Abran paso al valiente que introdujo la pluma en el recio mundo de la ficci¨®n televisiva
Ryan Murphy (creador de ¡®Glee¡¯ o ¡®Feud¡¯) presenta su ¨²ltima propuesta: ¡®Pose¡¯, una mirada 'trans' a la eclosi¨®n del sida
No es por ganas de llevar la contraria, pero las cosas como son: la llamada nueva edad de oro de la ficci¨®n televisiva ha tra¨ªdo muchas cosas buenas, ha acu?ado sus cl¨¢sicos ¨CLos Soprano, The wire, Breaking bad¨C y ha consolidado un espacio para la expresi¨®n adulta ¨Cy una cierta ambici¨®n narrativa¨C en la industria audiovisual, pero tambi¨¦n ha tenido sus flecos discutibles, como, por ejemplo, el de haber entronizado un modelo can¨®nico que une una fastidiosa vocaci¨®n de prestigio con un imaginario muy de revista masculina empapada de loci¨®n Floyd.
Ryan Murphy reivindica la herencia de esa sensibilidad 'camp' que ya hab¨ªa funcionado para visibilizar aquello que la cultura dominante quer¨ªa neutralizar a trav¨¦s del clich¨¦
Sin duda, era urgente que alguien introdujese algo de colorida pluma en ese ¨¢mbito tan recio como la letrina de un campamento militar: desde su Reino Unido natal, Russell T. Davies actu¨® como avanzadilla en este universo fastidiosamente machirulo ¨Cy pagado de s¨ª mismo¨C, pero, finalmente, ha sido el norteamericano Ryan Murphy (EE.UU., 1965) quien se ha convertido en adalid de ese modelo de transgresi¨®n reivindicando, y explotando a placer, la herencia de esa sensibilidad camp que, en tiempos de homosexualidades armarizadas, ya hab¨ªa funcionado como eficaz estrategia corsaria para visibilizar aquello que la cultura dominante quer¨ªa neutralizar a trav¨¦s del clich¨¦.
El camp fue, en su origen, la apropiaci¨®n de elementos de la cultura dominante definidos en el exceso y el artificio por parte de una comunidad gay que a¨²n necesitaba del subterfugio y del discurso en clave para comunicarse. Murphy, hombre que vive su homosexualidad libremente, se form¨® en el mundo del periodismo, de donde, al parecer, extrajo un placer nada culpable por el amarillismo, canalizado de manera expl¨ªcita en su American crime story e histerizado al m¨¢ximo en su imprescindible American horror story. Murphy ha unido cinismo y cirug¨ªa (Nip/Tuck), ha envenenado de l¨²dica incorrecci¨®n la estela High School Musical (Glee) y ha logrado vitaminizar con una inflexi¨®n feminista su mirada al m¨¢s viperino Hollywood Babilonia (Feud). Su ¨²ltima propuesta ¨Caplicar una mirada trans a la eclosi¨®n del sida en Pose¨C demuestra que lo suyo es, casi, un programa, una irreverente militancia.
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