Carta a Pedro S¨¢nchez
El autor, quien sufri¨® graves abusos en la infancia, sugiere cambios legales para proteger a los menores. Como una reforma judicial para que en casos de violaci¨®n infantil, ni?os y ni?as declaren en privado, con la presunci¨®n de que dicen la verdad
Apreciado se?or S¨¢nchez:
Llevo m¨¢s de un a?o viviendo en Espa?a. Para m¨ª, este pa¨ªs es mi casa; me he enamorado completamente de ¨¦l, hasta la m¨¦dula. Pago impuestos aqu¨ª, intento contribuir de manera productiva y mi deseo es que, en algunos a?os, me haya ganado (y elijo esta palabra con intenci¨®n) el derecho a ser ciudadano de este maravilloso, generoso, fant¨¢stico y bonito pa¨ªs.
Otros art¨ªculos del autor
Cuando usted fue nombrado presidente del Gobierno y eligi¨® un Consejo de Ministros integrado en sus dos terceras partes por mujeres, me pareci¨® que ten¨ªamos un nuevo mandatario con una mentalidad m¨¢s abierta en muchos temas. Por eso le escribo esta carta.
Tenemos un grave problema. Y tiene que ver con su sistema judicial y con el trato que da a los menores. Quiero que sepa que hablo con conocimiento de causa: de ni?o me violaron repetidamente. Los a?os ochenta fueron una gran ¨¦poca para los pederastas: aunque los adultos ve¨ªan que sangraba, lloraba y me pon¨ªa hist¨¦rico, me enviaban de vuelta a los brazos (piernas, mejor dicho) de mi violador. Una y otra vez. Esa gente que ten¨ªa puestos de responsabilidad sab¨ªa que algo malo pasaba, pero nadie hac¨ªa nada y, de nuevo, me mandaban junto a ¨¦l. Durante cinco largos a?os.
Solo el 15% de los casos se denunci¨® a la polic¨ªa. De ese 15%, el 70% nunca lleg¨® a juicio
Todav¨ªa estoy pagando el precio de haber tenido esa infancia. Tambi¨¦n mis seres queridos. Tengo pr¨®tesis de metal en la espalda, resultado de las tres operaciones a las que tuve que someterme para intentar reparar el da?o que me hab¨ªan causado las agresiones sexuales. He intentado suicidarme demasiadas veces y me he pasado tambi¨¦n demasiados meses en instituciones psiqui¨¢tricas. He probado todos los medicamentos que las grandes farmac¨¦uticas han tenido a bien inventar, he destruido relaciones, me he autolesionado con rabia y he hecho todo lo que se me ha pasado por la cabeza para intentar detener ese zumbido incansable y violento que me retumba en la cabeza. Desde que vivo en Madrid, ese zumbido se ha convertido al fin, milagrosamente, en un rumor lejano la mayor parte del tiempo que estoy despierto. Lo que quiz¨¢ explique por qu¨¦ este pa¨ªs significa tanto para m¨ª. Pero cuando veo en las noticias que hay tant¨ªsimos fracasos en la protecci¨®n de los derechos de los ni?os, de consecuencias catastr¨®ficas, no puedo evitar sentir n¨¢useas.
He aceptado que nunca se haga justicia por lo que me pas¨® (mi violador muri¨® antes del juicio). Pero tambi¨¦n me he prometido a m¨ª mismo que si alguna vez ten¨ªa frente a m¨ª un altavoz, por peque?o que fuera, lo usar¨ªa para hablar de este tema. Y por eso le escribo esta carta. Aqu¨ª, en Espa?a, me siento afortunado. Puedo hablar de ello en la Cadena SER y comentarlo con Buenafuente en la televisi¨®n o en las entrevistas de los peri¨®dicos. Puedo darles copias de mi libro Instrumental a todos los jueces del pa¨ªs, porque explica claramente qu¨¦ secuelas tienen los abusos. Pero, al final, todo acabar¨¢ cayendo en saco roto. La ¨²nica persona que puede cambiar las cosas de verdad ahora mismo es usted.
Tengo ante mis ojos unas hojas con miles de palabras, enviadas por Save the Children Espa?a, que har¨¢n que se le salten las l¨¢grimas. Aqu¨ª tiene algunos ejemplos:
Aunque el 70% de las v¨ªctimas infantiles diga que avis¨® a un adulto de lo que pasaba, solo el 15% de los casos se denunci¨® a la polic¨ªa. De ese 15%, el 70% nunca lleg¨® a juicio.
