Oto?o sin una esquina rota
La gesti¨®n del primer aniversario del 1-O y del proceso judicial ser¨¢ decisiva
Encaramos la can¨ªcula un tanto hastiados. Ni nuestra entrenada vida digital, que nos habit¨²a a los est¨ªmulos constantes, nos ha bastado para salir indemnes de los giros pol¨ªticos de los ¨²ltimos meses. Afrontamos los d¨ªas de descanso algo intranquilos. Pronto nos espera una estaci¨®n muy compleja. S¨ª, me refiero a Catalu?a.
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Con un Gobierno de la Generalitat que gesticula pero act¨²a dentro de la legalidad, con los l¨ªderes del movimiento independentista en prisi¨®n o fuera del pa¨ªs, con los partidos y entidades soberanistas desorientados, uno puede estar tentado de pensar que la situaci¨®n, aunque lenta, se reconduce. Creerlo as¨ª ser¨ªa desatender el enorme calado del proc¨¦s.
Bien al contrario, el 11 de septiembre se iniciar¨¢ una nueva fase de movilizaci¨®n que tendr¨¢ su z¨¦nit en el 1 de octubre. Lo har¨¢ en dos versiones combinadas: una presentar¨¢ el d¨ªa de la votaci¨®n masiva del a?o pasado como la fecha en la que ¡°los catalanes expresaron su voluntad de votar¡± y otra, anclada en los porrazos, tratar¨¢ de mostrarla como un punto de no retorno emocional con Espa?a. Ambas tendr¨¢n la voluntad de erigir el 1-O en el hito fundacional de la Rep¨²blica catalana que se propone.
La agitaci¨®n se acompa?ar¨¢ despu¨¦s por la generada a ra¨ªz de los juicios de los l¨ªderes encarcelados. Regresando al pasado se forzar¨¢n paralelismos hist¨®ricos y se encontrar¨¢n en particular en el juicio al Gobierno Companys por los hechos de octubre de 1934. Lo ser¨¢n por el elemento gr¨¢fico, por la suspensi¨®n de la autonom¨ªa, por el dramatismo de lo acontecido y la liberaci¨®n de los sentenciados tras una amnist¨ªa despu¨¦s de la victoria de las izquierdas en las elecciones de febrero de 1936.
La gesti¨®n del primer aniversario del 1-O y del juicio ser¨¢ incluso m¨¢s decisiva que la de lo acontecido el a?o pasado. El marco mental del separatismo est¨¢ m¨¢s predispuesto ahora a que se le constate, de manera definitiva, que con ¡°Madrid no hay nada que hacer¡±. Vanagloriarse de la actuaci¨®n policial del 1-O, humillar a los juzgados o celebrar las sentencias ¡ªlas que sean¡ª ser¨¢ nefasto para la convivencia en Catalu?a. La respuesta ciudadana al juicio es un artefacto de efectos hoy muy dif¨ªciles de calibrar.
Ayer tuvo lugar el homenaje a las v¨ªctimas del 17-A.? La introspecci¨®n y la comuni¨®n a la que nos aboca el momento deber¨ªa servir para recapacitar
Ser¨ªa sensato que tanto el Partido Popular como Ciudadanos atemperasen su discurso respecto a la cuesti¨®n. Aunque fuese, f¨ªjense en la paradoja, en beneficio de su propio proyecto pol¨ªtico. No va a ser f¨¢cil. En la pelea por un mismo electorado la cuesti¨®n catalana es un caramelo muy apetecible para desgastar al Gobierno de S¨¢nchez. Lo es tanto porque no es necesario ni pensar el discurso. Vale lo escrito un siglo atr¨¢s.
No contemporizar ser¨¢ un error. Apostar por la mano dura en un momento en que toda la poblaci¨®n catalana estar¨¢ extremadamente sensible tendr¨¢ el efecto contrario. Puede galvanizar el rechazo al Estado incluso m¨¢s all¨¢ de los dos millones de votantes independentistas.
Quienes se sintieron desamparados por la actuaci¨®n de los soberanistas en el Parlament los d¨ªas 6 y 7 de septiembre deben contar con la tranquilidad de saber que los derechos de sus representantes continuar¨¢n siendo garantizados, como no puede ser de otro modo. Esto no debe alejar al Gobierno, en lo que de ¨¦l dependa, de una actuaci¨®n con el independentismo ponderada. Cabe no olvidar que hoy en Catalu?a la descodificaci¨®n de los hechos tiene m¨¢s de componente emocional que racional.
Si el Gobierno gestiona mal el momento y la oposici¨®n no colabora, el proyecto espa?ol quedar¨¢ lastrado por alguna d¨¦cada. Si el president Torra y los partidos independentistas pierden el control de las movilizaciones y de su propia agitaci¨®n contribuir¨¢n a la tensi¨®n social y fallar¨¢n a toda la ciudadan¨ªa.
Ayer tuvo lugar el homenaje a las v¨ªctimas del 17-A, una tragedia para Catalu?a, para Espa?a y para Europa. La introspecci¨®n y la comuni¨®n a la que nos aboca el momento deber¨ªa servir para recapacitar. Tambi¨¦n para eliminar recelos, prejuicios y forjar una interlocuci¨®n m¨²ltiple y certera ¡ªexistente el 1-O y el 26-O¡ª. A la vuelta del verano bajo la escenificaci¨®n de las diferencias debe subyacer entre las partes un contacto permanente no para renunciar a proyectos pol¨ªticos sino, de entrada, para minimizar da?os. No hay tiempo que perder si, con licencia de Benedetti, queremos evitar un oto?o con una esquina rota.
Joan Esculies es escritor e historiador.
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