Una pol¨ªtica exterior feminista
Ning¨²n pa¨ªs, ni siquiera los m¨¢s avanzados, ha logrado cerrar la brecha de g¨¦nero, especialmente en relaci¨®n al dominio pol¨ªtico y econ¨®mico. Compartir el poder no es una renuncia f¨¢cil, pues no se trata solo de sumar a m¨¢s mujeres
Vivimos en un mundo masculino. Las mujeres constituyen algo m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n mundial, pero los referentes universales derivan, fundamentalmente, de la visi¨®n de los hombres, en cuyas manos est¨¢ tambi¨¦n el poder (y su capacidad de transformaci¨®n). Nuestro sistema, en el que predomina la ¡°autoridad mayor¡± del var¨®n en la sociedad, es un patriarcado de car¨¢cter global, com¨²n a todos los pa¨ªses del mundo. Ning¨²n pa¨ªs, ni siquiera los m¨¢s avanzados, ha logrado cerrar la brecha de g¨¦nero, especialmente en relaci¨®n al poder pol¨ªtico y econ¨®mico.
La igualdad de g¨¦nero es una cuesti¨®n de poder. La violencia de g¨¦nero, la m¨¢s execrable manifestaci¨®n del poder que ejercen los hombres sobre las mujeres, afecta a¨²n al 35% de las mujeres en todo el mundo. Al defender el principio de igualdad efectiva de derechos de hombres y mujeres, el feminismo cuestiona las estructuras mismas del poder. La revoluci¨®n feminista apelar¨ªa, as¨ª, a una superaci¨®n del sistema patriarcal y a una nueva e irrenunciable distribuci¨®n del poder, el ¨²nico camino para lograr la igualdad.
Compartir el poder no es una renuncia f¨¢cil, pues no se trata solo de sumar a m¨¢s mujeres. La presencia no siempre se traduce en capacidad de toma de decisiones. Presencia no es poder. Se necesitan posiciones de liderazgo desde las que promover pol¨ªticas en favor de la igualdad de g¨¦nero que, sostenidas en el tiempo, cristalicen en cambios estructurales. El desaf¨ªo global de la igualdad empieza a requerir tambi¨¦n de la voluntad pol¨ªtica de los liderazgos masculinos que, incorporando el feminismo en su ejercicio del poder, asuman que la igualdad de g¨¦nero beneficia al conjunto de la sociedad. Que es un logro esencial para la prosperidad, la estabilidad y el progreso, un bien p¨²blico global que hay que contribuir a proveer.
En esta segunda d¨¦cada del siglo XXI, y gracias a la lucha permanente del movimiento feminista transnacional, ha comenzado a instalarse un cierto sentido de urgencia, la idea de que el ritmo actual de los progresos en materia de igualdad no es aceptable, ni es inevitable. En muchos pa¨ªses del mundo la desigualdad de g¨¦nero empieza a no poder soslayarse. La movilizaci¨®n de las mujeres, en toda su diversidad, parece imparable. No obstante, y si bien hay elementos que subrayan el cambio que est¨¢ en marcha, los datos recientes apuntan a un retroceso, tambi¨¦n en la Uni¨®n Europea, en los derechos y libertades de las mujeres.
Es necesario superar la identificaci¨®n del liderazgo como algo esencialmente masculino
Avanzar, y hacerlo m¨¢s r¨¢pidamente, no solo requiere aplicar la perspectiva de g¨¦nero al ¨¢mbito de las pol¨ªticas p¨²blicas nacionales, sino tambi¨¦n al de las relaciones internacionales y a la pol¨ªtica y la acci¨®n exteriores. Una pol¨ªtica exterior feminista, en la l¨ªnea marcada por Suecia, contribuir¨ªa a combatir la situaci¨®n de subordinaci¨®n de las mujeres; a avanzar en su representaci¨®n sustantiva, de modo que los intereses pol¨ªticos de las mujeres se integren en la formulaci¨®n de la pol¨ªtica exterior; a cuestionar las jerarqu¨ªas de poder que han venido definiendo las instituciones globales y a plantear y renegociar su composici¨®n. Se trata de liderar con el ejemplo, nombrando a m¨¢s mujeres embajadoras en posiciones relevantes; de dar a la igualdad de g¨¦nero centralidad y recursos en la pol¨ªtica de cooperaci¨®n; de redefinir, pues, la propia pol¨ªtica exterior y de seguridad para aplicar perspectivas de g¨¦nero, situando la igualdad de g¨¦nero como un verdadero objetivo estrat¨¦gico en el plano internacional. Un conjunto de pa¨ªses comprometido con una pol¨ªtica exterior feminista puede marcar una senda.
