Nosotras parimos¡ ?y nada m¨¢s?
Para que la maternidad no penalice a las mujeres, la soluci¨®n correcta es establecer permisos parentales que pueda tomar cualquier progenitor. La insistencia en intransferibilidad pone el acento en el empleo, no en el cuidado familiar
Leo estos d¨ªas que la aprobaci¨®n de la propuesta de establecer unos permisos de maternidad y paternidad iguales e intransferibles puede considerarse un logro de la movilizaci¨®n del 8-M, un punto de consenso en el movimiento feminista. No es verdad. Dentro del feminismo hay voces que defienden posturas muy diferentes.
Lo que esta propuesta olvida es que el permiso de maternidad no es un palo en la rueda de nuestra carrera profesional, sino un derecho obtenido, como casi todos, a trav¨¦s de la presi¨®n popular y la lucha. Ahora bien, las caracter¨ªsticas de nuestro precario mercado laboral, la escasa capacidad del Estado para supervisar el cumplimiento de la legislaci¨®n laboral (menos de 1.000 inspectores de trabajo para toda Espa?a) y el dise?o de nuestro sistema de seguridad social hacen que, efectivamente, la maternidad penalice a las mujeres, especialmente en los sectores de mayor temporalidad y precariedad.
Con todo, hace ya a?os que es un clamor entre las madres espa?olas la petici¨®n de ampliar los permisos maternales hasta, al menos, seis meses. Siempre se nos hab¨ªa dicho que no hab¨ªa dinero y, de pronto, vemos c¨®mo pasa en el Congreso una reforma que puede absorber una parte sustancial del presupuesto y se nos dice, adem¨¢s, que es por nuestro bien. Personalmente, esto me enfurece y creo que no soy la ¨²nica (este es el sentir com¨²n en el grupo de trabajo de madres recientes al que pertenezco y al que debo buena parte de las ideas de este art¨ªculo). Las mujeres en general y las madres en particular estamos m¨¢s que hartas de que se nos ningunee y se acalle nuestra voz.
Los pa¨ªses con mayor igualdad, Como Suecia o Noruega, son los que m¨¢s protegen la maternidad
?Qu¨¦ significa que las madres pidamos m¨¢s tiempo para estar con nuestros hijos reci¨¦n nacidos? ?Acaso no queremos trabajar? ?No nos importa que nos discriminen en el empleo? ?Somos burguesas con dinero a las que no nos preocupa la desigualdad salarial? No, claro que no. Las madres queremos trabajar en igualdad, con salarios decentes y con tiempo suficiente para cuidar de los nuestros. Pero no queremos que la ¨²nica forma de lograr este objetivo sea seguir mutilando nuestra experiencia maternal con unos permisos miserables, entre los m¨¢s cortos de Europa, mientras esta reforma sit¨²a a los padres espa?oles a la cabeza de Europa con permisos m¨¢s largos que Suecia o Islandia. Los permisos iguales e intransferibles no nos acercan a los pa¨ªses n¨®rdicos. M¨¢s bien parecen uno de esos gestos tan nuestros por los que, de repente, nos ponemos a la cabeza de Europa en kil¨®metros de AVE o autopistas sin que eso nos acerque para nada a los niveles de bienestar de los pa¨ªses m¨¢s avanzados. ?Es que nadie se ha parado a pensar que los pa¨ªses que han conseguido mayor igualdad son los que m¨¢s protegen la maternidad con, entre otras medidas, permisos que pueden llegar al a?o en Suecia, Noruega o Finlandia?
