Nicaragua volver¨¢ a ser libre
A la libertad hay que rescatarla de la amenaza populista y de los delirios autoritarios
La Asamblea Legislativa de mi pa¨ªs declar¨® el 7 de agosto como D¨ªa de la Paz Firme y Duradera. Para la generaci¨®n que vivi¨® aquella ¨¦poca, que respald¨® nuestros esfuerzos por lograr (en 1987) la firma del Plan de Paz, esta fecha ser¨¢ un aviso que por siempre se?alizar¨¢ aquellos a?os de dolores y de sue?os.
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Pero esta declaratoria es quiz¨¢s m¨¢s importante para las nuevas generaciones. Porque ning¨²n costarricense de m¨¢s de 40 a?os necesita que le recuerden los horrores de la guerra. Ninguno necesita que le describan los desfiles de ata¨²des, porque los vio en los noticieros. Ninguno necesita que le cuenten sobre las olas de migrantes y desplazados, porque los conoci¨® en persona. Ninguno necesita que le relaten el sonido de la metralla, el humo despu¨¦s de un tiroteo, el rostro de las madres que buscan a sus hijos entre los muertos alineados en el suelo, descomponi¨¦ndose al aire libre.
Tr¨¢gicamente, hoy una nueva generaci¨®n de hermanos nicarag¨¹enses se ha asomado a estos abismos. A esos j¨®venes que hoy est¨¢n en la mira de los francotiradores y en la ruta de las caravanas paramilitares, les env¨ªo toda mi fuerza y mi apoyo.
Que no dude la Nicaragua joven: Centroam¨¦rica est¨¢ de su lado. Y de su lado est¨¢ tambi¨¦n la historia. Hay un futuro mejor para Nicaragua. No es un futuro autom¨¢tico. Es un futuro que se labra con la mente, con el esp¨ªritu y con las manos.
El triste retroceso de Nicaragua nos recuerda que la paz no puede darse por sentada. Que a la libertad hay que rescatarla constantemente de la amenaza del populismo y de los delirios autoritarios. En la defensa de la democracia, no es posible el descanso. Debemos velar su sue?o y custodiar su vigilia; porque lo que en ella se construye de d¨ªa, puede con facilidad destruirse en la noche. Aquello que ven nuestros ojos al caer la tarde, puede no estar ah¨ª al primer despunte del alba.
Estamos a tiempo para denunciar los constantes atropellos al sistema democr¨¢tico y a los derechos humanos que perpetra el r¨¦gimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo
La falta de consolidaci¨®n de la democracia en Centroam¨¦rica se puso en mayor evidencia cuando Daniel Ortega gan¨® (en 2016) su tercer mandato consecutivo al frente del Gobierno de Nicaragua con el favor del Tribunal Electoral y la descalificaci¨®n de la oposici¨®n. Yo fui testigo del triunfo de la revoluci¨®n sandinista y del aluvi¨®n de esperanza que desat¨® en Nicaragua. Unos a?os despu¨¦s lider¨¦ el proceso de negociaci¨®n que culmin¨® con la firma de la paz en Centroam¨¦rica. Y mis ojos no pueden creer que todo aquello haya desembocado en la pantomima de hoy. No fue para esto que muri¨® Sandino. No fue para esto que desfilaron los ata¨²des en Jinotepe, en Le¨®n, en Masaya y en Managua. Tenemos una deuda pendiente con el pueblo nicarag¨¹ense, al que le prometimos una vida mejor con la transici¨®n a la democracia.
Porque la democracia, para ser efectiva, ha de ser un ejercicio de reciprocidad. Es en el momento mismo de la amenaza en donde hay que alzar la voz y denunciar. Luego, puede ser demasiado tarde. Nosotros a¨²n estamos a tiempo para levantar nuestras voces y denunciar los constantes atropellos al sistema democr¨¢tico y a los derechos humanos que actualmente perpetra el r¨¦gimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo. A¨²n estamos a tiempo de apoyar al pueblo nicarag¨¹ense que ha tomado las calles para demandar un cambio por parte de un Gobierno que ha venido socavando sistem¨¢ticamente las bases de la democracia; un Gobierno corrupto y asesino que amasa poder y riqueza frente a un pueblo que sigue padeciendo el l¨¢tigo de la miseria.
No s¨¦ c¨®mo terminar¨¢n las demostraciones de insatisfacci¨®n del pueblo nicarag¨¹ense con el Gobierno de Ortega. Lo primero que debe acabar es la represi¨®n. Debe darse la liberaci¨®n de todos los detenidos durante las manifestaciones y reanudar cuanto antes la mesa de di¨¢logo. En Nicaragua ha emergido una fuerza popular muy poderosa conformada por el estudiantado universitario. Son los j¨®venes nicarag¨¹enses, muchachos de 15, 18 y 20 a?os, los que le est¨¢n dando al mundo una muestra conmovedora de sacrificio, compromiso y amor a la libertad.
Guardo la esperanza de que el di¨¢logo permita encontrar una salida pac¨ªfica a la terrible situaci¨®n en Nicaragua. Hace treinta y un a?os, cuando luch¨¢bamos por la paz en Centroam¨¦rica, fueron los estudiantes los que primero salieron a defender nuestra causa y a luchar por ella. Tengo plena confianza en que, al final del camino, los estudiantes nicarag¨¹enses volver¨¢n a levantar la bandera de su pa¨ªs en paz y en democracia. Libres una vez m¨¢s.
?scar Arias S¨¢nchez fue presidente de Costa Rica de 1986 a 1990 y de 2006 a 2010; y Premio Nobel de la Paz 1987 por la pacificaci¨®n de Centroam¨¦rica.
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