Justicia elemental
Es una falacia decir que en Espa?a pervive un franquismo soft. La democracia de este pa¨ªs es tan admirable y criticable como las de Francia o Alemania
Llega tan tarde que casi no merece ni un aplauso. Mucha gente ha muerto sin que el Estado les pague la deuda moral, y muchos otros est¨¢n a punto de morir, nonagenarios. O no se van a enterar o ya no les importa. El refranero espa?ol, tan mentiroso, dice que nunca es tarde si la dicha es buena, pero aqu¨ª ni siquiera se puede hablar de dicha, y todos sabemos que es muy tarde. Cuando esto se lea en los libros de historia, dentro de cincuenta o cien a?os, los espa?oles de entonces no nos entender¨¢n. Se preguntar¨¢n de qu¨¦ pasta cruel est¨¢bamos hechos, c¨®mo pudimos esperar tanto, c¨®mo pudimos convertir en bronca pol¨ªtica el deseo leg¨ªtimo e incuestionable de miles de compatriotas de dar sepultura a los restos de sus padres.
Esta semana se cumplir¨¢n 82 a?os del comienzo de la ¨²ltima guerra civil espa?ola, y coincide el aniversario con el anuncio de que el Gobierno se har¨¢ cargo de la b¨²squeda de las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista que siguen desaparecidas en fosas comunes de toda Espa?a. No es cierto, como sostienen los que hablan del r¨¦gimen del 78, que esto pudo hacerse nada m¨¢s recuperar la democracia. No solo porque el sistema era fr¨¢gil y tem¨ªa el ubicuo ruido de sables, sino porque entonces no hab¨ªa datos ni conciencia que midiesen la magnitud de la represi¨®n. Simplemente, no estaba estudiada. Pero, desde finales de la d¨¦cada de 1990, tenemos una idea bastante precisa de qui¨¦nes son los desaparecidos y d¨®nde hay que buscar sus restos.
Hace veinte a?os que el Estado espa?ol elude su responsabilidad, y esa demora no admite ninguna excusa.
Es una falacia decir que en Espa?a pervive un franquismo soft. La democracia de este pa¨ªs es tan admirable y criticable como las de Francia o Alemania. Tampoco tiene el monopolio de los traumas con la memoria nacional: los debates sobre los colaboracionistas franceses o el camaleonismo de los fascistas italianos son tan dolorosos, complejos e hist¨¦ricos como los que se avientan en Espa?a. La violencia pol¨ªtica deja siempre una huella profund¨ªsima y larga en las sociedades que la sufren.
Pese a todo, no se entiende que hasta 2018 ning¨²n gobierno se haya atrevido a restituir una justicia tan elemental como la de atender y dar paz a quienes se han pasado la vida buscando a sus padres muertos, para enterrarlos con la dignidad y el cari?o que merecen. No se entiende que haya un solo pol¨ªtico que se oponga a ello. Llega tarde, no queda dicha buena, pero, al fin, el Estado cumple y mira de frente a los hijos de las v¨ªctimas. L¨¢stima que apenas queden unos pocos ojos a los que enfrentarse.
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