Puigdemont y las gaitas del no
Se trata de hacerle la vida imposible al Gobierno que trata de rebajar los argumentos de un agravado desentendimiento Catalu?a-Espa?a
El delegado de Puigdemont en Catalu?a, David Bonveh¨ª, afirm¨® en el proceso de sustituci¨®n de Marta Pascal al frente del PDeCAT que los representantes de ese partido deb¨ªan dedicarse a tocarle la gaita al Gobierno en el Parlamento.
No parece que las intenciones de esta gaita que ahora van a tocar los independentistas en las Cortes sea para provocar la armon¨ªa marina que dota de belleza su ritmo. Y se puede estimar con probables razones que Bonveh¨ª estaba prestando la gaita a met¨¢foras m¨¢s prosaicas. Una de estas puede ser la que inspira el expresident de la Generalitat. Se trata de hacerle, con la gaita del no, la vida imposible al Gobierno que trata de rebajar los argumentos de un agravado desentendimiento Catalu?a-Espa?a.
Mientras Pedro S¨¢nchez y sus ministros ofrecen v¨ªas de di¨¢logo para salvar ese puente que el proc¨¦s y el PP convirtieron en un espacio infernal, Puigdemont rema hacia atr¨¢s. Con tal de justificar con el no el odio a Espa?a que ¨¦l ha ayudado a alentar, es capaz de romper los instrumentos de un nuevo entendimiento para explicar, entre los suyos, que s¨®lo se puede hacer lo que ¨¦l mismo se dio cuenta de que no se pod¨ªa hacer.
En esa carrera hacia la nada de la que viene derrib¨® un viejo partido para constituir uno al que le falta su escudo, quiz¨¢ una gaita, para ser el Partit de Puigdemont. Su resistible ascensi¨®n hasta ser presidente de s¨ª mismo es un producto de psicoterapia individual y no el resultado de un an¨¢lisis de las razones por las que las cosas cambian, por qu¨¦ sus parlamentarios votaron en Madrid un Gobierno que acabara con Rajoy y por qu¨¦ Torra viaj¨® a ver la fuente de Guiomar en La Moncloa.
Puigdemont act¨²a, con su gaita, como si a¨²n estuviera Rajoy al mando de la orquesta, y desoye hasta a los suyos con tal de romper un posible di¨¢logo entre Catalu?a y el Estado. Situado en lo m¨¢s alto de su ego, es capaz de sacrificar pol¨ªticos propios con tal de seguir dirigiendo, por personas interpuestas, un desconcierto de gaitas en el Parlamento.
Se trata de tocar la gaita por tocarla.
La invocaci¨®n de la gaita es una falta de respeto a la armon¨ªa de su m¨²sica. Pero Puigdemont parece ignorar todo cuanto toca, tambi¨¦n la gaita que ha puesto en manos de Bonveh¨ª para crear el desconcierto en Madrid, pobre ciudad culpable de la ri?a de las administraciones, desembocadura inocente de las rabias que en lugar de volverse m¨²sica se constituyen en parapeto.
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