Una lectura de L¨®pez Obrador
Las metas de la revoluci¨®n mexicana siguen vigentes, pero el presidente electo deber¨ªa levantar diques institucionales a su propio poder, sobre todo en materia de no reelecci¨®n y en el nombramiento de un fiscal independiente del Ejecutivo
La obra del historiador, editor y ensayista mexicano Daniel Cos¨ªo Villegas (1898-1976) influy¨® en varias generaciones de lectores. Uno de ellos es Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador. En diversas ocasiones ha mencionado la huella de un c¨¦lebre ensayo de Cos¨ªo Villegas en su vocaci¨®n pol¨ªtica. Se trata de La crisis de M¨¦xico, que apareci¨® en la revista Cuadernos Americanosa principios de 1947.
Otros art¨ªculos del autor
Para mi generaci¨®n intelectual, el magisterio de don Daniel ¡ªcomo todos le dec¨ªamos¡ª fue decisivo. En mi juventud, tuve la suerte de ser su disc¨ªpulo, tener acceso a su archivo y escribir su biograf¨ªa. Alrededor de la obra de aquel eminente intelectual se entienden mejor mis simpat¨ªas y diferencias con el l¨ªder a quien una mayor¨ªa de mexicanos ha elegido para ser nuestro pr¨®ximo presidente.
Como buena parte de los intelectuales de la ¨¦poca, Cos¨ªo Villegas colabor¨® con inmenso entusiasmo en la obra revolucionaria. No obstante, en La crisis de M¨¦xico se atrevi¨® a sostener que los sucesivos Gobiernos emanados de la revoluci¨®n mexicana hab¨ªan terminado por abandonar sus grandes metas (la democratizaci¨®n y la libertad pol¨ªtica, la justicia social y el progreso econ¨®mico de los campesinos y obreros, la consolidaci¨®n material y cultural de la nacionalidad mexicana) debido a una falla de origen: ¡°Todos los hombres de la revoluci¨®n mexicana, sin exceptuar a ninguno, han resultado inferiores a las exigencias de ella¡±. Su pecado mayor hab¨ªa sido de orden moral: ¡°Ha sido la deshonestidad de los gobernantes revolucionarios, m¨¢s que ninguna otra causa, la que ha tronchado la vida misma de la revoluci¨®n mexicana¡±. Concluy¨®: ¡°El ¨²nico rayo de esperanza ¡ªbien p¨¢lido y distante, por cierto¡ª es que de la propia revoluci¨®n salga una reafirmaci¨®n de principios y una depuraci¨®n de hombres¡±.
No tengo duda de que L¨®pez Obrador se ve a s¨ª mismo ¡ªy as¨ª es visto por treinta millones de votantes¡ª como el l¨ªder llamado a lograr esa ¡°reafirmaci¨®n de principios¡± y ¡°depuraci¨®n de hombres¡±. Su programa parte de la premisa central del r¨¦gimen de la revoluci¨®n que en los a?os treinta nacionaliz¨® el petr¨®leo, reparti¨® m¨¢s de 17 millones de hect¨¢reas a campesinos e introdujo una vigorosa legislaci¨®n laboral. Esa premisa daba al Estado (y, en particular, al presidente) un papel central como fuente de control pol¨ªtico, energ¨ªa social, actividad econ¨®mica y defensa de la nacionalidad.
AMLO se inspir¨® en la obra de Cos¨ªo Villegas, pero este dud¨® luego de la centralidad del Estado
El prop¨®sito de AMLO es volver a esa premisa y, a partir de ella, promover el necesario rescate del campo, extendi¨¦ndolo ahora a la protecci¨®n de los ancianos y los j¨®venes desfavorecidos y al fomento de las zonas del sur de M¨¦xico, las m¨¢s atrasadas y pobres. El coraz¨®n de su proyecto es ¡°regenerar¡± la vida misma de la revoluci¨®n erradicando la corrupci¨®n con un liderazgo honesto. Por eso, al referirse a s¨ª mismo, utiliz¨® por muchos a?os la figura del ¡°rayo de esperanza¡±.
Ese es el Cos¨ªo Villegas que inspir¨® a L¨®pez Obrador. Pero hay uno posterior, distinto del primero, que al paso del tiempo fue dudando de aquella centralidad del Estado, de su capacidad para pasar de los ideales a la pr¨¢ctica y beneficiar a la sociedad. En las tres d¨¦cadas siguientes hasta su muerte en 1976 ocurri¨® en ¨¦l un tr¨¢nsito del estatismo al liberalismo que se explica por tres motivos: el entorno de la Guerra Fr¨ªa, su propia biograf¨ªa intelectual y los estragos crecientes del poder presidencial en M¨¦xico.
