Madrid, ese lugar donde Espa?a sale del armario
Cuando vine a la capital vi por primera vez a dos hombres bes¨¢ndose en la calle
Cuando vine a Madrid a estudiar ten¨ªa 17 a?os y aqu¨ª fue donde vi por primera vez a dos hombres bes¨¢ndose en la calle. En ese instante me di cuenta de que hab¨ªa vivido en una burbuja paralela, y de que ten¨ªa ante mis ojos todo un mundo por descubrir. Todo un universo de posibilidades que cuando eres ni?a o adolescente se reduce a la heterosexualidad. Est¨¢ claro que no todos los pueblos son iguales, como tampoco toda la gente que vive en un gran ciudad es s¨ªmbolo de apertura, pero si hay algo que diferencia a Madrid del resto del universo es que aqu¨ª, la libertad de ser quien quieras ser, est¨¢ al alcance de cualquier valiente. Al menos, antes que en cualquier otro lugar, porque aqu¨ª las cosas fluyen y al final confluyen.
No podr¨ªa calcular el porcentaje exacto de gente que emigra a Madrid para estudiar o trabajar y termina encontr¨¢ndose a s¨ª misma en esta ciudad, un lugar donde la libertad sexual se exhibe y se disfruta. Y es que, en las calles del centro, lo normal es no coincidir, ser distinto, navegar por las posibilidades y las personas y elegir entre la multitud, sin importar el g¨¦nero. Esta realidad hace que muchos de los que se escond¨ªan, de los que no sab¨ªamos que quer¨ªamos porque tampoco conoc¨ªamos todo a lo que optamos en esta vida -a todo-, hayamos encontrado un lugar donde el amor navega sin obst¨¢culos, un espacio donde cada uno decide qu¨¦ siente y c¨®mo se siente.
En el pueblo lo habitual era y es establecerse como pareja desde la adolescencia y acabar siguiendo las normas del universo local, pero para muchos, aquello supone una c¨¢rcel donde los sentimientos viven con miedo a ser descubiertos. Lo cierto es que el silencio familiar y los estereotipos de pareja establecidos en parte de nuestra sociedad han eliminado muchas conversaciones necesarias y han silenciado la diferencia. Desde que eres peque?a te invitan a encontrar un hombre, pero tu mente est¨¢ preparada para ir m¨¢s all¨¢ y para seguir el camino de la curiosidad. Un recorrido que sigues cuando das un paso al frente y compartes el armario. Ese d¨ªa compruebas que hay m¨¢s gente como t¨² y que todos han venido a contarlo a la capital. De hecho, seg¨²n la Revista Espa?ola de Investigaciones Sociol¨®gicas m¨¢s de un 70% de las parejas del mismo sexo han residido en los ¨²ltimos a?os en ¨¢mbitos urbanos, siendo las islas (Baleares y Canarias) y Madrid las comunidades donde m¨¢s proporci¨®n hay. .
A veces pasa un mes, otras un a?o y en algunos casos la gente se pasa toda la vida ocultando sus sentimientos. Incluso despu¨¦s de descubrir qui¨¦n eres, de pasear de la mano de tu pareja -sea hombre o mujer- con total libertad, de subirte a una carroza el D¨ªa del Orgullo y defender los derechos LGTBI+. Incluso en este momento, vuelves al pueblo y te callas, porque no todo es Madrid, pero por algo se empieza, porque por mucho que se imponga el silencio, la verdad siempre prevalece. Porque fingir no es vivir, no esperes a coger el tren a la capital. Ojal¨¢ exista una plaza de Chueca en cada rinc¨®n de Espa?a y que pronto, Campillo de Ranas, una localidad conocida por celebrar muchas bodas gays, deje de ser especial para ser habitual. Porque los armarios est¨¢n hechos para guardar ropa.
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