Resiliencia o resistencia populares
El PP encara un proceso en el que puede optar entre la renovaci¨®n de sus ideas con el cr¨¦dito de sus protagonistas y la capacidad de sumar en una sociedad compleja o consumir los contados activos con los que cuenta el partido
El proceso de primarias que vive el Partido Popular gira alrededor de un dilema que le obliga a tener que elegir entre resetear su pasado y mirar hacia delante con ilusi¨®n o revisitarlo y cultivar un bucle defensivo sobre s¨ª mismo. No hay t¨¦rmino medio. Hay que elegir entre ver las primarias como una oportunidad proactiva para mejorar como alternativa de gobierno y ofrecer un relato ilusionante para el siglo XXI o, por el contrario, apostar por una actitud defensiva que merme su visibilidad pol¨ªtica bajo la atenta mirada de sus adversarios, que esperan su tropiezo definitivo para ponerlo en manos del taxidermista y depositarlo en un museo de los partidos del siglo XX.
La clave, por tanto, est¨¢ en elegir entre la resiliencia o la resistencia. Entre una actitud positiva que aproveche el momento como un revulsivo de cambio y apertura para mejorar e incrementar su angular electoral ante una sociedad que se ha transformado radicalmente en los ¨²ltimos a?os, o una actitud de atrincheramiento sentimental que negativice su pol¨ªtica alrededor de unos principios de arqueolog¨ªa noventera en torno a los que fidelizarse como marca de m¨ªnimos electorales.
Muchas son las tensiones e incertidumbres que penden sobre este dilema. La p¨¦rdida traum¨¢tica del Gobierno despu¨¦s del impeachment del 1 de junio; el peso de la corrupci¨®n que arrastra la cr¨®nica del partido en un suma y sigue interminable desde el arranque de la instrucci¨®n del asunto G¨¹rtel hasta hoy; la presi¨®n de los populismos de derecha e izquierda y el tsunami de malestares que han ido adue?¨¢ndose de la convivencia colectiva a ra¨ªz de la crisis econ¨®mica; el conflicto territorial agudizado en Catalu?a por la crisis institucional forzada por los independentistas y, sobre todo, la competencia de un cesarismo que pretende reemplazar a los populares por sustituci¨®n o agregaci¨®n mediante un programa que suma h¨¢bilmente un simplista abecedario liberal y un nacionalismo que fanatiza la ciudadan¨ªa convirti¨¦ndola en un arma arrojadiza contra los enemigos de Espa?a.
El contexto no es f¨¢cil y la urgencia de los tiempos, tampoco. Pero no es menos cierto que el pa¨ªs necesita una alternativa de gobierno viable y cre¨ªble desde una moderaci¨®n conservadora que, adem¨¢s de modernizarse en sus propuestas de centro, d¨¦ r¨¦plica eficaz a un socialismo que est¨¢ haciendo sus deberes bipartidistas y trata de hegemonizar culturalmente al conjunto de la izquierda despu¨¦s de la crisis que produjo entre sus filas la irrupci¨®n de la antipol¨ªtica asamblearia.
Es necesario rechazar el inmovilismo y confiar positivamente en la evoluci¨®n
Acertar en medio de este contexto exige de los populares una actitud resiliente, al menos si quieren resintonizar con la sociedad a la que tienen que convencer de que siguen siendo alternativa de gobierno. Una actitud que rechace el inmovilismo y que conf¨ªe positivamente en la evoluci¨®n porque ha hecho introspecci¨®n pragm¨¢tica de sus errores y ha reconstruido internamente su arquitectura pol¨ªtica para flexibilizar sus ideas y dinamizar las respuestas que espera una sociedad que no admite demoras a la hora de gestionar la turbulenta liquidez de un mundo que no ofrece pausas. Eso pasa por afrontar un liderazgo m¨¢s abierto a la sociedad, al tiempo que actualiza su posicionamiento ideol¨®gico y su capacidad de interlocuci¨®n con ella. Y todo ello buscando ser m¨¢s eficaz y emp¨¢tico a la hora de gestionar los intereses generales y crear las condiciones de progreso, prosperidad y estabilidad que demanda el conjunto de la sociedad espa?ola en un tiempo de incertidumbre y tribulaci¨®n como el que vivimos en Occidente.
