frontera con sus familias y les corta los zapatos para que no puedan caminar; el populismo de extrema derecha se extiende como una lepra por Europa y miles de inmigrantes, antes de morir ahogados en el Mediterr¨¢neo, son calificados como carne humana por el pol¨ªtico italiano Salvini; el Ej¨¦rcito israel¨ª dispara fuego a discreci¨®n contra una multitud de palestinos desarmados; la globalizaci¨®n est¨¢ a punto de provocar una guerra econ¨®mica mundial. A?ada a este cat¨¢logo de infamias cualquier desgracia personal, el paro, el abandono de su pareja, una enfermedad, el temor a quedarse sin dinero para su entierro, y cuando parece que la maldad universal lo va a hundir todo alrededor, de pronto el derrumbe se detiene. ?Qu¨¦ ha pasado? Simplemente que el equipo de f¨²tbol espa?ol acaba de marcar en Kaz¨¢n el gol de la victoria contra Ir¨¢n. Pese a que se ha producido sin gloria, gracias a la veleidad del bal¨®n que rebot¨® contra la pierna de un delantero, la descarga de emoci¨®n irracional se ha engullido por un momento todos los males de este p¨¦rfido mundo. El Apocalipsis puede esperar. De las tres etapas de la evoluci¨®n del ser humano, homo sapiens, homo faber, homo ludens, la conquista del juego como interpretaci¨®n de la vida es la fase m¨¢s noble y sugestiva del esp¨ªritu. En la Antigua Grecia cada cuatro a?os se establec¨ªa una tregua en la guerra entre las ciudades para que los Juegos Ol¨ªmpicos se celebraran en paz. Los atletas victoriosos transfer¨ªan la gloria del triunfo al alma colectiva de la tribu. Queda por ver si el deporte en el Mundial de f¨²tbol y en estos Juegos del Mediterr¨¢neo impondr¨¢ los valores de concordia que nos hagan olvidar por unos d¨ªas las miserias de la pol¨ªtica. Solo el cron¨®metro y el bal¨®n ser¨¢n aqu¨ª los due?os del destino.
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