Con su reivindicaci¨®n de igualdad, lo que esta propuesta esconde es que no es justo tratar igual realidades distintas. Y lo cierto es que las madres biol¨®gicas ¡ªla inmensa mayor¨ªa de las afectadas por una reforma de permisos¡ª pasan por un proceso de gestaci¨®n, parto y apego inicial con sus beb¨¦s que se parece muy poco al de la paternidad biol¨®gica. Con todo, las madres feministas, conscientes de que la imposici¨®n de modelos de maternidad hace mucho da?o, sabemos que necesitamos flexibilidad y que hay madres, padres y familias muy diversas. Por eso muchas pensamos que el camino pasa no tanto por ampliar los permisos maternales sino por establecer permisos parentales que pueda tomar cualquier progenitor. Si pensamos en los derechos de los beb¨¦s, una ampliaci¨®n de las semanas de cuidado en el hogar son un gran avance, no importa que sean o no transferibles. Si pensamos en los derechos de las madres la ampliaci¨®n a base de transferibles tambi¨¦n nos sirve. Si pensamos en los derechos de los padres¡ ?pero por qu¨¦ vamos a priorizar ahora los derechos de los padres? Entonces, ?por qu¨¦ esa insistencia en la intransferibilidad? Porque no estamos ante una medida de pol¨ªtica familiar o de cuidados, sino ante un (peque?o) avance en pol¨ªtica de igualdad en el empleo.
Curiosamente, lo que s¨ª ha sido un consenso en el movimiento feminista los ¨²ltimos a?os ha sido la necesidad de revalorizar los cuidados, de darles en el espacio p¨²blico el lugar central que ocupan en nuestras vidas. Esta medida, lamentablemente, no va por ah¨ª. La insistencia en la intransferibilidad s¨®lo se entiende desde una perspectiva que pone el empleo en el centro y concibe la maternidad y la crianza como una carga que lastra las trayectorias profesionales de las mujeres.
La ¨²nica protecci¨®n para las madres que existe en nuestro pa¨ªs est¨¢ supeditada al empleo
Pero incluso si hablamos de pol¨ªtica laboral veremos que el avance no es tan grande: la maternidad penaliza a las mujeres, s¨ª, pero apostar¨ªa a que no son esas 16 semanas de permiso (que se pueden planificar con antelaci¨®n y cuya sustituci¨®n cuenta con diversos beneficios para el empleador) lo que m¨¢s pesa. ?Cu¨¢ntas embarazadas est¨¢n ya de baja m¨¦dica en la semana 36 del embarazo o incluso antes? ?De verdad 16 semanas de permiso van a lograr que los padres que no se han implicado hasta ahora empiecen a reducir jornada, a cogerse excedencias y permisos para llevar a los ni?os al pediatra y que incluso sean ellos quienes se tomen tiempo para cuidar de sus familiares ancianos?
Los permisos iguales e intransferibles dejan fuera demasiadas cosas. Dejan fuera la diversidad familiar de nuestra sociedad, en la que los hogares formados por dos progenitores con uno o m¨¢s hijos son s¨®lo el 34% del total. Dejan fuera a los beb¨¦s que nacen de madres solas (un 12% en 2012) y cuyo derecho a ser cuidados en el hogar no se ampliar¨¢ para evitar que se penalice a todas las mujeres. Dejan fuera el hecho de que el 24% de los hogares con hijos tienen al frente un solo adulto, casi siempre una mujer, que seguir¨¢ reduciendo jornada, faltando al trabajo, etc¨¦tera. Y, por ¨²ltimo, aunque seguramente sea lo m¨¢s importante y, sin duda, es lo m¨¢s urgente, dejan fuera ese 32% de nacimientos seg¨²n cifras de 2016 que no fueron cubiertos por ning¨²n permiso, por ninguna ayuda, porque las madres no estaban empleadas o no hab¨ªan cotizado lo suficiente.
Porque la ¨²nica protecci¨®n de la maternidad que existe en nuestro pa¨ªs est¨¢ supeditada al empleo, una caracter¨ªstica de nuestro Estado de bienestar que nos aleja de los pa¨ªses m¨¢s avanzados y que es, en buena parte, consecuencia de medidas como esta, que hacen pasar por pol¨ªticas de cuidados o familiares lo que en el fondo son pol¨ªticas laborales con escasa incidencia.
Carolina del Olmo es licenciada en filosof¨ªa, directora de Publicaciones del C¨ªrculo de Bellas Artes y autora de ?D¨®nde est¨¢ mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista (Clave Intelectual, 2013).
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