La Alianza se resquebraja

La OTAN afronta un desaf¨ªo que procede no de una amenaza exterior, sino de quien deber¨ªa ser su principal valedor: Estados Unidos. La cumbre de Bruselas ha mostrado que, ajeno al valor estrat¨¦gico que aporta tanto a Europa como a EE UU, Donald Trump se sirve de la Alianza para vapulear a sus socios.

El aumento del gasto militar hasta el 4% del PIB que Trump pretende imponer a los dem¨¢s miembros a golpe de reprimenda es solo el reflejo de unos cuestionamientos m¨¢s profundos. El presidente estadounidense solo parece entender la relaci¨®n con sus aliados europeos en t¨¦rminos comerciales. De este modo, los mismos reproches que les lanza por exportar a EE?UU m¨¢s de lo que importan ¡ªo por comprar gas de Rusia¡ª se trasladan al ¨¢mbito de la defensa.

Peor a¨²n, Trump no tiene reparo en manipular los datos, como cuando afirma que su pa¨ªs sufraga el 90% del gasto de la OTAN. As¨ª crea una falsa sensaci¨®n de agravio respecto a los aliados europeos. Los r¨¦ditos electorales que esta estrategia pueda aportarle ante las elecciones legislativas de noviembre son inciertos. Lo que s¨ª parece seguro es que su estrategia de da?ar un v¨ªnculo que todos sus predecesores en el cargo han procurado preservar desde la Segunda Guerra Mundial lo debilita ante el mundo y acent¨²a la desconfianza europea.

Europa est¨¢ desconcertada por esta incomprensible deriva exterior estadounidense. Los gobernantes de la UE, presos de sus propias rencillas internas, dudan a la hora de plantar cara al discurso arrollador de Trump y, para no alimentar las tensiones, optan en p¨²blico por la prudencia. Pero a la espera de tiempos mejores ¡ªotro dirigente estadounidense que pueda reconducir la relaci¨®n en el futuro¡ª tratan de reforzarse al margen de Washington. Los proyectos de integraci¨®n en defensa que impulsa la UE constituyen una muestra clara de que el club comunitario ha perdido la confianza en su hist¨®rico aliado atl¨¢ntico.