Amor sin frenes¨ª
De esta manera se acaba con el principal mecanismo de control de los pol¨ªticos: la amenaza de ser castigado en las urnas
Las democracias se sostienen sobre una pasi¨®n comedida. Sobre el amor con mesura. Sobre el temperamento circunspecto de la senectud. Me refiero a los afectos y lealtades que profesan los ciudadanos hacia los partidos pol¨ªticos que les representan. Dicha simpat¨ªa no debe perderse en el desapego y la desafecci¨®n ni tampoco entregarse a una lealtad sin fisuras. As¨ª, la democracia se mantiene sobre el equilibrio del ¨¢urea mediocritas: el justo medio, la virtud alejada de los extremos.
Frente a este ideal, se puede contraponer la realidad de nuestros sistemas pol¨ªticos tras la crisis econ¨®mica. Una trayectoria pendular que oscila entre dos extremos: el de la desafecci¨®n hacia los partidos fruto de la crisis de representaci¨®n y el de la polarizaci¨®n pol¨ªtica que aflora con el canto identitario del discurso populista. Ninguno de estos extremos conviene a la democracia.
A los partidos pol¨ªticos no hay que quererlos muy poco ni tampoco demasiado, pues en cualquiera de estas formas las imperfecciones de la democracia se acent¨²an. Si se les quiere tan poco que cunde la desafecci¨®n y el desapego, tambi¨¦n lo har¨¢ el n¨²mero de votantes hu¨¦rfanos. ?stos, descolgados de sus antiguas lealtades partidistas, se entregar¨¢n a la promiscuidad electoral. Y ello paralizar¨¢ a los partidos: sin electorados firmes evitar¨¢n embarcarse en proyectos de largo plazo.
Al contrario, cuando se les quiere demasiado, el amor hacia el partido puede acabar subvirtiendo el funcionamiento de la democracia. Donde la polarizaci¨®n intensifica la divisi¨®n entre el ¡°nosotros¡± y ¡°ellos¡±, que gobierne la oposici¨®n se convierte en un riesgo inasumible y abandonar a ¡°los tuyos¡± en una traici¨®n. De esta manera se acaba con el principal mecanismo de control de los pol¨ªticos: la amenaza de ser castigado en las urnas. Son lealtades que matan al sistema porque persisten ante el abuso de poder y la corrupci¨®n y anulan la alternancia.
Las democracias se sustentan sobre un amor sin frenes¨ª hacia los partidos: lo suficientemente fuerte para generar capital pol¨ªtico; lo suficientemente indiferente para que el castigo nunca deje de ser una opci¨®n. @sandraleon_
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