Torra en escena

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, pretendi¨® el martes presentar como programa de Gobierno lo que solo era un plan de agitaci¨®n. Las palabras que pronunci¨® no dijeron nada nuevo a los ciudadanos de Catalu?a a los que el independentismo prometi¨® lo que no estaba en condiciones de ofrecer, y que llevan a?os haciendo sin resultado lo que Torra anunci¨® que har¨¢n a partir de ahora como si fuera por primera vez. El president tampoco aport¨® novedades a quienes rechazan el programa de la secesi¨®n, por m¨¢s que fueran estos los primeros interpelados. Pero no por el contenido del discurso, en el que no los cit¨®, sino por la necesidad ante la que los coloc¨® de decidir cu¨¢l era la exacta naturaleza de un acto celebrado en un teatro, en el que el orador sobre el escenario y el p¨²blico en las butacas se jalean para combatir el fantasma de un Estado represor que deja de existir tan pronto se encienden las luces.

Torra afirm¨® que su intervenci¨®n en el Teatro Nacional de Catalu?a cumpl¨ªa el mandato recibido de un Parlament que mantienen cerrado ¨¦l y sus correligionarios, pero esta no fue la ¨²nica argucia con la que trat¨® de mantener artificialmente unido al independentismo y silenciar a la oposici¨®n en nombre de un pueblo de Catalu?a que describi¨® como un ente metaf¨ªsico distinto de los ciudadanos que lo componen. Anunciar que regresar¨¢ al Parlament para preguntarle por el camino a seguir una vez que la justicia dicte sentencia contra los dirigentes independentistas detenidos es una deslealtad con los suyos que revela el m¨¢s crudo cainismo electoral bajo la inflamaci¨®n l¨ªrica de su discurso, puesto que lo que esa f¨®rmula esconde es, sencillamente, la transferencia de la responsabilidad penal de una eventual desobediencia desde la Generalitat, que encabeza el PDeCAT, al presidente de la C¨¢mara auton¨®mica, militante de ERC. Los llamamientos a la movilizaci¨®n permanente en este contexto habr¨ªan tenido un sentido distinto si, por otra parte, Torra no hubiera hablado de negociaci¨®n tambi¨¦n permanente: tanto insistir en la permanencia solo significa que ignora el destino de la movilizaci¨®n que promueve y de la negociaci¨®n que propone. Es decir, que, fuera de convocar elecciones auton¨®micas, Torra no tiene estrategia que conduzca a la rep¨²blica que sigue prometiendo a unos y con la que trata de chantajear a otros.

Las comparaciones grandilocuentes a las que suele acudir Torra no pueden ocultar la gravedad de las decisiones que, como m¨¢xima autoridad de la Generalitat, y no como actor en escena, deber¨¢ adoptar en la reuni¨®n de la Junta de Seguridad que se celebra hoy, y que ¨¦l preside. Lo que est¨¢ en juego en este encuentro no es la credulidad, o la paciencia, de los catalanes frente a un president que gusta de disfrazarse como combatiente en luchas heroicas del pasado para proclamarse en el ¡°lado correcto de la historia¡±, sino la eficacia policial frente al terrorismo y la preservaci¨®n de la tranquilidad civil puesta en peligro por la parcialidad con la que ¨¦l y su Ejecutivo gestionan el espacio p¨²blico en Catalu?a.