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Su beb¨¦ ha muerto, le dec¨ªan a la pobre mujer, mientras el fruto de sus entra?as viajaba a la habitaci¨®n de al lado
El m¨¦dico y las monjitas cogieron al reci¨¦n nacido y lo llevaron al quir¨®fano de al lado, donde le cortaron los dos brazos. Luego dijeron a la doliente madre que el ni?o hab¨ªa nacido as¨ª, al tiempo de mostrarle un cat¨¢logo de pr¨®tesis de titanio muy baratas. Entre tanto, los miembros amputados viajaban dentro de una nevera port¨¢til hacia otro quir¨®fano donde un matrimonio de millonarios acababa de tener un hijo sin brazos. Tras recibir el cheque, un equipo de expertos implant¨® las extremidades arrebatadas al ni?o pobre en el cuerpo del ni?o rico, donde, gracias a los an¨¢lisis previos, encajaron a la perfecci¨®n.
Esta noticia es falsa, al menos de momento, y porque la cirug¨ªa no ha alcanzado a¨²n un grado de perfecci¨®n tal que permita extraer un ojo de la cara a un beb¨¦ proletario para ced¨¦rselo a otro con posibles. De ah¨ª que los m¨¦dicos malos y las monjitas perversas hayan venido arrebatando a las mam¨¢s con dificultades econ¨®micas el ni?o entero: una amputaci¨®n que no deja rastros aparentes. Su beb¨¦ ha muerto, le dec¨ªan a la pobre mujer, mientras el fruto de sus entra?as viajaba a la habitaci¨®n de al lado, donde era adquirido por una se?ora adinerada que hab¨ªa simulado un embarazo con cojines de plumas y n¨¢useas artificiales.
Amputaci¨®n e implante. Pura magia. Nada por aqu¨ª, nada por all¨¢. En la habitaci¨®n 665 se lloraba por el beb¨¦ falsamente muerto mientras que en la 666 se abr¨ªa una botella de champ¨¢n por el alumbramiento ap¨®crifo. Cuando la desconsolada madre solicitaba ver el cuerpo de su hijo, sacaban un cad¨¢ver aut¨¦ntico del congelador, le daban seguramente un toque de microondas, y se lo mostraban desde los pies de la cama. Todo desde esa normalidad atroz con la que discurren las horas y los d¨ªas.
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