La batalla de las figuras
Resulta un tanto extra?o en las primarias de los partidos que todos los candidatos defiendan el mismo programa
Todo el mundo ha celebrado que el Partido Popular elija a su nuevo l¨ªder a trav¨¦s de unas primarias. Aquella manera de decidir a dedo era de esas costumbres que ya no tienen pase, as¨ª que no est¨¢ mal que hayan salido algunas figuras a batirse para conquistar el voto de la militancia. Las maneras tienen que ver con las de cualquier otro proceso electoral, pero lo que resulta un tanto extra?o en las primarias de los partidos es que todos los candidatos defienden el mismo programa. Es como un concurso para saber simplemente qui¨¦n puede hacerlo mejor. M¨¢s dif¨ªcil resulta saber es si ese proceso favorece en verdad la democracia interna de los partidos. Si genera m¨¢s debate, mejores argumentos, una revisi¨®n y puesta a punto de los valores e ideas de la formaci¨®n, el necesario proceso de autocr¨ªtica sobre lo que no funcion¨®.
Convertir la democracia en una cita exclusiva con las urnas puede convertirse a la larga en un problema. Todo queda ah¨ª reducido al enfrentamiento entre las figuras, a su capacidad de conectar con la militancia, a su habilidad para destacar frente a sus adversarios. Pero esa batalla, aparentemente inocua ¡ªtodos est¨¢n, al fin y al cabo, en el mismo bando¡ª, puede provocar heridas profundas donde antes solo hab¨ªa diferencias de criterio, incluso abrir un cisma, una cat¨¢strofe interna. Ha ocurrido en otros partidos.
En cuanto se ponen en marcha unas elecciones, y unas primarias lo son, enseguida se instala una atm¨®sfera de combate en la que cada candidato procura machacar a sus adversarios. ¡°Las facciones redoblan entonces su ardor y todas las pasiones artificiales que la imaginaci¨®n puede crear en un pa¨ªs feliz y tranquilo se agitan en ese momento a plena luz¡±, escribi¨® David von Reybrouk en Contra las elecciones, ese provocador ensayo en el que propon¨ªa caminos para ¡°salvar la democracia¡±. Lo relevante de su cr¨ªtica a la obsesi¨®n por las urnas apunta al abrumador ruido de las campa?as, donde solo importa sacar m¨²sculo frente al rival, inventar f¨®rmulas felices, tocar las emociones de los votantes. Nada de ideas ni de propuestas pol¨ªticas concretas, pura fanfarria y t¨®picos previsibles. ¡°Un partido s¨®lido¡±, ¡°una formaci¨®n moderna¡±, ¡°el verdadero referente del centro-derecha¡±: mensajes intercambiables que los candidatos del PP repetir¨¢n mil veces. Tampoco es que tengan mucho margen de maniobra, pero si al final solo se trata de encontrar gestos m¨¢s eficaces que los de los rivales, ?en qu¨¦ va a quedar la renovaci¨®n del partido? ?Va a ser capaz de sortear los desperfectos de tanta corrupci¨®n y la desconfianza que ha generado su concepci¨®n tan patrimonialista del poder? No parece muy claro.
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