El ¨¢rbitro sin reglamento
Un contendiente que se salta las reglas no puede protestar si le muestran una tarjeta amarilla
Los independentistas catalanes le reprochan al Rey casi cada d¨ªa que en el discurso del 3 de octubre pasado incumpliera su papel de ¨¢rbitro. Este t¨¦rmino procede del lat¨ªn arbiter, idioma en el que ya equival¨ªa tanto a ¡°juez¡± como a ¡°referente¡± (¡°es el ¨¢rbitro de la elegancia¡±, ¡°es la ¨¢rbitra del buen gusto¡±, por ejemplo; o sea, lo que ahora llaman influencer o it girl). En definitiva, alguien con autoridad para que su opini¨®n sea aceptada por otros.
El Diccionario ofrece dos acepciones que se aproximan al sentido aplicable a este asunto. La primera indica: ¡°Persona que, como autoridad reconocida o designada por las partes, resuelve un conflicto o concilia intereses¡± (por ejemplo, en un conflicto laboral y seg¨²n el convenio y la ley). Pero el Rey no ha sido reconocido por los secesionistas como autoridad (incluso retiran sus retratos oficiales), y por tanto no pueden evocar esa definici¨®n.
La otra acepci¨®n define ¡°¨¢rbitro¡± como ¡°persona que en algunas competiciones, normalmente deportivas, cuida de la aplicaci¨®n del reglamento, sanciona las infracciones o fallos y valida los resultados¡±. Un uso metaf¨®rico de este ¡°¨¢rbitro¡± s¨ª servir¨ªa, en cambio, para un rey que diera la raz¨®n a unos y se la quitase a otros seg¨²n su leal saber y entender. Y el pasado octubre ese ¨¢rbitro deb¨ªa intervenir precisamente en el partido entre el Gobierno de Rajoy y el Gobierno de Puigdemont.
Los ¨¢rbitros se suponen neutrales hasta el momento en que nos quitan la raz¨®n, eso ya se sabe. Pero llama la atenci¨®n que en la met¨¢fora secesionista del Rey como ¨¢rbitro se olvide algo muy relevante: el reglamento. Si el bal¨®n sale por la l¨ªnea de fondo golpeado por un jugador que defiende su marco, el ¨¢rbitro determinar¨¢ que el equipo contrario sacar¨¢ desde el cornijal; y si ese mismo futbolista golpea voluntariamente la pelota con la mano dentro del ¨¢rea, decretar¨¢ la pena m¨¢xima.
En el conflicto entre los independentistas y el resto de los espa?oles (incluidos millones de catalanes), aqu¨¦llos se saltaron la Constituci¨®n y el Estatut a la torera, y adem¨¢s pretend¨ªan declarar la independencia sin reunir siquiera la mayor¨ªa de los votos. Por tanto, este contendiente no le puede exigir al ¨¢rbitro que se muestre conciliador. Es como si un jugador insulta a un contrario y se queja luego de que le hayan mostrado una tarjeta amarilla. Pues oiga, eso es lo que se espera del ¨¢rbitro neutral.
En el lenguaje del separatismo, el ¨¢rbitro deber¨ªa ser alguien que se situase en el medio de dos opciones para dar un poco la raz¨®n a los unos y otro poco a los otros, aunque una de las partes hubiera decidido prescindir del bal¨®n con el que se disputa el encuentro y golpear solamente su propia pelota.
El presidente catal¨¢n, Quim Torra, ha reiterado adem¨¢s que en aquel discurso ¡°el Rey apoy¨® la represi¨®n del 1 de octubre". Pero quien repase las 661 palabras de Felipe VI no encontrar¨¢ en ellas apoyo alguno a las innecesarias, est¨²pidas y violentas acciones de la polic¨ªa en aquella fecha. Se puede alegar que no las conden¨®, y se dir¨¢ una verdad. Pero si se critica que las apoy¨®, se dir¨¢ una mentira.
Todo ¨¢rbitro (deportivo o laboral) tiene, pues, su propio marco normativo. Y por tanto se deber¨ªa distinguir entre el que es ¨¢rbitro y el que es arbitrario. Este adjetivo puede aplicarse aqu¨ª precisamente a quien defiende la connivencia del juez con el delincuente; porque ¡°arbitrario¡± significa ¡°sujeto a la libre voluntad o al capricho antes que a la ley o a la raz¨®n¡±.
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