En cinco de las diecisiete comunidades prestan un servicio universal gratuito a las v¨ªctimas infantiles
El proceso judicial dura como promedio tres a?os; en algunos casos se llega a los cinco. El abuso sexual dura como promedio cuatro a?os.
En el 86% de los casos, el menor tiene que declarar en sesiones plenarias, en juicios a puerta abierta, delante de tres jueces y tambi¨¦n del presunto autor de los hechos.
En Espa?a, solo cinco de sus diecisiete comunidades aut¨®nomas prestan un servicio universal gratuito a las v¨ªctimas infantiles de los abusos sexuales. En el caso m¨¢s tristemente c¨¦lebre de Espa?a, el de los Maristas, de las 17 acusaciones que hay contra Ben¨ªtez, el autor confeso, 13 han prescrito. ?C¨®mo puede ser que no vaya a ser juzgado por todos estos cr¨ªmenes cometidos? Adem¨¢s, ?qu¨¦ ha fallado tan estrepitosamente para que durante m¨¢s de treinta a?os un profesor pudiera abusar de sus alumnos sin que nadie lo denunciara?
Podr¨ªa seguir y seguir¡
S¨¦ que usted leer¨¢ esta carta. Y s¨¦ que en la pol¨ªtica y en la ley las cosas van despacio. Pero tambi¨¦n s¨¦ que si entrara en una habitaci¨®n y sorprendiera a alguien violando a un ni?o, no se mover¨ªa con lentitud. Le sorprender¨ªa ver que uno es capaz de actuar con much¨ªsima rapidez. Y de soltar un pu?etazo la hostia de fuerte. Estoy aqu¨ª para decirle, para prometerle, para asegurarle que, aunque en este momento no vea con sus propios ojos c¨®mo violan a un ni?o, est¨¢ sucediendo ahora mismo. Cuando usted lea esto, estar¨¢ pasando. Siempre est¨¢ pasando. Y necesito que act¨²e r¨¢pido.
Me han sugerido (en Twitter, claro) que, como soy anglosaj¨®n, un hu¨¦sped de este pa¨ªs, mejor ¡°no me meta en pol¨ªtica¡±. Pero esto no tiene que ver con la pol¨ªtica, sino con la humanidad. El sistema creado espec¨ªficamente para proteger a los m¨¢s vulnerables se ha roto y ya no sirve.
Estoy seguro de que este asunto no es nuevo para usted; que ya tiene una idea de lo que quiere conseguir y de c¨®mo va a hacerlo. Yo solo quiero ayudar. Me gustar¨ªa, junto con Andr¨¦s Conde, director general de Save the Children Espa?a, reunirme con usted un par de horas y ayudarle a lograr que Espa?a sea un lugar m¨¢s seguro para sus ni?os y ni?as. Sabemos lo que hace falta: lo m¨¢s urgente es una formaci¨®n obligatoria, unos protocolos y una reforma profunda del proceso judicial para que en los casos de abuso sexual infantil se respeten de verdad los derechos del ni?o y tambi¨¦n sus necesidades particulares: que haya juzgados espec¨ªficos, con jueces preparados y juicios r¨¢pidos para que el menor declare solo una vez, en privado, con la presunci¨®n de que est¨¢ diciendo la verdad. Cuando se trate de ni?os, hay que dejar de distinguir por ley entre abuso y agresi¨®n: siempre es agresi¨®n.
Quiero que apruebe una nueva ley que erradique la violencia contra los menores y adolescentes, y que se centre especialmente en las medidas preventivas, tal y como le ha sugerido en dos ocasiones el Comit¨¦ de los Derechos del Ni?o de las Naciones Unidas al Gobierno de Espa?a.
Un peri¨®dico public¨® hace poco un art¨ªculo que dec¨ªa que ¡°a Rhodes lo violaron repetidamente durante su infancia y Bach lo salv¨®, pero ni siquiera esa experiencia l¨ªmite lo convirti¨® en un m¨²sico excepcional¡±. Y, aunque quiz¨¢ suene raro, por desgracia es verdad. No soy para nada un m¨²sico excepcional. Pero creo que s¨ª puedo ser un recurso excepcional para usted y su equipo en la tarea de cambiar las cosas a mejor de forma permanente para los ni?os y ni?as de este pa¨ªs. Por favor, cont¨¦steme, ve¨¢monos y pong¨¢monos manos a la obra.
James Rhodes es pianista, autor del libro Instrumental. Memorias de m¨²sica, medicina y locura (Blackie Books). @JRhodesPianist
Traducci¨®n de Laura Ib¨¢?ez.
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