Ultraje a la democracia
El Valle de los Ca¨ªdos tiene que reflejar la memoria de todas las v¨ªctimas de la guerra civil
La declaraci¨®n del presidente del Gobierno (¡°El traslado de los restos de Franco queremos que sea inmediato¡±) obliga a plantearse una soluci¨®n de mucho mayor alcance. Sobre todo, conociendo sus or¨ªgenes y su dimensi¨®n actual.
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Cuando a¨²n alguien duda de cu¨¢l debe ser el destino de ese monumento al criminal de guerra y genocida general Franco, es necesario, una vez m¨¢s, tener presente cu¨¢les fueron las consecuencias del golpe militar de 1936. Una pol¨ªtica de terror que se implant¨® a trav¨¦s de la aplicaci¨®n brutal de bandos de guerra, asesinatos impunes, bombardeos sobre la poblaci¨®n civil, desapariciones forzadas, sentencias radicalmente injustas de muerte o prisi¨®n, c¨¢rcel, campos de concentraci¨®n, trabajos forzados, multas arbitrarias, incautaci¨®n de bienes, torturas, exilio, persecuci¨®n laboral y profesional y tantas consecuencias lesivas para los derechos humanos de los vencidos y los dem¨®cratas.
Ante esta enorme tragedia, el dictador, derrotada la Rep¨²blica, ya decidi¨® construir un gran monumento en su memoria ¡ªcon ¡°la grandeza de los monumentos antiguos¡±¡ª y en la de los vencedores que hab¨ªan fallecido durante la guerra. Pese a ello, los Gobiernos del PSOE y del PP han consentido la continuidad de ese infame monumento. Y la ley, llamada de la Memoria Hist¨®rica, de 2007, se limit¨® a prohibir en su sede ¡°actos¡ exaltadores de la Guerra Civil, de sus protagonistas, o del franquismo¡±.
Un Estado democr¨¢tico, laico y moderno, no puede consentir que contin¨²en vigentes una instituci¨®n y unas normas dictadas por un Estado totalitario y confesional
Pero veamos cu¨¢les son sus or¨ªgenes. El general Franco, por decreto del 1-4-1940, dispone la elecci¨®n de ¡°un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos que, por los siglos, se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria¡±. Y continuaba, ¡°lugar perenne de peregrinaci¨®n, en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposan los h¨¦roes y m¨¢rtires de la Cruzada¡±. Espacio, el de Cuelgamuros, para ¡°perpetuar la memoria de los que cayeron en nuestra Gloriosa Cruzada¡±. ?C¨®mo han podido olvidar nuestros Gobiernos democr¨¢ticos esta terrible, por absolutamente sectaria e injusta, decisi¨®n?
A continuaci¨®n, constan diversas disposiciones, como el decreto del 31-12-1941, en el que se hace referencia al ¡°monumento a los que cayeron en nuestra Gloriosa Cruzada¡±. Y, muy especialmente, el decreto ley del 23-8-1957, en el que, concluidas las obras, se crea la Fundaci¨®n de la Santa Cruz del Valle de los Ca¨ªdos, con la colaboraci¨®n activa de la Orden Benedictina, en el que reitera la ¡°erecci¨®n de un magno monumento destinado a perpetuar la memoria de los Ca¨ªdos de la Cruzada de Liberaci¨®n, para honra de los que dieron su vida por Dios y por la Patria¡±. Y, en su pre¨¢mbulo, se reitera la ¡°fe religiosa de nuestro pueblo¡±, ¡°el sentido profundamente cat¨®lico de la Cruzada¡±, ¡°el signo social del nuevo Estado nacido de la Victoria¡± y, por todo ello, ¡°la Cruz grandiosa que inspira el Monumento imprime a esta realizaci¨®n un car¨¢cter profundamente cristiano¡±. Pero lo que ya resultaba, desde hace mucho tiempo, absolutamente inaceptable para toda la sociedad espa?ola y, desde luego, para los Gobiernos de la democracia, es acatar pasivamente el siguiente texto de dicho decreto: ¡°Los lustros de paz que han seguido a la victoria han visto el desarrollo de una pol¨ªtica guiada por el m¨¢s elevado sentido de la unidad y hermandad entre los espa?oles¡±. Lo que, como ya est¨¢ completamente acreditado, es radicalmente falso. Era evidente, frente a lo que dec¨ªa el decreto ley, que no est¨¢bamos en ¡°los mejores tiempos espa?oles¡±.
Y a¨²n rigen acuerdos, como el Convenio de la Citada Fundaci¨®n con la abad¨ªa de Silos, del 29-5-1958, firmado por Carrero Blanco, en el que se dispone que: ¡°El primero de abril, d¨ªa en que termin¨® nuestra Cruzada¡ cantar una Misa solemne de acci¨®n de gracias y un Te Deum¡± o ¡°celebrar una Misa solemne¡ el d¨ªa primero de octubre por su Excelencia el Jefe del Estado¡±. Y, finalmente, el dictador, el 15-1-1959, aprueba el reglamento que desarrolla la disposici¨®n de 1957, que comienza as¨ª: ¡°La finalidad de la Santa Cruz del Valle de los Ca¨ªdos es la de rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada nacional¡¡±.
El actual Gobierno de un Estado democr¨¢tico, laico y moderno, no puede consentir que contin¨²en vigentes una instituci¨®n y unas normas dictadas por un Estado totalitario y confesional, que pueden resumirse en el decreto ley de 1957. Es inexcusable reconvertir dicha instituci¨®n, secularizarla y que refleje, con plena objetividad, la memoria de todas las v¨ªctimas de la Guerra Civil.
Carlos Jim¨¦nez Villarejo es miembro de Federalistes d¡®Esquerres.
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