La incorporaci¨®n de las mujeres, y de sus visiones del mundo, en la conformaci¨®n de la pol¨ªtica exterior y de la pol¨ªtica global sigue pendiente. Sin la participaci¨®n sustantiva de las mujeres no es posible prevenir eficazmente los conflictos, ni construir y consolidar la paz y la seguridad. Su participaci¨®n en el mercado de trabajo es tambi¨¦n esencial en la ecuaci¨®n del crecimiento global, no solo en las econom¨ªas en desarrollo. Su inclusi¨®n podr¨ªa generar, seg¨²n diferentes estudios, un aumento del PIB mundial que podr¨ªa llegar al 11% en una d¨¦cada. Para todo ello es necesario superar la identificaci¨®n del liderazgo como algo preferentemente masculino; aumentar los referentes de mujeres en la pol¨ªtica, la econom¨ªa y la sociedad; eliminar la brecha salarial mundial, que alcanza el 23%; eliminar la violencia de g¨¦nero; o redistribuir equitativamente el tiempo que hombres y mujeres dedican a las tareas dom¨¦sticas y de cuidados. Todos ellos cambios estructurales que tienen que ver con el poder y con la asignaci¨®n de estereotipos de g¨¦nero que establecen los roles que hombres y mujeres deben desempe?ar en el espacio p¨²blico.
El feminismo ofrece una visi¨®n del mundo para el conjunto de la sociedad, no solo para las mujeres
Con el impulso permanente del movimiento feminista y de las organizaciones de mujeres, el concepto de g¨¦nero se ha ido articulando en el pensamiento del sistema multilateral de las Naciones Unidas. La aprobaci¨®n hist¨®rica de la resoluci¨®n 1325 del Consejo de Seguridad, hace 18 a?os, reconoce, por primera vez, el impacto distinto del conflicto en las mujeres, as¨ª como su papel imprescindible en el logro y la consolidaci¨®n de la paz y la seguridad internacionales. La agenda de gobernanza global de los objetivos de desarrollo sostenible, suscrita por el total de los 193 pa¨ªses que componen la organizaci¨®n, sit¨²a a la igualdad de g¨¦nero como un objetivo espec¨ªfico a alcanzar en 2030, as¨ª como su car¨¢cter transversal.
Como se?al¨® en 1992 la te¨®rica feminista de las relaciones internacionales J. Ann Tickner, la ausencia de la visi¨®n de las mujeres en el ¨¢mbito internacional, en la elaboraci¨®n de la pol¨ªtica exterior o en la diplomacia cl¨¢sica, ha sido una constante. Una realidad que persiste hoy, cuando apenas el 10% de los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, solo el 18% de los cargos ministeriales, o un 23% de los parlamentarios son mujeres.
En un momento en el que, junto al paradigma liberal, vuelve con fuerza el an¨¢lisis realista de las relaciones internacionales, basado en el juego de suma cero entre intereses nacionales de los Estados-naci¨®n, el feminismo, con claves distintas con las que interpretar la realidad, contribuye a promover los valores que un pa¨ªs quiere proyectar al mundo, fortaleciendo as¨ª su perfil en el escenario internacional y una mejor consecuci¨®n de los intereses compartidos de su sociedad.
Frente a los ¡°hombres fuertes¡± que inician guerras h¨ªbridas o comerciales, y/o recortan los derechos y libertades de las mujeres, ellas contin¨²an sumando fuerzas, creando redes globales, y aunando estrategias para la prevenci¨®n de los conflictos, y para el logro de la paz y la seguridad internacionales. El feminismo, que ofrece una visi¨®n del mundo para el conjunto de la sociedad, y no solo para las mujeres, estar¨ªa as¨ª mejorando la pol¨ªtica, tambi¨¦n la exterior.
Mar¨ªa Solanas es directora de Programas del Real Instituto Elcano.
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