Conmemoremos el ¡®d¨ªa de Lehman¡¯
La ca¨ªda del gigante financiero en 2008 no es una lecci¨®n que deba ser recordada ¨²nicamente en Estados Unidos, sino en todo el Atl¨¢ntico Norte. Es el s¨ªmbolo de una crisis que afect¨® a todos
El 15 de septiembre conmemoramos el d¨ªa de Lehman, la fecha en la que, hace 10 a?os, la quiebra de uno de los grandes bancos de inversiones de Wall Street conmocion¨® al mundo. El comienzo de la gran crisis financiera cuyos efectos sentimos todav¨ªa hoy.
Cuando decidimos qu¨¦ aniversarios recordar y c¨®mo hacerlo, dejamos ver nuestra interpretaci¨®n colectiva de la historia. Que Lehman despierte inter¨¦s es l¨®gico. Su quiebra sacudi¨® los mercados financieros a ambos lados del Atl¨¢ntico y congel¨® el cr¨¦dito en todo el mundo. La decisi¨®n de dejar que cayera el banco fue del Tesoro estadounidense y de la Reserva Federal, sin consultar con Europa, y se debi¨® sobre todo al hundimiento de la propiedad inmobiliaria y la agitaci¨®n pol¨ªtica en Estados Unidos. Los l¨ªderes europeos se apresuraron a se?alar culpables. El ministro de Hacienda brit¨¢nico, Alistair Darling, dijo a su hom¨®logo estadounidense que Londres no quer¨ªa importar el ¡°c¨¢ncer¡± de Estados Unidos. Peer Steinbr¨¹ck, ministro de Finanzas de Alemania, insisti¨® en que esta era una crisis creada en Estados Unidos.
Lehman pas¨® a ser una m¨¢s de las turbulencias originadas en Estados Unidos que han sacudido el mundo en las primeras d¨¦cadas del siglo XXI, junto con la invasi¨®n de Irak en 2003 y la elecci¨®n de Donald Trump en 2016.
Pese a sus intentos de echar la culpa a Estados Unidos, los europeos se encontraron pronto desbordados por su propia crisis ¡°dom¨¦stica¡±, que atormentar¨ªa a la eurozona hasta 2012, pero se convencieron de que su crisis era diferente, porque ten¨ªa m¨¢s que ver con la crisis de la deuda p¨²blica, la democracia y la Constituci¨®n europea. Es decir, surgieron dos historias distintas, con dos s¨ªmbolos ¡ªLehman y Grecia¡ª separados por la cronolog¨ªa y por las aguas del Atl¨¢ntico.
Los bancos espa?oles se las arreglaron relativamente bien, pero las cajas eran una bomba de relojer¨ªa
Sin embargo, la idea de que 2008 es una fecha relevante solo para Estados Unidos es falsa. Los bancos europeos estuvieron muy involucrados en la burbuja hipotecaria estadounidense. En 2006, casi el 30% de los t¨ªtulos hipotecarios m¨¢s peligrosos de Estados Unidos estaban en manos de bancos europeos. AIG, la gigantesca aseguradora norteamericana, tuvo sus mayores p¨¦rdidas con derivados negociados en Londres. Irlanda era un enorme para¨ªso fiscal al servicio de Estados Unidos y de la eurozona. Y Europa tuvo su propia burbuja inmobiliaria, empezando por el espectacular caso de Espa?a.
Una vez que cualquier tipo de activo ¡ªviviendas, acciones de tecnol¨®gicas o vinos de calidad¡ª empieza a crecer, se convierte en polo de atracci¨®n para el dinero de todo el mundo. La burbuja inmobiliaria espa?ola se financi¨® en gran parte con dinero extranjero. Como el d¨¦ficit de cuenta corriente espa?ol parec¨ªa coincidir con el super¨¢vit alem¨¢n, casi todo el mundo responsabiliz¨® a Alemania. Ahora bien, eso es confundir causa y efecto. El auge de Espa?a se aliment¨® con pr¨¦stamos de toda Europa. La profunda integraci¨®n financiera de la eurozona lo facilit¨®. Pero no hac¨ªa falta ser miembro de la eurozona para participar en la expansi¨®n crediticia del continente. La inflaci¨®n de los precios de la vivienda en los Estados b¨¢lticos, que entonces no estaban a¨²n en el euro, form¨® parte de la misma burbuja.
