Al pelo

Como si el peinado masculino hubiera entrado a formar parte del mundo del arte, algunos peluqueros de moda ya se atreven a firmar como una performanceexclusiva el tinte y corte de pelo de famosos deportistas, actores y otras celebridades. Al margen de esta tendencia art¨ªstica, algunos caballeros acostumbran desde siempre a te?irse el pelo de negro azabache y entre ellos los hay que llevando las gre?as de un lado a otro componen su propia instalaci¨®n para ocultar una incipiente calvicie. Este complejo se puede entender entre individuos que no se aceptan como son, pero en un pol¨ªtico denota una inseguridad que deber¨ªa alertar al ciudadano. Si un pol¨ªtico no sabe enfrentarse a este peque?o problema que tiene su cabeza por fuera, no esperes que pueda resolver los que tenga por dentro su cerebro y menos los de todo un pa¨ªs a la hora de gobernar. En el momento en que el pelo de Felipe Gonz¨¢lez comenz¨® a encanecer se convirti¨® en un pol¨ªtico respetable; en cambio, Aznar y Rajoy han mostrado siempre el pelo del color ala de cuervo, falso e inalterable, ajeno a la vida. A Barack Obama se le puso el pelo blanco como consecuencia de promesas incumplidas y de bombardeos criminales no evitados. Por otra parte, nadie sabe cu¨¢ntas convulsiones cerebrales de beb¨¦ furioso seguir¨¢ cubriendo la empalizada te?ida de calabaza, que Trump exhibe en el cr¨¢neo. Los problemas de la Monarqu¨ªa ya est¨¢n coronando de canas la testa real de Felipe VI, y si Pedro S¨¢nchez perdura en el Gobierno pronto una ceniza prematura comenzar¨¢ a ascender por las patillas hasta cubrir por entero su cabeza como se?al de su responsabilidad e impotencia, de sus dudas, insomnios y fracasos, de la angustia ante el famoso sapo con el que deber¨¢ desayunarse cada ma?ana. El presidente tendr¨ªa que dejarse puesta esa ceniza aunque solo fuera para demostrar que el poder es una carga insoportable.