El coscorr¨®n
Cualquier bravuc¨®n que sepa tocar las teclas oscuras de la voluntad se convierte en un h¨¦roe que hipnotiza a las masas
Dec¨ªa Schopenhauer que si uno hurgaba en la voluntad poco iba a sacar en claro: ah¨ª reina el caos, se agitan los deseos, todo est¨¢ oscuro y enmara?ado, manda el desorden. Por eso, incapaces de gobernar en aquel dislate, los hombres hab¨ªan tirado por el camino de la representaci¨®n: dar forma a los impulsos, organizar los enredos, intentar colocar cada cosa en su sitio. La historia del siglo XX sirve para ilustrar esa idea del mundo como voluntad y representaci¨®n. Las dos guerras mundiales abrieron el grifo para que fluyera toda la negrura de la zona de la voluntad y estallaron los odios, las humillaciones, las m¨¢s perversas ambiciones, la noche oscura del alma. Sobre las ruinas del segundo de los grandes conflictos hubo quienes procuraron construir un mundo m¨¢s previsible y menos heroico, m¨¢s ajustado a las leyes y a unas reglas de juego establecidas. El Estado de bienestar, y la Uni¨®n Europea como la forma m¨¢s acabada de un club de pa¨ªses que quer¨ªan evitar los horrores del pasado, fue el resultado de ese af¨¢n: armar un artificio, una representaci¨®n. Era inevitable que tuviera un punto de frialdad.
Es esa sofisticada construcci¨®n la que ahora atraviesa por severas dificultades. Es posible que el excesivo celo que puso la burocracia de Bruselas por regular las relaciones entre los distintos pa¨ªses que la componen haya producido un cierto hartazgo. La consecuencia de esta torpeza es lo que se est¨¢ empezando a ver ahora: cualquier bravuc¨®n que sepa tocar las teclas oscuras de la voluntad (viejas postergaciones, miedos, afanes de grandeza, ajustes de cuentas) se convierte en un h¨¦roe que hipnotiza a las masas. Salvini le ha hecho un corte de mangas a la pol¨ªtica migratoria, el Gobierno polaco ha decidido saltarse la separaci¨®n de poderes. La Uni¨®n Europea podr¨ªa, acaso deber¨ªa, responder con sanciones. Pero nada hay que alimente m¨¢s al monstruo que la humillaci¨®n. Cualquier peque?o coscorr¨®n de Bruselas a alguno de los pa¨ªses d¨ªscolos les servir¨ªa para convertirse en v¨ªctimas, el mejor camino para ondear la bandera del resentimiento y acumular m¨¢s y m¨¢s seguidores. De ah¨ª viene la par¨¢lisis de la Uni¨®n, y toda la golfer¨ªa responde vibrando con sus c¨¢nticos sobre su grandeza propia y los horrores encarnados en todos los dem¨¢s. Pero no hay otra, Europa debe seguir remando.
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