Adi¨®s a Europa
La derecha suiza siempre ha cultivado con ¨¦xito la imagen de la Uni¨®n Europa como enemigo
La hora de la verdad se acerca y la probabilidad de que no se llegue a un acuerdo aumenta. No, esta vez no hablamos del Brexit. A rebufo de las dif¨ªciles negociaciones sobre el abandono de la UE por parte de los brit¨¢nicos, Suiza tambi¨¦n intenta sentar nuevas bases para su relaci¨®n con la Uni¨®n. Un intento al que amenaza el fracaso tras un verano turbulento.
Estamos hablando del denominado tratado marco, la norma, en fase de negociaci¨®n, que da cobertura al denso tejido de acuerdos bilaterales que se han ido desarrollando a lo largo de los a?os entre la Uni¨®n Europea y Suiza.
A primera vista, los suizos se juegan en ¨¦l mucho menos que los brit¨¢nicos. Quien no es miembro de la Uni¨®n no puede salir de ella. En el peor de los casos se mantendr¨ªa el statu quo.
Pero incluso el statu quo es una perspectiva inquietante para Suiza y su econom¨ªa de exportaci¨®n. El acceso al mercado ¨²nico se erosionar¨ªa de forma lenta pero segura. En Suiza, una alianza nada santa entre nacionalistas de derechas y sindicatos de izquierdas intenta hundir el proyecto de dotar de un fundamento estable a las relaciones bilaterales.
La UE presiona para que Suiza adopte las normas europeas contra el dumping salarial y abandone las actualmente vigentes
La derecha suiza siempre ha cultivado con ¨¦xito la imagen de la Uni¨®n Europea como enemigo. Lo novedoso ahora es que sectores de la izquierda cabalgan sobre la ola de hostilidad hacia la UE y cargan contra Bruselas como supuesto basti¨®n del neoliberalismo. Esta actitud ha sido desencadenada por el hecho de que la UE, en las negociaciones sobre el nuevo tratado marco, presiona para que Suiza adopte las normas europeas contra el dumping salarial y abandone las actualmente vigentes.
Nuestros pa¨ªses vecinos consideran desde hace a?os discriminatorias esas normas, en las que ven una violaci¨®n del principio de libre circulaci¨®n de personas, al que Suiza se oblig¨® como contrapartida de su acceso al mercado europeo. La UE desear¨ªa eliminar este obst¨¢culo con el tratado marco, seg¨²n el cual un arbitraje ¡ªrespaldado por el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea¡ª deber¨ªa decidir en el futuro si la praxis suiza en materia de protecci¨®n salarial se ajusta a la normativa europea.
Esta demanda ha sido el motivo de que los sindicatos suizos se despachen contra los ¡°perros de presa del mercado¡± presentes en la Comisi¨®n Europea. Una ret¨®rica que antes se acostumbraba a o¨ªr entre los populistas de derechas. En todo caso, la Comisi¨®n ha descubierto el tema de la ¡°Europa social¡± tras sus equivocaciones al abordar la crisis europea; hasta ha llegado a hablar ahora de un seguro de desempleo europeo. La Uni¨®n Europea tambi¨¦n se ha apartado, en el asunto de la libre circulaci¨®n de personas, de la doctrina pura del mercado ¨²nico liberalizado. En realidad, este se basa en las cuatro libertades de circulaci¨®n: las de capital, mercanc¨ªas, servicios y trabajadores.
Los miembros m¨¢s ricos del club pueden vender libremente sus productos, pero a cambio tienen que aceptar la movilidad de la fuerza de trabajo, en especial la de los pa¨ªses m¨¢s pobres. Pero hoy, en Suiza, no solo se quiere seguir disfrutando de algunas de las ventajas del mercado ¨²nico, sino adem¨¢s quedarse al margen de sus inconvenientes en la medida de lo posible.
Bajo la presi¨®n de algunos de los Estados m¨¢s ricos, como Francia, la UE endureci¨® sus propias reglas contra el dumping salarial en su directiva sobre trabajadores desplazados. Al igual que en Suiza, en ella se fij¨® el principio de igualdad de retribuci¨®n por igual trabajo en el mismo lugar. La UE tambi¨¦n se ha aproximado a la praxis helv¨¦tica, construyendo de forma indirecta un puente para Suiza.
Pero ahora la izquierda y los sindicatos suizos preferir¨ªan ver fracasar las negociaciones sobre la construcci¨®n de una base estable para sus relaciones con la UE antes de transitar por ese puente. Para los sindicatos es un asunto de soberan¨ªa nacional, pero tambi¨¦n se trata de defender viejas prebendas. La izquierda piensa cada vez m¨¢s en t¨¦rminos nacionales y no europeos, tambi¨¦n en Suiza. Pero ante la competencia global, los europeos solo pueden defender su modelo social de forma conjunta, no enfrentados entre s¨ª.
Stephan Israel es corresponsal en Bruselas del diario Tages Anzeiger (Z¨²rich).
Traducci¨®n de Jes¨²s Albores Rey.
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