Los ¡®bleus¡¯ en el alma de un Mundial
El origen de los jugadores ha suscitado una pol¨¦mica. Pero menos en Francia que en Suiza o en Alemania
Hace dos semanas que termin¨® el Mundial de Rusia. Fue una bonita fiesta, que a¨²n promete d¨ªas felices para los ganadores. En Francia, la multitud, repentinamente liberada del miedo a los atentados, invadi¨® los Campos El¨ªseos y las plazas del pa¨ªs, los d¨ªas 15 y 16 de julio, para expresar su alegr¨ªa. Veinte a?os despu¨¦s de la exagerada mediatizaci¨®n de una Francia black-blanc-beur (negro-blanco-¨¢rabe) ganadora, al igual que el equipo de 1998, los comentarios de la prensa sobre la cuesti¨®n de la diversidad han sido m¨¢s comedidos. El presidente Macron acababa de congelar, por falta de recursos y quiz¨¢ de voluntad, el en¨¦simo plan para los ¡°barrios dif¨ªciles¡± de los que proceden muchos de estos j¨®venes jugadores. Sin embargo, en el ¨¢mbito deportivo, las estad¨ªsticas hacen justicia a este suburbio cosmopolita tan desacreditado. En cinco Mundiales, desde 2002, Francia es el pa¨ªs que m¨¢s jugadores ha aportado a todas las selecciones (216). Y dentro de Francia, Par¨ªs y sus suburbios son, con diferencia, los que han producido m¨¢s talentos internacionales, seg¨²n una estad¨ªstica de Runrepeat.com.
Lo sorprendente de los bleus de 2018, a diferencia de los chicos arrogantes e inmaduros que se declararon en huelga en 2010 en Sud¨¢frica, es que, aunque son m¨¢s j¨®venes, han logrado demostrar que tienen una sangre fr¨ªa y una disciplina ejemplares. Estaban ¡°orgullosos de ser franceses¡±. Y esta vez han sido m¨¢s los peri¨®dicos africanos que la prensa francesa los que han reivindicado los or¨ªgenes de 14 de los 23 jugadores de la selecci¨®n de Didier Deschamps. A un tuit que, siguiendo la misma idea, asociaba a cada jugador con una bandera africana, el defensa lateral Benjamin Mendy respondi¨® sin rodeos poniendo un icono de la bandera francesa al lado del nombre de cada uno de sus compa?eros. Y en su homenaje al s¨ªmbolo Nelson Mandela, que este a?o habr¨ªa cumplido cien a?os, el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, celebraba este ¨¦xito de la diversidad recre¨¢ndose con estos campeones del mundo no muy ¡°galos¡± antes de a?adir, con una sonrisa, ¡°pero franceses¡±. En Italia, el tono fue diferente. La victoria de los bleus estuvo acompa?ada de un estallido de comentarios racistas y antifranceses en las redes sociales. Estas inflexiones nauseabundas se difund¨ªan incluso, aunque en forma diluida, en el diario Corriere della Sera, que hablaba de un equipo ¡°lleno de campeones africanos¡±.
En Francia, la multitud, repentinamente liberada del miedo a los atentados, invadi¨® los Campos El¨ªseos y las plazas del pa¨ªs para expresar su alegr¨ªa
Durante este Mundial, algunos intentos de instrumentalizaci¨®n pol¨ªtica tambi¨¦n quisieron hacer de cada inmigrante rechazado en la frontera una promesa del f¨²tbol franc¨¦s o, por el contrario, un aprendiz de yihadista en potencia, como si el destino del inmigrante se redujera a esta alternativa. Pero esto no bast¨® para enfriar el entusiasmo y el orgullo de los franceses. ¡°El patriotismo es el amor a los tuyos. El nacionalismo es el odio hacia los dem¨¢s¡±, escrib¨ªa Romain Gary. As¨ª, en Rusia, el Kremlin ha sabido amordazar el nacionalismo de sus ultras, permiti¨¦ndoles expresar, de repente, un patriotismo infantil. Pero en Mosc¨², como en muchos pa¨ªses, este Mundial tambi¨¦n dejar¨¢ algunas marcas azules en el alma.
