La causa
El Brexit ha tenido desde el principio ese punto religioso: los que se han rendido a su llamada sue?an con recuperar el brillo perdido del imperio
Las causas son sagradas, se dice, por eso tienen que ver m¨¢s con la religi¨®n que con la pol¨ªtica. El Brexit es una gran causa para los creyentes euroesc¨¦pticos que anhelan un Reino Unido que recupere el brillo del imperio y se aparte definitivamente de esa Europa a la que consideran un peso muerto. Pero las cosas no les est¨¢n saliendo bien. Consiguieron que se convocara un refer¨¦ndum, construyeron un relato ag¨®nico en que los buenosse levantaban de una postraci¨®n de d¨¦cadas enarbolando la bandera de la libertad contra una Europa que representaba lo peor, y ganaron. ¡°El sue?o ha terminado¡±, ha dicho ahora en su carta de renuncia Boris Johnson, uno de los mayores entusiastas del proyecto.
El sue?o, he ah¨ª una palabra que resume el motor emocional que alimenta una causa. Ilusi¨®n es otra que tambi¨¦n sirve. El Brexit ha tenido desde el principio ese punto religioso: los que se han rendido a su llamada no pretenden dar una respuesta a las debilidades (presuntas o reales) de Reino Unido sino que sue?an con recuperar el brillo perdido del imperio. Sus l¨ªderes, por eso, tienen m¨¢s de predicadores que de fontaneros de la cosa p¨²blica. M¨¢s que buscar soluciones, parlotean. Estos d¨ªas se ha contado que David Davis, el responsable de negociar la salida de Reino Unido de la Uni¨®n Europea, pasaba m¨¢s tiempo en los bares proclamando las virtudes de su causa que negociando con Bruselas. Se han abrazado a un mito y no han querido saber nada de la mara?a de intereses comunes, de normas compartidas y de esa antigua complicidad en numerosos proyectos que llevan tiempo construyendo los brit¨¢nicos con el resto de los europeos.
Es verdad que Reino Unido tuvo desde siempre ciertas prevenciones ante la idea de volcarse por completo la Uni¨®n, pero incluso alguno de los grandes defensores del imperio, como Winston Churchill, sab¨ªan que no hab¨ªa alternativa. En un discurso que pronunci¨® en la Universidad de Z¨²rich despu¨¦s de la II?Guerra Mundial, afirm¨®: ¡°Se trata de volver a crear la familia europea y, en la medida de lo posible, de darle una estructura que le permita vivir en paz y en libertad¡±. En esas est¨¢bamos, cuando llegaron los iluminados para proferir ese fulminante alarido contra Europa que tanto conforta a los creyentes en el Brexit.
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