Adi¨®s a 300.000 a?os fingiendo orgasmos: un reloj te va a dejar en evidencia
Gracias a un reloj que mide las pulsaciones durante las relaciones sexuales, es posible saber cu¨¢ndo simulamos
Amigos m¨ªos, el momento es grave. La Humanidad se enfrenta a peligros inconmensurables. El mundo est¨¢ empezando a inclinarse: el Apple Watch va a revolucionar nuestra vida sexual. Este reloj digital es capaz de contar los latidos de nuestro coraz¨®n. Y William Masters y Virginia Johnson demostraron que un orgasmo duplica nuestras pulsaciones. Por consiguiente, a partir de ahora es posible saber si una mujer simula. ?Imaginad las consecuencias de este descubrimiento! Una actriz porno ucraniana, Kristina Vashchuk, acaba de crear una web llamada Yonitale con el objetivo de filmar orgasmos femeninos verificados con el reloj conectado. Incluso ha llegado a patentar una Escala del Placer (Pleasure Scale) que clasifica los diferentes tipos de orgasmos en funci¨®n de la velocidad de los BPM. Y adem¨¢s pretende organizar en breve un ¡°Campeonato del Mundo del Orgasmo Certificado¡±, con una finalista por cada pa¨ªs.
Qu¨¦ fascinante era no estar nunca seguros al cien por cien de la eficacia de nuestros esfuerzos. Cierto, hab¨ªa indicios, pero ninguna ¡°prueba de placer real¡±
A m¨ª, el hombre de las cavernas, se me ve venir a 100 kil¨®metros de distancia. La muerte de la simulaci¨®n femenina es tambi¨¦n la del ego¨ªsmo masculino. Durante milenios, el hombre ha sido incapaz de saber si la mujer gozaba o se aburr¨ªa en la cama. Este largo periodo de misterio ha llegado a su fin. Desde este momento, si tu pareja tiene un smartwatch est¨¢ en su derecho de exigir un High Score cotidiano (alrededor de los 130 BPM), en vez de hacer como que se sube por las cortinas para no ofender tu peque?o ego de playboy. Esta revoluci¨®n es la aut¨¦ntica victoria del feminismo. ?Se acab¨® el teatro! Y sin embargo me atenaza un punto de nostalgia machista¡ Al fin y al cabo, era bonito verlas gemir, agarrarse a las s¨¢banas, encoger los pies, pegar gritos extra?os, todos esos esfuerzos conmovedores que algunas hac¨ªan para agradarnos¡ Qu¨¦ fascinante era no saber, no estar nunca seguros al cien por cien de la eficacia de nuestros esfuerzos. Cierto, hab¨ªa indicios (por ejemplo, la eyaculaci¨®n femenina) pero ninguna ¡°prueba de placer real¡± era tan fiable como la fat¨ªdica cifra del ciberreloj. Algunas temblaban de mentira, otras se abandonaban en silencio. Imposible saber si ment¨ªan. Hemos vivido en la niebla durante 300.000 a?os y ahora eso se ha terminado.
Se?ores, hay que ponerse en lo peor: la relaci¨®n sexual va a convertirse en una prueba de la Selectividad. Siempre podremos negarnos a que nuestra pareja lleve un smartwatch en la mu?eca, pero eso nos har¨ªa pasar por perezosos asustados por el veredicto. Dicho todo esto, a¨²n nos queda una esperanza. La otra noche, cuando le ped¨ª a mi mujer que probara el famoso reloj, se neg¨®: ¡°Ah, no. ?Eso me desconcentrar¨ªa, es la mejor manera de no llegar!¡±. Victoria: el miedo al fiasco acaba de cambiar de campo.
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