La soledad, un gran hallazgo de la madurez
Lejos de t¨®picos y lugares comunes, tambi¨¦n esta puede ser fuente de bienestar y autoconocimiento a cualquier edad
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No s¨¦ si conocen esta historia. Es sencilla y explica cuestiones importantes. Contaba el alem¨¢n Arthur Schopenhauer que en una ma?ana muy fr¨ªa varios erizos necesitaban calor para evitar congelarse. Para ello se apretujaron cada vez m¨¢s unos a otros. Y cuanto m¨¢s lo hac¨ªan m¨¢s sent¨ªan el pinchazo mutuo de sus p¨²as. As¨ª que fueron alej¨¢ndose y acerc¨¢ndose. Hasta encontrar la distancia exacta m¨¢s soportable entre todos ellos. El comportamiento humano es muy similar. Nos pasamos la vida tratando de hallar esa distancia entre la necesidad de otros y la necesidad de nosotros mismos. No hay que olvidar que uno de cada cuatro hogares de nuestro pa¨ªs est¨¢ ya formado por una ¨²nica persona. Porcentaje que probablemente ser¨ªa mucho mayor sin una recesi¨®n econ¨®mica de por medio.
La soledad es un sentimiento afilado. Para algunos es el gran hallazgo de la madurez. Una forma de bienestar y fuente de calma. Para otros en cambio resulta la peor de las torturas y una zona de la que huir a cualquier precio. Lo cierto es que hasta ahora nunca se nos ha educado en la soledad. Se confiaba en el talento personal de cada uno. Pero las cifras han comenzado a hablar por s¨ª mismas. Es muy probable que en alg¨²n periodo de nuestra biograf¨ªa nos encontremos solos. Puede tambi¨¦n que no haya que huir precipitadamente. Hay quien afirma que en la soledad uno encuentra lo que ha llevado a ella. As¨ª que en cierta medida es cuesti¨®n de preparaci¨®n y confianza. De cultivar honestamente nuestras vidas. Eso implica no temer y atreverse a descubrir ese lugar inexplorado. Porque la soledad siempre ser¨¢ un reencuentro que obliga a responder preguntas aplazadas. Algunas sin respuesta.
En tiempos en que el individualismo ha triunfado puede que no haya m¨¢s opciones. Y que la soledad pese como una carga enorme. Incluso en esas circunstancias es posible un di¨¢logo saludable con uno mismo. Sino tambi¨¦n existe la posibilidad de buscar compa?¨ªa. A menudo, para beneficio de ambas partes. Aunque puede que tambi¨¦n acent¨²e determinados sentimientos. Todos sabemos que la soledad en compa?¨ªa es la peor de las soledades. Desde ni?os se nos ha obligado a estar rodeados de otros. Algunos incluso intolerables. Porque alejarse implicaba no integrarse con los dem¨¢s y eso resultaba un evidente desaf¨ªo. Todo con tal de no aprender a quedarnos a solas.
A la soledad hay que acercarse en alg¨²n momento. Puede que sea una de esas asignaturas pendientes que todos evitamos. Como unas matem¨¢ticas emocionales en las que solo unos pocos consiguen nota. Cuando es m¨¢s que probable que en varios momentos dif¨ªciles nos encontremos solos. Hoy sabemos que el aburrimiento resulta un magn¨ªfico estimulante para la creatividad. La soledad elegida tambi¨¦n puede ser parte de una sana convivencia con los dem¨¢s. Simplemente aprendiendo a encontrar nuestra distancia. Algo que podr¨ªa comenzar en cualquier momento. Sin tanto miedo al fr¨ªo.
*Julio C¨¦sar ?lvarez es psic¨®logo y escritor.
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