Los moscovitas han agradecido este repentino permiso para manifestar su alegr¨ªa en la calle, pero saben que no durar¨¢. Y adem¨¢s, al controlar a los aficionados, empezando por los suyos, gracias a un pase ¡°Fan ID¡±, el Kremlin tambi¨¦n ha suscitado, sin preverlo, una esperanza para muchos inmigrantes en potencia: 9.500 iran¨ªes, 9.000 senegaleses y 6.000 nigerianos entraron en territorio ruso gracias a esta llave maestra del deporte con la esperanza de quedarse all¨ª. Una vez acabado el Mundial, su sue?o se convertir¨¢ en una pesadilla, acosados por una polic¨ªa que no tiene fama de ser blanda con ellos. La intrusi¨®n de cuatro Pussy Riot en el campo de la final ¡ªpara que no olvidemos a los presos pol¨ªticos en Rusia¡ª no fue tratada con m¨¢s benevolencia. Destino, la prisi¨®n. Os digo que se acab¨® la fiesta.
Este Mundial tambi¨¦n ha causado problemas en muchos pa¨ªses europeos, donde la cuesti¨®n del origen de los jugadores ha alimentado la pol¨¦mica. Suiza, que en Europa (excepto Luxemburgo) es la que cuenta con la mayor proporci¨®n de nacionales de origen inmigrante entre su poblaci¨®n (un habitante de cada cuatro) tampoco ha podido evitarlo. Tres de esos jugadores que imitaron el ¨¢guila bic¨¦fala albanesa con las dos manos con motivo de un gol contra el equipo de Serbia, han reavivado el debate sobre ¡°los valores suizos¡±. En respuesta, un dirigente de la Asociaci¨®n Suiza de F¨²tbol incluso hab¨ªa considerado excluir de los entrenamientos a todos los binacionales que no renunciaran a su segunda nacionalidad. Sin embargo, este proyecto fue desechado r¨¢pidamente: uno de los jugadores involucrados, el centrocampista Granit Xhaka, solo ten¨ªa de hecho nacionalidad suiza. En Alemania pitaron a dos jugadores de origen turco por visitar al presidente turco Erdogan unos d¨ªas antes del Mundial. Tarjeta roja en este pa¨ªs, cuyo t¨ªmido orgullo patri¨®tico se relaja un poco durante el Mundial. En Suecia, Jimmy Durmaz fue insultado despu¨¦s de la derrota frente a Alemania, lo que provoc¨® una manifestaci¨®n de solidaridad y antirracismo sin precedentes del resto del equipo.
¡°El discurso populista se ha convertido en el odio a los extranjeros. (...) La inmigraci¨®n y el multiculturalismo se siguen presentando como una amenaza para la cohesi¨®n social y la seguridad de Europa¡±, se?ala la Comisi¨®n Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI, por sus siglas en ingl¨¦s) en su ¨²ltimo informe (2017). El Mundial ha sido, por lo tanto, un par¨¦ntesis id¨ªlico. A menos que solo fuera una etapa, como afirma el soci¨®logo franc¨¦s Stephen Ollion, investigador del Centro Nacional para la Investigaci¨®n Cient¨ªfica (CNRS, por sus siglas en franc¨¦s), que habla de una exacerbaci¨®n de la identidad a corto plazo, especialmente ante la proximidad de las elecciones, y de una aceptaci¨®n de los inmigrantes a largo plazo. Nos vemos dentro de cuatro a?os, en el pr¨®ximo Mundial, para comprobar esta hip¨®tesis.
Olivier Bot es redactor jefe adjunto de Tribune de Gen¨¨ve.
? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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