Esto exige de los populares que sigan vi¨¦ndose a s¨ª mismos como un proyecto de gobierno con propuestas pol¨ªticas pensadas para todos, no para unos frente a otros. Y, adem¨¢s, hacerlo desde una centralidad inclusiva que conjugue los vectores de moderaci¨®n y sentido de la responsabilidad institucional desde los que ha de definir cu¨¢les son las prioridades de Espa?a en el siglo XXI. Esta estrategia de aproximaci¨®n al momento que viven los populares es lo que puede poner en valor la experiencia de los a?os de Gobierno de Mariano Rajoy; resetear los aspectos sombr¨ªos de su gesti¨®n y desarrollar un relato renovado de s¨ª mismo que gire alrededor de nuevos vectores de ilusi¨®n y confiabilidad acerca de lo que son y quieren ofrecer a la sociedad espa?ola.
La escritura de ese relato ha de reformular la interlocuci¨®n con el electorado potencial que tiene por delante el Partido Popular si sabe reinterpretar positivamente la situaci¨®n actual y ver en ella una oportunidad de reaprendizaje de sus habilidades a la hora de ofrecer una opci¨®n de gobierno m¨¢s atractiva y conectada con los cambios estructurales que han acontecido en el inconsciente colectivo de la sociedad espa?ola desde el famoso Congreso de Valencia de 2008 a nuestros d¨ªas. Eso pasa por ser cre¨ªble y confiable desde un proyecto que ha de verse a s¨ª mismo como un relato de ideas pensado desde el siglo XXI y para el siglo XXI.
Los populares deben verse como un proyecto con propuestas pol¨ªticas pensadas para todos
Un relato de modernidad que actualice sus principios con la mirada puesta en el centro y en los consensos que facilitan el di¨¢logo dentro de una sociedad que tiende inercialmente a los extremos por culpa de los populismos; que defienda la pluralidad de Espa?a frente a la homogeneidad, pero que no renuncie a la unidad de un espacio com¨²n de convivencia en el que todos nos reconozcamos como espa?oles; que repudie los nacionalismos, venga de donde vengan, porque al nacionalismo perif¨¦rico no se le combate con un nacionalismo grande que lo doblegue por la fuerza; que invoque la tolerancia y los derechos en una sociedad que ve c¨®mo la intolerancia se agranda y las brechas crecen y se hacen m¨¢s agudas; que apueste por una ¨¦tica p¨²blica que garantice una estructura de valores en la que nos reconozcamos c¨ªvicamente dentro de un mundo donde las creencias tienden al fanatismo; y, finalmente, que reivindique una transformaci¨®n digital humana que pacte derechos y obligaciones que hagan del progreso tecnol¨®gico una oportunidad disruptiva de prosperidad sin renunciar a la equidad y la ¨¦tica.
Esta tarea es la que tiene por delante el Partido Popular en el proceso de elegir un nuevo liderazgo que, sin nostalgias ni legados, sit¨²e su alternativa de gobierno en sinton¨ªa con nuestro tiempo. Una tarea resiliente en la que se juega su supervivencia a trav¨¦s de la renovaci¨®n de sus ideas, del cr¨¦dito de sus protagonistas y de la capacidad para sumar en una sociedad que se ha hecho compleja a la hora de encontrar consensos que eviten su fractura. Eso o una resistencia de m¨ªnimos que salve coherencias entre el pasado y el presente, y que consuma los contados activos que conserva como partido del siglo XX. Entre la resiliencia y la resistencia, los populares deciden su destino.
Jos¨¦ Mar¨ªa Lassalle fue secretario de Estado de Cultura con el Gobierno del PP. Es autor de Contra el populismo. Cartograf¨ªa de un totalitarismo posmoderno.
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