Bienvenidos al aerolenguaje
Nadie se ha atrevido a cambiar esos dislates, a diferencia de lo ocurrido con el tren de la T4
El respaldo del asiento que tengo delante en el avi¨®n sigue diciendo, despu¨¦s de tantos a?os: ¡°Abr¨®chese el cintur¨®n mientras est¨¦ sentado¡±. Seg¨²n la literalidad de esa oraci¨®n, durante todo el tiempo en el que yo permanezca sentado deber¨ªa estar abroch¨¢ndome el cintur¨®n. Para lo cual har¨ªa falta abrocharlo y desabrocharlo una y otra vez. Y as¨ª no hay quien lea el peri¨®dico.
El problema radica en que el adverbio ¡°mientras¡± hace simult¨¢neos dos verbos incompatibles en su extensi¨®n temporal: el acto de abrocharse necesita un instante, mientras que la idea de estar sentado puede extenderse durante horas en un avi¨®n.
S¨ª que vale decir, en cambio, ¡°oigo m¨²sica mientras viajo¡±, porque los verbos ¡°o¨ªr¡± y ¡°viajar¡± pueden representar acciones simult¨¢neas y duraderas. Pero salta a la vista que ¡°abrocharse¡± y ¡°estar sentado en un avi¨®n¡± incurren en cierta asincron¨ªa.
Para que el sabio consejo de las compa?¨ªas a¨¦reas congenie con el uso correcto del idioma, habr¨ªan de escribirse en ese respaldo que tengo delante dos verbos que s¨ª transcurrieran paralelos en su duraci¨®n. Por ejemplo, ¡°mantengan abrochados sus cinturones mientras est¨¦n sentados¡±.
Al llegar a Madrid, una azafata nos aconsejar¨¢ por la megafon¨ªa interna, mientras rodamos ya por la pista de aterrizaje, que permanezcamos en los asientos ¡°hasta que el avi¨®n est¨¦ completamente parado¡±. Pero al avi¨®n no le queda m¨¢s remedio, si quiere estar parado, que mantenerse inm¨®vil. Y eso s¨®lo sucede completamente.
La misma auxiliar de vuelo nos dir¨¢ unos instantes despu¨¦s: ¡°Bienvenidos a Madrid¡±. Y por mucho que pasen los a?os y se repita esta expresi¨®n, no me acostumbro a que alguien que ha hecho el viaje conmigo me d¨¦ la bienvenida. Con el mismo derecho podr¨ªa decirle yo a la azafata: ¡°?Bienvenida a Madrid!¡±, pero no lo hago. Diccionario en mano, la bienvenida implica que una persona es recibida con agrado o j¨²bilo (o cuando menos con cortes¨ªa) en el lugar al que llega. Admito que la azafata pueda sentirse jubilosa despu¨¦s de que todos los pasajeros hayamos aterrizado en Madrid, pero no puedo concederle la capacidad de habernos recibido, pues eso implicar¨ªa que ella se hallase previamente en el aeropuerto. Como ¡°recibimiento¡± significa ¡°acogida buena o mala que se hace a quien viene de fuera¡±, no me hago a la idea de que me reciba en Madrid quien ha llegado conmigo. Si acaso, en vez de la ¡°bienvenida¡± me podr¨¢ dar la ¡°bienllegada¡± (t¨¦rmino recogido en el Diccionario).
La ¨²nica forma de que esto no chirriase consistir¨ªa en que este ¡°bienvenidos a Madrid¡± lo pronunciara alguien de la compa?¨ªa a¨¦rea que subiese al avi¨®n con el ¨²nico prop¨®sito de decirlo.
?stos y otros dislates a¨¦reos nos acompa?an desde hace decenios, sin que nadie se haya atrevido a cambiarlos, a diferencia de lo que ha ocurrido con el tren de la T4 del aeropuerto de Barajas. Sus altavoces ya no repiten lo que fue criticado en esta columna: ¡°Se est¨¢ llegando a la estaci¨®n. Por favor, ag¨¢rrense a las barras. No olvide recoger sus pertenencias¡± (una extra?a oraci¨®n impersonal refleja, una orden en plural y otra en singular¡ para los mismos pasajeros). Desde el 5 de julio, y por decisi¨®n de la directora del aeropuerto, Elena Mayoral, la locuci¨®n indica con mejor estilo: ¡°Est¨¢n llegando ustedes a la estaci¨®n. Por favor, ag¨¢rrense a las barras. No olviden recoger sus pertenencias¡±.
Usar bien el idioma, eso s¨ª que es bienvenido.
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