Brutalidad pol¨ªtica
Triunfan los l¨ªderes arrogantes que rompen las reglas de la diplomacia
El centenario del nacimiento de Nelson Mandela fue la ocasi¨®n aprovechada por el expresidente Barack Obama para alertar contra los peligros de un retorno al autoritarismo y la intolerancia. Es una se?al de alarma m¨¢s que oportuna en un panorama mundial dominado por una suerte de brutalidad pol¨ªtica en las formas que cuenta con las crecientes simpat¨ªas de los electorados. Donald Trump es probablemente el m¨¢ximo exponente de un ideario que abomina de lo pol¨ªticamente correcto y que utiliza un lenguaje bronco e incluso soez f¨¢cil de entender que, adem¨¢s, apela a los sentimientos primarios frente a la raz¨®n.
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La ¨²ltima bravuconada de Trump, publicada en su cuenta de Twitter con letras may¨²sculas amenazando con lenguaje barriobajero al presidente iran¨ª, no es una an¨¦cdota inocua. Una vez que ha retirado a Estados Unidos del programa nuclear iran¨ª, enterrando uno de los mayores ¨¦xitos diplom¨¢ticos de los ¨²ltimos a?os, Trump acrecienta la tensi¨®n internacional, sabedor de que su arrogancia es bien apreciada entre los suyos.
Donald Trump, Vlad¨ªmir Putin y Matteo Salvini, entre otros, han establecido un nuevo y agresivo estilo en el que domina la brutalidad. La Italia que ha votado a un movimiento cuyo lema era ¡°a tomar por culo¡± es hoy un pa¨ªs radicalizado contra la inmigraci¨®n de la mano de personajes p¨²blicos como Salvini. Sus decisiones, casi siempre de tintes xen¨®fobos y nacionalistas, las subraya con insultos impropios de un pol¨ªtico de primer nivel y con expresiones arrogantes. ¡°Los puertos italianos solo los ver¨¢n en postal¡±, advirti¨® recientemente en su cuenta de Twitter a las ONG espa?olas que rescatan n¨¢ufragos en el Mediterr¨¢neo.
La dial¨¦ctica establecida por estos l¨ªderes no es una inocente ruptura de las reglas diplom¨¢ticas, una de las m¨¢s potentes herramientas para preservar la paz y la concordia. Es una ruptura m¨¢s amplia por parte de un poder personalista que dialoga o parece dialogar directamente con el pueblo a trav¨¦s de las redes sociales ¡ªdespreciando las instituciones democr¨¢ticas¡ª, que empatiza con ¨¦l a trav¨¦s del lenguaje coloquial, que encandila con su proteccionismo patri¨®tico y que, en definitiva, no utiliza la lengua como un medio de comunicaci¨®n, sino de dominaci¨®n.
Frente a un mundo demasiado complicado y una democracia lenta y compleja en sus equilibrios de poder, los l¨ªderes fuertes imponen sus din¨¢micas. El perfil de Putin, antiguo esp¨ªa sovi¨¦tico, de complexi¨®n y maneras militares, es el gu¨ªa protector que, segun ¨¦l mismo, los rusos demandan.
En los tiempos de fake news, la brutalidad del poder se ejerce con poco respeto hacia la verdad. Lo importante no es qu¨¦ se han dicho en Helsinki, sino que Putin hable de igual a igual con Trump, al que, por cierto, solo la mitad de los estadounidenses le critica por confiar m¨¢s en la palabra del ruso que en la de su propia Administraci¨®n.
El juego de gestos y palabras gruesas y desacomplejadas entronca directamente con el populismo y apunta una deriva peligrosa: de la dominaci¨®n propagand¨ªstica al totalitarismo hay un camino demasiado corto.
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