Los flujos de cr¨¦dito alimentaron la demanda y distorsionaron la econom¨ªa espa?ola. En la ¨¦poca de auge, el cr¨¦dito y el precio de la vivienda crecieron tres veces m¨¢s deprisa en Espa?a que en Estados Unidos. Espa?a estaba construyendo m¨¢s vivienda que todo el resto de Europa. Como es natural, ese aumento de la actividad cre¨® una gran demanda de importaciones y un inmenso d¨¦ficit comercial. Era inevitable que, al estallar la burbuja, los efectos fueran devastadores.
Los mayores bancos espa?oles se las arreglaron relativamente bien, pero, cuando los precios inmobiliarios empezaron a caer, las cajas de ahorros se convirtieron en una bomba de relojer¨ªa. Su crisis definitiva coincidi¨® con el cap¨ªtulo final de la crisis de la eurozona, en 2012, pero esa demora es enga?osa. El golpe original que sufri¨® la econom¨ªa espa?ola fue el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2007-2008. Durante la crisis, el desempleo creci¨® en el pa¨ªs del 8% al 26%: la mitad de ese desastre se produjo en 2008 y 2009, antes de que comenzara la crisis de los mercados de deuda europeos. No se debi¨® a la estructura ni a las pol¨ªticas de la eurozona, sino a la implosi¨®n de la burbuja crediticia en el Atl¨¢ntico Norte.
Los fracasos de la pol¨ªtica europea a partir de 2010, desde luego, merecen su propia historia
?Se habr¨ªa podido hacer algo m¨¢s para moderar la expansi¨®n antes de 2008? Quiz¨¢. Pero el resto de la eurozona no ten¨ªa el mismo crecimiento, de modo que el BCE no pod¨ªa justificar una subida de los tipos. Dentro de Espa?a, hubo pocas llamadas a la contenci¨®n, porque la expansi¨®n hace que los balances queden bien. En 2007, las finanzas p¨²blicas espa?olas parec¨ªan estar mejor que las alemanas.
El crecimiento no se regul¨® en ninguna econom¨ªa de Occidente, no solo en Europa. Lo que fue espec¨ªfico de Europa, y de consecuencias devastadoras, fue la reacci¨®n ante la crisis. Esta diferencia no se not¨® de inmediato. Es cierto que Berl¨ªn se neg¨® a considerar la posibilidad de una soluci¨®n colectiva europea ya en octubre de 2008. Pero, con el tiempo, las pol¨ªticas nacionales empezaron a coordinarse y el BCE respondi¨® con rapidez a los problemas de financiaci¨®n bancaria. En 2008-2009, la pol¨ªtica fiscal expansiva ayud¨® a estabilizar la situaci¨®n y los cr¨¦ditos generosos del BCE permitieron que los bancos compraran deuda soberana. As¨ª comenz¨® una vaga recuperaci¨®n. Un a?o despu¨¦s de Lehman fue cuando empezaron a notarse las discrepancias entre un lado y otro del Atl¨¢ntico, cuando qued¨® claro que la eurozona no ten¨ªa respuesta para la crisis de la deuda soberana en la peque?a Grecia. Y entonces empez¨® a revelar su otra cara el mito de Lehman. Dej¨® de ser simplemente el s¨ªmbolo de una debacle estadounidense para convertirse en el s¨ªmbolo de un fracaso pol¨ªtico. Se hab¨ªa permitido que el banco quebrara. No se le hab¨ªa rescatado. Esa fue la lecci¨®n que se aplic¨® a Grecia a partir de la primavera de 2010: en vez de buscar soluciones fundamentales mediante la reestructuraci¨®n de la deuda, prefirieron continuar con una estrategia de ¡°extender y hacer como si¡±, acompa?ada de una desastrosa pol¨ªtica de austeridad. El objetivo era evitar a toda costa otro Lehman. Para Espa?a, m¨¢s golpeada por la crisis inmobiliaria que cualquier otro Estado excepto Irlanda, fue una mezcla catastr¨®fica.
Los fracasos de la pol¨ªtica europea a partir de 2010, desde luego, merecen su propia historia. Son un episodio profundamente doloroso y polarizador, que dej¨® en evidencia d¨®nde est¨¢ el poder en Europa. Pero todo eso no debe eclipsar la historia del auge y el colapso anteriores. Lehman puede ser un s¨ªmbolo de esa crisis, pero solo si recordamos que no fue un suceso exclusivo de Estados Unidos, sino del Atl¨¢ntico Norte.
Adam Tooze es historiador. Crash, su ¨²ltimo libro, acaba de ser publicado en Cr¨ªtica.Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.