El agua y el fuego, dos extremos del cambio clim¨¢tico
Habr¨¢ m¨¢s inundaciones e incendios y ser¨¢n m¨¢s frecuentes. El tiempo no est¨¢ loco. Lo hemos vuelto loco
En unos sitios se queman y en otros se ahogan. En unos sitios hay sequ¨ªa y en otros inundaciones. Es normal, porque si hace m¨¢s calor, se evapora m¨¢s agua y en alg¨²n lugar tiene que descargar.
?El fuego. Hemos visto c¨®mo Grecia ard¨ªa sin piedad. Hemos visto a gente calcinada que hab¨ªa muerto abraz¨¢ndose. Hemos visto la desolaci¨®n y la impotencia frente a una ola de incendios que avanzaba como bombas rodantes y que en solo dos d¨ªas se llev¨® la vida de m¨¢s de ochenta personas en la regi¨®n de Atenas. No era un hecho aislado. La tragedia griega era el ¨²ltimo de una cadena de episodios de calor extremo que comenz¨® a principios de julio en Escandinavia.
Hasta 52 incendios forestales quemaban simult¨¢neamente el 21 de julio a lo largo de Suecia, algunos de ellos por encima de la l¨ªnea que delimita el c¨ªrculo polar ¨¢rtico. Una ola de calor sin precedentes en Escandinavia hab¨ªa prendido unos bosques que cre¨ªan inmunes al calor.
El mes de mayo hab¨ªa sido ya el m¨¢s caluroso desde que se tienen registros. El 18 de julio la helada Laponia alcanz¨® los 33?¡ãC y en Makkaur, en el c¨ªrculo polar ¨¢rtico, los term¨®metros registraban 25,2?¡ãC¡ de noche. Algunos d¨ªas de este mes de julio hac¨ªa m¨¢s calor en el norte de Noruega que en Alicante.
Tambi¨¦n en la fr¨ªa Siberia hubo incendios forestales cuyo humo lleg¨® hasta Canad¨¢ y Estados Unidos. En algunos lugares, adem¨¢s de bosques, las altas temperaturas se cobraban vidas por golpes de calor y deshidrataci¨®n. A principios de julio Canad¨¢ lleg¨® a registrar ya m¨¢s de 70 muertes. Dos semanas despu¨¦s era Jap¨®n la que sufr¨ªa los rigores del calor extremo: 80 personas murieron y 22.000 tuvieron que ser hospitalizadas. En la zona de Kumayaga se alcanz¨® el r¨¦cord de 41,1 ¡ãC.
El agua. En junio hubo inundaciones en Francia, Polonia, Austria, Grecia y Bulgaria. En julio, el agua hac¨ªa estragos en Asia. El 24 de julio se contabilizaban 27 muertos y decenas de desaparecidos en Son Tinh (Vietnam). Ocurr¨ªa justo un mes despu¨¦s de que otra tormenta tropical se cobrara m¨¢s de treinta muertos. En Laos la llegada de una enorme avenida causada por las intensas lluvias hizo ceder la presa de una central en construcci¨®n y 5.000 millones de metros c¨²bicos de agua se precipitaron sobre las poblaciones vecinas. Los muertos y desaparecidos se estiman por cientos.
Lo que ocurre encaja perfectamente con las previsiones que los expertos del panel cient¨ªfico de Naciones Unidas sobre Cambio Clim¨¢tico hab¨ªan pronosticado: habr¨¢ m¨¢s fen¨®menos extremos y ser¨¢n m¨¢s frecuentes. El tiempo no est¨¢ loco. Lo hemos vuelto loco. Y ahora el loco tiempo mata m¨¢s y con m¨¢s frecuencia.
Pero el negacionismo sigue con su negociado, ajeno a toda esta muerte y este dolor. Y su negociado es negar la evidencia para crear confusi¨®n y evitar as¨ª que prosperen las medidas que deber¨ªan aplicarse para impedir que todo esto vaya a m¨¢s. Cuando piensen en la econom¨ªa, piensen tambi¨¦n en los que han muerto abrasados o ahogados.
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