En varios ensayos,escritos en los a?os cincuenta, Cos¨ªo Villegas critic¨® al sistema sovi¨¦tico y declar¨® su abierta preferencia por la democracia liberal en Occidente.
Ya en La crisis de M¨¦xico hab¨ªa defendido la libertad individual, ¡°inocente tesis¡±, dec¨ªa, por cuya defensa hab¨ªan muerto millones de hombres en la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, Cos¨ªo Villegas se dedic¨® a estudiar la breve aurora democr¨¢tica llamada ¡°la Rep¨²blica Restaurada¡± (1867-1876). Y conforme se adentraba en el mundo pol¨ªtico e intelectual de los liberales, sinti¨¦ndose parte de ¨¦l, lleg¨® a la convicci¨®n de que en el siglo XX el Estado hab¨ªa desplazado indebidamente al individuo, priv¨¢ndolo de iniciativa y libertad, y no pocas veces oprimi¨¦ndolo a extremos nunca vistos.
El historiador crey¨® que hab¨ªa que volver al liberalismo pol¨ªtico frente al Estado opresor
Lo cautivaba el temple de los liberales: ¡°Eran fiera, altanera, insensata, irracionalmente independientes¡±. Hab¨ªan redactado la Constituci¨®n de 1857, que consagraba las garant¨ªas y los derechos individuales, establec¨ªa la divisi¨®n de poderes (debilitando, de hecho, al Ejecutivo) y colocaba la libertad en el centro de la vida nacional. No eran insensibles a los problemas sociales, pero para resolverlos no privilegiaban al Estado por encima del individuo. El Estado para ellos ten¨ªa funciones esenciales (educaci¨®n, salud, seguridad, fomento econ¨®mico) pero deb¨ªa proceder con apego estricto al orden legal y democr¨¢tico. Lo mismo pensaba Cos¨ªo Villegas en 1968: hab¨ªa que volver al liberalismo pol¨ªtico, sobre todo frente a un Estado represor.
Cuando estall¨® aquel a?o el movimiento estudiantil cuyo desenlace fue la matanza de Tlatelolco, don Daniel decidi¨® jubilarse del servicio p¨²blico y dio inicio a una extraordinaria labor cr¨ªtica. Su vejez no fue serena. Fue ferozmente combativa. En art¨ªculos semanales y libros breves que se vend¨ªan como pan, critic¨® el populismo econ¨®mico del presidente Echeverr¨ªa. Nada le parec¨ªa m¨¢s importante que ¡°poner diques¡± al poder presidencial. Fue ¨¦l quien describi¨® al sistema pol¨ªtico mexicano como una ¡°monarqu¨ªa, absoluta, sexenal, hereditaria por v¨ªa transversal¡±.
Las metas de la revoluci¨®n mexicana siguen vigentes. All¨ª, en retomarlas, est¨¢n mis simpat¨ªas con AMLO. Pero para alcanzar esas metas espec¨ªficas ¡ªy ah¨ª radican mis diferencias concretas, vertidas en mis ensayos¡ª es preciso considerar las vastas diferencias de contexto mundial entre aquella ¨¦poca y la nuestra. Un Estado recto, sensible y eficaz no tiene por qu¨¦ asemejarse al antiguo r¨¦gimen, menos a¨²n si lo encabeza un l¨ªder carism¨¢tico que ha consentido el culto de la personalidad y ha apelado a la religiosidad popular para fines pol¨ªticos.
En todo lugar y tiempo, la experiencia hist¨®rica demuestra que el poder absoluto tiende a acotar las libertades y a minar la democracia. ?Querr¨¢ AMLO evitar ese desenlace? En caso afirmativo, el primer paso deber¨ªa ser levantar diques institucionales y aun constitucionales a su propio poder, sobre todo en materia de no reelecci¨®n y en la elecci¨®n de un fiscal independiente del Ejecutivo. Al mismo tiempo, deber¨ªa alentar la cultura de la pluralidad, la tolerancia, el di¨¢logo, el debate y respetar escrupulosamente la libertad de expresi¨®n y la cr¨ªtica. Sobre todo, debe vertebrar un Estado de derecho. Ese fue el sue?o de aquel ¡°liberal de museo¡±, puro pero no anacr¨®nico, a quien los mexicanos admiramos.
Enrique Krauze es escritor y director de la revista Letras Libres.
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